Tuesday, August 25, 2015

capitulo 34

Te equivocas completamente acerca de la razón por la que me caso contigo —le dijo Lali a Peter caminando nerviosamente de un lado a otro por el césped—. ¡Oh, por favor, deja ya de dar hachazos a ese árbol un momento! Peter se enderezó. Se le transparentaban los músculos bajo la fina, húmeda camisa de seda. Lali se quedó tan absorta contemplándolo, incapaz de apartar la vista, que estuvo a punto de tropezar con un leño. Peter estaba sudoroso, excitante, e increíblemente sexy. Lali se sentía como una mujer primitiva escogiendo al rey de los hombres, al que tenía los mejores genes, y se estremecía al imaginar que Peter la arrastraba hasta una cueva para poseerla. Al despertar al mundo real estaba ruborizada, y sus ojos brillaban como diamante. La sorprendió encontrarse a Peter escuchándola.
—Te escucho —la animó él a continuar—. Decías que me equivoco completamente acerca de...
— ¡Ah sí! —recordó Lali comenzando de nuevo a caminar en círculos mientras Santino saltaba aun lado y a otro del tronco—. Te estaba diciendo que... que me caso contigo por muy buenas razones.
—Tú dirás —contestó Peter dando otro hachazo al árbol,
—Una, porque Santino necesita un padre... Dos, porque quiero que tenga absolutamente todo lo mejor... Tres...—la voz de Lali se desvaneció lentamente,
Era incapaz de apartar los ojos de aquellos poderosos músculos de sus muslos flexionándose, embutidos en los vaqueros. Su respiración comenzó a hacerse irregular.
— ¿Tres? —preguntó Peter,
—Eres tan perfecto… quiero decir... —Lali lo miro ruborizada y comenzó a caminar frenética de un lado a otro—. Quiero decir que eres fuerte… ¡y eso es importante! Es evidente que jamás querría casarme con alguien que estuviera a punto de estirar la pata.
—Tranquila… no voy a estirar la pata esta noche, ya veo que eso es muy preocupante para ti, teniendo en cuenta que no puedes pensar en otra cosa que en esta noche — contestó Peter dando un repentino empujón al árbol, que cayó con gran alboroto.
  Santino saltó arriba y abajo al verlo, y luego corrió a ver el árbol en el suelo. Lali se metió las manos en los bolsillos y fingió no haber escuchado el último comentario de Peter. Sentía que le ardían las mejillas. Peter, evidentemente, se divertía observando su falta de sofisticación y su escasa habilidad para ocultar sus emociones.
—Es que no quería que pensaras que... —comenzó Lali a decir, de nuevo,
—Tranquila, Lali. Belen también se casó conmigo por dinero, solo que fue bastante menos sincera que tú
—Lali se quedó perpleja, paralizada. Tras aquella repentina e inesperada revelación, Peter soltó un juramento y gritó—: ¡Santino, no!
Luego echó a correr tratando de evitar que el niño acariciara el filo del hacha. Asustado por el grito. Santino se alejó llorando Peter lo tomó en brazos y lo abrazó consolándolo,
—Deberías haber estado observándolo
—Y tú no deberías dejar eso a su alcance —respondió Lali.
Colocarían el árbol en el Great Hall para colgarle las bolas de Navidad, Peter y Lali subieron en silencio al Range Rover, pero ella no podía dejar de pensar en lo que él le había revelado sobre Belen.
—Yo creía que Belen era una rica heredera —dijo ella de pronto bruscamente al llegar a la puerta principal de la casa,
—Las empresas del padre de Belen tenían serios problemas. El día después de la boda, que Belen había fijado expresamente en beneficio de su padre, me informaron de que mi obligación era solucionar sus problemas. Aquella experiencia acabó casi con todas mis ilusiones — confesó Peter saliendo del coche.
— ¿Cuando nos vamos?
—Necesito una ducha —respondió él sin apartar la vista de Lali, con una sonrisa—. Puedes quitarte el abrigo, no va a salir corriendo.
Tras un almuerzo temprano, regado con el buen humor de Alejo, volaron a Londres en helicóptero. Peter lo pilotó. Santino estaba entusiasmado, pero Lali se pasó la mayor parte del viaje tratando de calmar a Harriet Davis. Al llegar al aeropuerto se dividieron: Santino y su niñera fueron al apartamento, Peter  y Lali se dirigieron a Cartier.
Media hora más tarde, habían salido de la tienda. Habían comprado un par de anillos de boda, y Lali estaba atónita con un anillo de compromiso con un opulento zafiro y un diamante, por no mencionar el exquisito reloj de oro y los dos pares de pendientes que, de algún modo, habían atraído la atención de Peter. Lali, que jamás había visto a nadie comprar tanto a tanta velocidad, estaba perpleja.
—De verdad que no esperaba un anillo de compromiso —confesó apenas sin aliento al subir a la limusina, moviendo la mano en un sentido y en el otro para ver el reflejo de las preciosas gemas, incapaz de ocultar su felicidad,
—Bueno, como es natural, quiero que todo el mundo piense que esta relación es perfectamente normal —explicó Peter. El brillo del anillo pareció desvanecerse entonces de repente, y con él la felicidad de Lali, como si Peter hubiera pinchado un globo con un alfiler—. Además les he pedido a mis ahogados que redacten un acuerdo prematrimonial —continuó Peter con la vista clavada en ella—, Te atará de tal modo, que si alguna vez se me ocurriera divorciarme te arrodillarás suplicando, que no lo haga. — ¿Como dices? —preguntó Lali con las mejillas del color del carmín
—Sería un tonto si no te pusiera unos límites bien definidos. En un matrimonio estrictamente de conveniencia, como este, es necesario tener en cuenta la posibilidad de que tu atención pueda desviarse hacia…
— ¡Pero si aún no nos hemos casado! —exclamó Lali incrédula — ¿Ya estás hablando de que mi atención pueda desviarse?
—Me gusta considerar las cosas desde todos los ángulos posibles. Soy un hombre de negocios —señaló Peter en cogiéndose de hombros
  Lali estaba perpleja. Aquello era un shock estaba enfadada con él. Peter seguía convencido de que andaba detrás de su dinero. Aunque ciertamente quizá a ella también le viniera bien que se lo recordara para así poner los pies sobre la tierra. Desde el momento en que Peter le había pedido que se casaran, había estado en las nubes. ¿Y por qué? Porque casarse con Peter era para ella un sueño. Sin embargo, tenía que enfrentarse
al hecho de que, aunque ella siempre lo había amado, él jamás la había correspondido. Aquellas preparaciones para la boda no tenían nada que ver ni con romances ni con celebraciones.

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