Friday, March 4, 2016
capitulo 8
Su madre murió cuando él era un niño y su padre nunca había sido muy cariñoso. Él había sido
todavía más intratable que Peter.
Lali dejó de llorar y respiró profundamente.
-No quiero vivir con una estatua como tú. Eres... eres una persona sin modales.
-Pero lo harás. Lo harás por Katy -le dijo Peter al girar por una calle que les conducía al rancho.
-Me escaparé -dijo Lali.
-Llegaré antes que tú y te traeré -contestó Peter.
-¡Peter! -dijo Lali desesperada.
-¿Recuerdas ese verano cuando tenías quince años? Tú saliste con Jess Bowman y estuve toda la noche
buscándote. Estabas acurrucada debajo de su abrigo y te habías torcido un tobillo. Él iba bajando por la
calle, intentando hacer señales a un coche.
-Lo recuerdo -dijo Lali-. Tú le rompiste la nariz.
-Me volví loco y le golpeé. Me enfadé al ver que te dejaba sola.
-No podía llevarme -contestó Lali.
-Yo sí, a pesar de que entonces no estaba tan fuerte como ahora.
Lali recordó cuando la llevaba en sus brazos. Toda la fuerza y el poder de su cuerpo eran patentes. Era
una seguridad que nunca había sentido en su vida.
-Eso fue el verano siguiente a que muriera Elise y antes de que apartara a Katy de su padrastro.
También fue el mismo verano que tú hiciste todo lo posible por estar alejada del rancho -le dijo Peter-.
Entonces fue cuando comenzaste a eludirme. Lali sintió que se ruborizaba al recordar. Aquella noche sintió
algo que desde entonces la había obsesionado. Por eso, evitó ir al rancho, excepto en las ocasiones en
que iba a ver a Katy y también cuando acudía a las reuniones familiares que se celebraban varias veces al
año. En realidad, ella no era de la familia, pero a causa de la estrecha relación que habían mantenido su
padre y el de él, a ella siempre se le incluía.
-¿Por qué te ausentabas? -preguntó Peter-. Nosotros siempre tuvimos nuestras discrepancias, pero nunca te
hice daño. Todo eso era verdad. Lali se quedó mirando fijamente sus manos.
-No lo sé -mintió Lali.
-¿Tenías miedo de que te echara un piropo? Lali se sonrojó y Peter se echó a reír.
-Tenías quince años -le recordó Peter-. Antes no tenías nada para atraer a un hombre, pero ahora sí.
Peter miró fijamente el pecho de Lali. Ella, al notarlo, se cruzó de brazos y bajó los ojos, pero estaba tan
aturdida que tuvo que hacer esfuerzos por no echarse a llorar.
-¡Por el amor de Dios, no vuelvas a llorar! Supongo que podrías seducir a cualquier hombre, pero no lo
intentes conmigo. «¿Había dicho eso en serio?», se preguntó Lali. Aunque lo fuera, tampoco la habría
consolado mucho.
-Tendré que ponerme de rodillas y darte las gracias por pensar que tengo algún atractivo para los
hombres.
-Sí, pero son pocos -murmuró Peter.
Lali se dio la vuelta mirándole enfadada.
-¡Dios mío! Cuando te enfadas, eres alguien -dijo Peter-. Esos ojos, ese pelo... Pero estoy seguro de que
ese aire de elegante frialdad nunca te abandona.
-Mi madre me dijo que me comportara siempre como una señorita.
-Y lo eres -afirmó Peter-. Pero hubiese sido mejor y más excitante que te hubiera educado como a una
mujer.
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Es un bestia!!!!
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