Thursday, August 20, 2015

capitulo 8

— Mi abuelo tiene más de ochenta años —le recordó Peter secamente—. Yo contraté a la agencia de detectives y traté con ellos, y te aseguro que no fue fácil dar contigo.
— Es que no quería que nadie me encontrara —susurró Lali.
Hubo un silencio. Lali observó el tráfico por la ventanilla durante un minuto o dos, pero lentamente volvió la vista hacia Peter. Sus rasgos, relajados y en calma, parecían burlarse de ella justamente por su indolencia. Sin embargo no había nada de indolente en Peter. Una pasión, una enorme energía interna lo movía por no mencionar su orgullo. Aún sin aquel cuerpo espectacular. Peter hubiera llamado la atención a donde quiera que hubiera ido. Las mujeres lo miraban hechizadas por su intenso atractivo sexual.
  Peter volvió la cabeza y sostuvo su mirada mientras ella se ruborizaba. Lali se puso tensa.
—Tenía miedo de que hubieras acabado en las calles—confesó él con sinceridad, en medio del silencio. Lali abrió los ojos enormemente—. Bueno, es lógico. Tenías poco dinero, no podía durarte mucho en una ciudad tan cara como esta. Imaginé que habrías tenido que depender de tu cuerpo para sobrevivir.
—Pues no, no estaba tan desesperada —contestó Lali apretando los puños, con voz temblorosa—. Me las arreglé sin tener que vender mi cuerpo.
—Espero que te haya servido de lección. Agustin estaba hechizado por ti, pero siempre planeo casarse con una mujer de dinero. Solo una mujer rica podría ofrecerle el tren de vida que mi primo se cree en el derecho de disfrutar —añadió Peter con un gesto de desprecio.
— No quiero hablar de Agustin. —aseguró Lali ciega de odio—. Me basta por ahora con tratar de asimilar el desastre que has causado en nuestras vidas   Peter sonrió débilmente y contestó:
—Pronto me estarás agradecida.
— ¡Jamás! ¡No puedes jugar así con las vidas de los demás ¡
Sin dinero, sin casa, sin trabajo, Peter había acabado con todo lo que tenía. Había hecho algo imperdonable..., la había puesto en una situación tal que se veía obligada a depender de su generosidad. Un desastre para su orgullo. Sin embargo, con un niño a su cargo, no podía marcharse enfadada porque, ¿a dónde ir?
El coche se detuvo delante de una casa impresionante, en un barrio elegante. Lali salió y se inclinó para recoger a Santino, pero este salió del vehículo por su cuenta, rehusando su ayuda. Conforme crecía, se mostraba cada vez más independiente. Una mujer mayor les abrió la puerta antes incluso de que llegaran. Inclinó la cabeza y se fijo en Santino.
—Esta es mi ama de llaves, Epifania. Ella cuidará del niño —informó Peter.
—El niño —repitió Lali jurándose a sí misma que gritaría si Peter volvía a llamarlo así—. Yo lo cuidaré,
—Epifania me cuidó a mí —añadió Peter—. Te aseguro que es perfectamente capaz de manejar a un niño.
La niñera de Peter. Aquel, definitivamente, no era su día. Aquella mujer griega notaría perfectamente el parecido, sobre todo si había criado a Peter. Sin embargo. ¿cuántas probabilidades había de que Epifania se arriesgara a provocar la ira de su amo haciendo un comentario sobre su paternidad? Su secreto estaba a salvo, se dijo Lali.
Después de todo, no tenía ninguna intención de decirle a Peter que era el padre de su hijo, ¿para qué? Solo serviría para descubrir su mentira, para sacar de él un provecho que jamás había pretendido. No habría sido justo, reflexionó. Ella había asumido deliberadamente el riesgo de quedarse embarazada. En realidad, por mucho que le costara admitirlo, aquel fin de semana había deseado quedarse embarazada.
Más que cualquier otra cosa en el mundo, Lali deseaba darle a Peter un hijo. Un hijo que pudiera sustituir a su hijita perdida. Y, sencillamente, se había lanzado a ello sin pensar... ¿o sí lo había pensado? ¿No había creído, en el fondo, que Peter seria incapaz de abandonar a la madre de su hijo? Lali tenía miedo de lo que Peter pudiera pensar si le confesaba que el niño era suyo, tenía miedo de que creyera que su conducta había estado perfectamente calculada.
Había sido una imprudente, pero solo había comprendido hasta qué punto, en el instante en que Peter la rechazó. En aquel entonces, ella estaba locamente enamorada de él, era muy inmadura. Pero Peter jamás la comprendería ni la perdonaría. Pensaría que había mentido solo para pescarlo, por su dinero. Además sobre ella recaía la culpabilidad de los robos. Eso hacía imposible que Peter pudiera creer ninguna otra cosa. Jamás admitiría que ella hubiera podido tener buenas intenciones al querer quedarse embarazada.
  Peter terminó de impartir órdenes a Epifania, que tenía a Santino en brazos, y abrió la puerta.
—Ahora podremos hablar, Lali —murmuró.
Aquellas palabras sonaron a amenaza. Lali lo siguió hasta la biblioteca y, al verse reflejada en un espejo, hizo una mueca. Tenía el pelo revuelto, y no llevaba maquillaje. Había aprendido a prescindir de él, por ahorrar. Llevaba un suéter negro y unos vaqueros, todo comprado en una tienda de segunda mano.
Su aspecto era pobre y desarreglado. Estaba de pie en medio de una habitación decorada con lujo. Lali se me tió las manos en los bolsillos y levantó la vista.
  Peter se apoyó distraídamente sobre una mesa de caoba observándola sin ninguna inhibición. Aquello la pillaba por sorpresa, aquella mirada era como una caricia. Lali se puso tensa, se ruborizó. De pronto, estaba sin aliento tenía la boca seca y el corazón le latía a toda velocidad.
  Peter se enderezó lentamente y comenzó a caminar con paso seguro hacia ella, en silencio, como un depredador se acerca a su presa. Lali tragó saliva convulsivamente, abrió los labios tratando de romper el hechizo. Peter se detuvo a dos pasos de ella.
—Por fin solo —dijo Peter con una intensa satisfacción. Lali parpadeé perpleja. El corazón le latía tan aprisa, que temía que le fallara—. Cuéntame... —continuó Peter con voz profunda e intensamente sexy, provocándole un estremecimiento.
— ¿Que te cuente..., qué?
  Lali sintió pánico ante la reacción de su propio cuerpo y dio un paso atrás, pero Peter, sencillamente volvió a acortar distancias poniéndola contra la librería,
—Solo quiero que me respondas sinceramente a una pregunta muy sencilla. He esperado mucho tiempo para hacértela ¿Me utilizaste como anzuelo para pescar a Agustin o...o acabaste en la cama de él rebotada de la mía?

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