Wednesday, August 19, 2015

capitulo 1

¿Un aumento...? ¿De verdad me estás pidiendo un aumento? —preguntó Mercedes mirando atónita a la joven—. Creo que somos más que generosos contigo. Te damos un salario, pensión y alimentación completa, ¡y recuerda que sois dos!
  Lali se sintió tremendamente avergonzada ante aquella respuesta, pero insistió:
—Pero trabajo seis días a la semana, y además también hago de niñera por las noches...
—No puedo ni siquiera creer que estemos teniendo
esta conversación —contraatacó Mercedes, roja de ira—. Te ocupas de los trabajos de la casa y cuidas de los niños. ¿Por qué no ibas a cuidarlos? De todos modos, tienes que cuidar de Santino por las noches..., no esperarás que te paguemos un extra por eso, ¿no? No sé cómo puedes ser tan desagradecida después de todo lo que hemos hecho por ti... —Es que me cuesta mucho llegar a fin de mes —la interrumpió Lali humillada.
— ¿Si?, pues no entiendo qué haces con el dinero —replicó su jefa secamente—. Lo que sí sé es que mi marido, Benjamin, se va a quedar de piedra cuando le cuente cuáles son tus exigencias.
—No son exigencias —contraatacó Lali tensa—, son peticiones.
—Pues petición denegada —contestó Mercedes airada, caminando resuelta hacia la puerta de la cocina—. Estoy muy enfadada y muy decepcionada contigo, Lali. Aquí tienes un trabajo muy bueno ¡Dios, ojalá alguien me pagara a mí por quedarme en casa y llenar el lavavajillas! Os tratamos, a Santino y a ti, como si fuerais de la familia, te cuidamos cuando estabas embarazada.., y te diré una cosa: ¡ninguno de nuestros amigos habría considerado si quiera la posibilidad de meter en casa a una niñera embarazada y soltera!
  Lali no respondió, no había nada más que decir. No quería arriesgarse a que Mercedes estallara y la echara. Ninguna niñera trabajaba la cantidad de horas que trabajaba Lali aunque, en realidad, no era solo una niñera, por mucho que Mercedes insistiera en ello. Había entrado en casa de los Amadeo como niñera aceptando una miseria en lugar de un salario digno, pero sus horas de trabajo habían ido en aumento hasta convertirse también en sirvienta. En aquel momento se había sentido tan agradecida de tener un techo bajo el que cobijarse que no había puesto ninguna objeción.
Lo cierto era que, cuando había estado embarazada, había sido muy inocente. En aquel momento, los Amadeo habían sido para ella como una parada de autobús: Lali había creído que, en cuanto tuviera al niño, podría encontrar un trabajo mejor. Sin embargo, poco a poco, aquella idea había ido desvaneciéndose al comprender el dinero que
costaba mantener a un niño y más aún, lo que costaba alquilar una casa en una ciudad tan cara como Londres. No había tenido elección.

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