Tuesday, January 5, 2016

capitulo 54

- Pero lo que tú te has tomado como un insulto, yo lo considero un cumplido. Muéstrame a algún hombre casado que no quiera una esposa apasionada. Lali se estremeció. - Me has llamado prostituta. - No es cierto. He dicho que me alegraba que te comportases como una de ellas en mi cama. Aunque necesitarías unas pocas lecciones para tener el diploma – murmuró él con provocación -. Y me muero por dártelas. ¿Qué más puedo decir en mi defensa? Lali se estremeció. Peter la fascinaba incluso cuando estaba enfadada. Tenía un tremendo carisma. - No podemos vivir juntos de este modo. - Acabamos de empezar – Peter saltó de la cama, y la estrechó antes de que ella pudiera remediarlo. - ¡No! – la furia de la boca de Peter la silenció. La fuerza de sus brazos la tomó por sorpresa. Lali apretó los puños y le pegó. Pero inmediatamente el deseo también se apoderó de ella. Los labios de él presionaron la boca de Lali, sumergiéndola en una oleada de excitación. La sangre galopaba en sus venas, el calor en su cuerpo iba aumentando. Sintió el frío de la sábana en la espalda cuando él la apoyó de espaldas en la cama. Lo miró con desesperación, y él fue hasta sus pechos, que tomó y acarició con gesto posesivo. La respuesta de ella no se hizo esperar, y tampoco la pudo ocultar. - Esto no es lo que quiero... – murmuró ella suavemente, tratando de vencer el deseo que la amenazaba. - Pero tú me deseas... - ¡No! - Sí. Peter jugó con sus labios. Ella descubrió la dulzura del whisky en su boca, y la aceptó, resignada a que la maestría de él la llevase por caminos de placer inexplorados. - Me deseas... tanto como yo. Lali gimió de placer cuando él se acercó con su boca a los pezones, tensando el cuerpo de ella como un instrumento de placer. - Admítelo... – le exigió Peter, hundiendo sus manos detrás de la cadera de ella y empujándola contra él. - ¡Sí, sí! – por fin admitió Lali. Había sido un grito de derrota. Ella se había rendido al calor de su boca y sus manos seguras, pero en su interior, ella sentía que había cedido algo más importante aún, imprescindible para su supervivencia.

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