Thursday, August 20, 2015

capitulo 7

  Lali se alegró. Su madre había sido tan rubia como ella. Había vivido en Deveraux Court solo unos meses, hasta el divorcio de su marido. En aquel entonces, estaba embarazada de Lali, pero a pesar de todo había preferido marcharse sola a quedarse con un marido al que, poco a poco, había aprendido a despreciar debido a su falta de ambición.
  Lali respiró hondo. Aquello, sin embargó, no calmó sus nervios, a punto de estallar. Miró a su hijo y se prometió no levantar la voz ni hacer nada que pudiera alterarlo.
— ¿Te das cuenta de lo que has hecho? —preguntó con teniendo la ira con gran esfuerzo.
—Creo que empiezo a darme cuenta —confesó Peter—. No puedo llevarte a Deveraux Court hasta el jueves, Alejo tiene invitados. No sería apropiado que llegaras mientras están allí.
  Lali, temblorosa echó la cabeza atrás. Sus ojos brillaban acusadores.
—Le has robado a mi hijo su hogar y el único lugar seguro que tenía para vivir...
—Deberías darme las gracias —alegó él con ojos desafiantes.
— ¿Darte las gracias? —repitió Lali tartamudeando incrédula.
— ¿Como has podido vivir en esa casa, esclavizada, con esa arpía? ¿Dónde está tu indomable espíritu, dónde tu sentido común? ¿Es que no comprendes que jamás debiste aceptar esas condiciones de trabajo durante tanto tiempo?   Lali, roja de ira, respiró hondo tratando de contenerse.
—Lo acepté por el bien de mi hijo. Con ese trabajo podía estar con él todo el día… y él disfrutaba de muchas ventajas que yo jamás habría podido ofrecerle.
—He tratado de dialogar cortésmente con esa mujer, le he pedido algo razonable — aseguró Peter declinando toda responsabilidad.
—Has interferido en un asunto que no era de tu incumbencia, le has dado a Mercedes solo dos minutos para recapacitar y acceder a tu demanda, y después has pasado a la ofensiva. Te dije que no estaba dispuesta de ningún modo a ir a Deveraux Court —le recordó Lali elevando la voz—. Pero tú no escuchas, claro, y ahora estoy sin casa y sin trabajo por tu culpa.
—Deja ya de hacer teatro, Lali —contestó Peter con una mirada reprobadora—. Por supuesto, asumo toda la responsabilidad hasta el momento en que Alejo me releve. El jueves irás a Deveraux Court, y te humillarás ante Alejo. No me importa si quieres o no, es el precio de tu readmisión, y tendrás que pagarlo —continuó Peter convencido—. Hoy te he hecho un favor.
— ¿Un favor? —repitió Lali tragando—. En este instante, y gracias a ti, mi hijo tiene solo la ropa que lleva puesta, y en cuanto a los juguetes...
—Waff —dijo Santino abriendo la boca por primera vez, expectante—. Quiero a Waff...
—Waff se ha quedado en casa, cariño —contestó su madre—. No ha podido venir con nosotros.
  Santino hizo una mueca de enfado tan increíblemente parecida a las que esbozaba Peter que por un segundo Lali no pudo creer que él no hubiera adivinado la verdad nada más verlo.
—Quiero a Waff... a Waff le gusta ir en coche.
Lali tragó y dirigió una mirada acusadora a Peter.
—Quizá quieras explicarle tú que el juguete con el que lleva toda la vida durmiendo ya no es suyo.
— ¿De qué estás hablando? Ah... quieres decir que, con las prisas, te has olvidado de recogerlo. ¿es eso?
—No, no es eso. La ropa y los juguetes eran de los hijos de Mercedes, pero no me ha dejado llevarme nada..., no es de extrañar, después del modo en que la has insultado. Como no podía desquitarse contigo, se ha desquitado con Santino.
— ¿La ropa y los..., juguetes? —repitió Peter incrédulo.
  Lali asintió.
—Juguetes..., quiero a Waff.
—Pues entonces compraremos juguetes... compraremos otro Waff -contestó Peter impaciente — ¡Jamás habría creído que ninguna mujer pudiera ser tan rencorosa!
—No puedes comprar ningún Waff, a ningún precio—le informó Lali en tono de reproche—. Es una jirafa rosa que le hizo la madre de Mercedes a Sophia. —Bueno, le comprará una jirafa —contestó Peter sin dejarse impresionar.
—No vas a engañarlo, Peter —aseguró Lali ladeando despacio la cabeza y preguntándose por qué se preocupaba tanto por un m juguete cuando ni siquiera sabía dónde dormirían esa noche—. ¿A dónde nos llevas?
—A mi casa de la ciudad, ¿a dónde si no?
— ¡Yo a tu casa no voy! —exclamó Lali horrorizada.
—A casa... con Waff—dijo Santino encantado.
—Está obsesionado —exclamo Peter en tono de reproche.
— ¡Es solo un niño! —replicó Lali a la defensiva—. ¿Cómo has podido hacernos esto?
—Ha sido muy sencillo solo he hecho lo correcto...
— ¿Lo correcto?
—Para bien o para mal, tu hijo es un Lanzani, es parte de la familia —afirmó Peter—. No debería sufrir las consecuencias de los errores de sus padres.
—Yo no he cometido ningún error como madre.
—Sugiero que dejemos esta conversación para cuando estemos solos.
—No quiero ir a tu casa —repitió Lali apretando los dientes.
—Pues no voy a reservarte una habitación en un hotel. Puede que seas lo suficientemente tonta como para volver a desaparecer, y ya he perdido bastante tiempo buscándote...
—Creía que había sido Alejo quien me...

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