Friday, August 28, 2015

capitulo 9

Cuando Lali levantó la cabeza otra vez, el médico estaba abriendo su maletín. Miró a Peter y se aclaró la garganta.
-Este hombre estuvo una vez casado conmigo, pero ya no lo está. De hecho...
-Cara... -le dijo Peter, en tono indulgente.
-¡Me ha robado el coche! -le atacó Lali, muy furiosa.
Sin mirarla, el doctor Orsini le dijo algo a Peter, en voz baja. Peter suspiró, intentando aparentar que aquella situación era un sufrimiento para él.
-¿Ha oído lo que le he dicho? -inquirió Lali.
El médico no contestó y Peter se acercó a la cama.
-Lali... -murmuró-. Ya sé que en estos momentos no se puede decir que sea uno de tus mejores amigos, pero todo esto está empezando a sonar un poco extraño.
Lali se quedó boquiabierta. Se puso colorada como un tomate. Lo miró con tanta fuerza, que hubiera sido capaz de tirar un rinoceronte con la mirada. Pero a él, pareció darle igual. Por primera vez, se acordó del retorcido sentido del humor de Peter.
-Grazie, cara...
-He de informarle que las radiografías están bastante claras -le dijo el doctor Orsini.
Aquel hombre no había creído una palabra de lo que le había dicho.
-¿La radiografías? -murmuró Lali.
-Anoche te hicimos unas radiografías, mientras estabas inconsciente -le informó Peter.
-¿Anoche...? -preguntó, un tanto confusa. Peter asintió con la cabeza.
-No te has despertado hasta esta mañana.
-¿Dónde me hicieron las radiografías?
-En la enfermería del convento de Santa María. Estoy en un convento, se dijo Lali. -Su marido se ha preocupado de que tomásemos todas las precauciones posibles -le explicó el médico-. Intente calmarse un poco, signora.
-Yo no estoy nerviosa -replicó Lali, pero por la cara que pusieron no parecían estar muy de acuerdo con ella.
Le dolía mucho la cabeza, además de darle vueltas. Dejó que el médico la examinara e incluso le respondió a las preguntas que le formulaba, llegando a preguntarse en un momento determinado si no estaría soñando. Pero por la conversación que mantuvo Peter con el médico, cuando lo acompañó a la puerta, dándole las gracias por las molestias y deseándole que llegara bien a casa, estaba claro que estaba despierta y bien despierta.
Cuando Peter se puso otra vez al lado de la cama, Lali abandonó definitivamente la idea de que estaba soñando. Estiró la mano, levantó el vaso de agua que había en la mesilla de noche y dio un trago.
-¿Tienes hambre? -preguntó Peter.
Lali negó con la cabeza. Tenía el estómago revuelto.
-Quiero que me cuentes lo que me ha pasado.
Peter la observó con un brillo esmeralda en su mirada, dibujando una curva muy sardónica en su boca.
-He decidido que ya es hora de que te recuerde que tienes marido.
Lali se quedó helada.
-¡Por última vez te repito que no eres mi marido!

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