Thursday, August 27, 2015

capitulo 5

Su cara se encendió de ira. Su insistencia la enfurecía.
-Cuando vuelva a Inglaterra, yo te los enviaré. Lo que sí te garantizo es que no estamos casados.
-La verdad es que nunca lo estuvimos, como los adultos lo están, me refiero -concedió Peter.
Lali palideció al revivir en su memoria la última vez que había visto a Peter. Lo vio en brazos de otra mujer, una rubia muy guapa, sus uñas pintadas de color melocotón entre su pelo negro, mientras lo besaba, con su cuerpo pegado al de él. Desde entonces no lo había vuelto a ver.
-Me arrepiento de la forma en que nos separamos.
Lali se puso rígida. Clavó sus ojos en la mesa. Casi no podía creerse que estuviera otra vez con Peter. Con renovada decisión, intentó borrar los recuerdos que se le venían a la mente.
-A lo mejor no te lo tenía que haber dicho tan pronto, pero siento que es como un muro entre nosotros -comento Peter.
Aquel comentario disparó la imaginación de Lali otra vez. Dibujó en su cara una sonrisa de desprecio.
-Creo que te estás imaginando cosas raras -levantó el hombro con desdén-. Y ahora, si de verdad esas villas son tuyas, hablemos de negocios.
-Ya veo que has estado fuera de aquí mucho tiempo -Peter hizo una señal al camarero-. Esa no es la forma de hacer negocios aquí. Primero tomamos algo, luego hablamos y a lo mejor te invito a casa a cenar. Después de cenar, a lo mejor, podemos hablar de negocios.
-Yo no voy a ir a cenar a tu casa... -protestó.
-Espera primero a que te invite -contestó Peter. Se sonrojó y apretó los dientes.
-Todo esto es una charada juvenil.
-Recuerdo que te gustaba lo inesperado -Peter se recostó de forma indolente en la silla, sin prestar atención a su creciente ira y frustración.
-Yo era una cría entonces...
-Sí, pero en aquel momento no te cansabas de repetir que eras mujer -le recordó Peter, con su voz aterciopelada.
Lali se sonrojó aún más si cabe.
-Bueno, dime -le dijo, intentando cambiar de asunto-, ¿te dedicas ahora al negocio del turismo?
-Sí y no -con los ojos entornados, levantó un poco el hombro y le sonrió.
Era absurdo que ella no conociera a lo que aquel hombre se dedicaba, absurdo que supiera tan pocas cosas del hombre con el que se casó. Cuando se casó con él, todo lo que sabía era que Peter era el sobrino del cura del pueblo y que durante la semana trabajaba en un banco, en Cagliari, donde tenía también un apartamento.
Pero se dedicase a lo que se dedicase Peter en aquellos momentos, estaba claro que le iba muy bien. Llevaba un traje muy caro. Si bien había que tener en cuenta que era un hombre latino y los hombres latinos podían gastarse todo lo que tenían por un buen traje. Sin embargo, ella no estaba acostumbrada a verlo con ropa tan formal. Cuando iba a visitarla los fines de semana, siempre llevaba vaqueros y camiseta. Se había convertido en todo un hombre de negocios, muy sofisticado. Aquello la desconcertaba.
Peter la estaba observando con los ojos entrecerrados.

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