Saturday, August 29, 2015

capitulo 13

Su tímida tía abuela, una persona a la que dominaba su hermana mayor y su malhumorado hermano, había sido el único miembro de la familia que había hecho algún esfuerzo por alegrar la existencia de Lali. Nunca le había gritado, cuando la había oído llorar por la noche. Siempre había intentado consolarla.
-Te prometo que intentaré localizar a tu padre, pero me tienes que prometer una cosa -le había informado Peter, muy serio-. Una promesa que te tendrás que pensar bien.
-¿Qué promesa?
-Que dejes de huir. Porque eso pone cada vez más furioso a tu abuelo y cree que eres una niña malcriada, en la que no se puede confiar. Es un hombre muy estricto y tus continuos desafíos provocan una respuesta muy desagradable en él...
-¿Dijo el padre Vassari que el abuelo era desagradable? -le había preguntado Lali.
-No, no -Peter se había sonrojado-. Pero Gino Esposito tiene fama de ser un hombre muy testarudo, que nunca da su brazo a torcer. Lo que debes hacer es morderte la lengua y fingir que estás dispuesta a obedecerlo, aunque no quieras...
-No creo que el sacerdote te haya dicho que sea una hipócrita.
-¡Eres muy lista, para tener sólo doce años! -había respondido Peter, medio riendo-. Lo único que quiero que sepas es que a mi tío abuelo no le gusta verte triste. Quería que te dijera que lo mejor que puedes hacer es obedecer a tu abuelo...
-Yo sólo quiero volver a Londres -había murmurado ella, con lágrimas en los ojos-, a ver a mi mamá, a mis amigos, mi colegio...
-Pero ahora tienes que acostumbrarte a vivir con la familia que tienes en Cerdeña, piccola mia -le había respondido Peter.
Había sido tan claro con ella, después de todos aquellos meses de haber sido tratada como una niña impertinente, que sus palabras le habían llegado al corazón. Y había creído que él sería el que encontraría a su padre.
Pero cuando, a la vuelta de unos meses, le había comunicado la noticia de que su padre había muerto en un accidente, se había sentido desolada. A lo largo de los años, Peter se convirtió en el salvavidas de Lali.
Cada dos meses iba a visitar a su tío abuelo, y con bastante más frecuencia, cuando la salud del anciano sacerdote se había empezado a deteriorar. Y siempre la había ido a visitar a ella también.
Lali no tenía nada en común con la familia de su padre. Se había sentido contenta y aliviada de haber podido censurar a aquella gente delante de Peter. El le enviaba libros en inglés y algunos periódicos. Ella había comenzado a escribirle cartas. El amor que había surgido en ella por Peter, había sido un proceso natural.
Lali también se acordó de Gino, Maddalena y Teresa. Se puso tensa e intentó borrarlos de su imaginación. Durante los últimos cinco años, su abuelo no había contestado a ninguna de sus cartas, lo cual no era una sorpresa. Seguro que no entendía la conducta de su nieta, que había abandonado a su marido. La familia de su padre adoraba a Peter.
Lali salió de la habitación y se encontró en un pasillo en el que se veían cuadros con escenas medievales y cubierto de preciosas alfombras. Cuando vio la escalera en forma de caracol, estuvo a punto de subir por ella, para averiguar dónde iba. Recordó que tenía que llamar a Gas. Seguro que estaría preocupado, porque hacía tres días que no lo llamaba.
Abrió la puerta de roble macizo que encontró al final de la escalera y salió a un tejado, ¿o eran las murallas de un castillo? Se fijó en las torres cuadradas que se alzaban frente a
ella, se dirigió al parapeto, miró hacia abajo y le horrorizó la altura. A continuación miró a su alrededor, contemplando las montañas nevadas y los fértiles valles.
-Parece que ya te has recuperado.

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