Tuesday, August 25, 2015

capitulo 33

—Bueno, para empezar, ni siquiera sabía si Gimena se lo había dicho a mi padre — explicó Lali—. Además, no era yo quien tenía que decir la verdad, no era yo quien sufriría las consecuencias si tú te decidías a denunciarlo a la policía.
—Así que, en lugar de ello, dejaste que siguiera llamándote «ladrona» —comentó Peter con dureza, pasándose unos dedos nerviosos por el cabello.
  Lali se apresuró a explicarle a Peter la razón por la que Gimena había actuado así. Su madrastra había contraído demasiadas deudas con una tarjeta de crédito. Estaba demasiado avergonzada como para confiar en su marido, y sabía que, con sus ingresos, jamás lograrían pagarlas. Por eso, desesperada, había decidido robar. Después, lo había malvendido todo por una minucia a un comercian te sin escrúpulos en el mercado local. Lali había encontrado la miniatura en las dependencias de la servidumbre por pura casualidad y, tras sonsacarle a su madrastra la verdad, había pagado sus deudas con los ahorros de su trabajo a jornada parcial.
—El salario de tu padre llevaba quince años sin aumentar —comentó Peter con sencillez—. Él jamás se quejó, y nadie se dio cuenta hasta que mi contable examinó las cuentas de la casa y se hizo cargo de todo. Supongo que eso justifica de alguna manera el que tu madrastra se metiera en semejante lío.
  Peter lo comprendía. Lo comprendía sinceramente. Lali se sintió aliviada y avergonzada al mismo tiempo, las rodillas le temblaban.
—Jamás dudé de tu culpabilidad —confesó Peter con ni rudeza y sinceridad, tenso—, Cuando, hace dos años, vi el lastimoso estado en el que se encontraban las dependencias de la servidumbre, me quedé horrorizado. Alejo llevaba veinte años sin bajar, y jamás se le había ocurrido ir a comprobar cómo andaba todo. Entonces comprendí que estuvieras resentida hacia nosotros a causa de tu familia, y por eso creí que eras culpable de los robos.
—Siento mucho no haberte dicho la verdad...
—Así que ahora ya lo sé todo, ¿verdad? —saltó Peter de pronto con voz tranquila y ojos brillantes, sin dejar de mirarla—. La hija del mayordomo decidió no robar sino, en su lugar, hacer algo más sensato y directo: pescar al hombre más rico de la familia, ¿no es eso?
—No me encuentro muy bien, Peter —musitó Lali apartándose el pelo de la cara mientras sentía que se mareaba.
—Claro, porque no te cuidas —contestó Peter tomándola en brazos—. Anoche estabas enferma, pero, ¿qué se te ocurre hacer hoy? Saltarte la comida, quedarte de pie durante horas, expuesta al frío, y, además, negarte a abrocharte ese abrigo. Tienes un enorme agujero en donde otros tienen el sentido común..., y lo más extraordinario de todo es que me siento bien.
—Es por Santino —musitó ella desolada.
—No te quejes... has pescado a un millonario.
—No me estaba quejando.
—Pues a mí me ha sonado a queja. Relájate, dejaremos lo de escoger el árbol de Navidad para mañana, Alejo lo comprenderá. Ahora mismo vas a comer y a dormir.
  Lali estaba demasiado cansada como para discutir.
Al día siguiente, Lali desayunó en la cama. Se sentía deliciosamente mimada, increíblemente tranquila. Había dormido doce horas, y veía el mundo a través de unas gafas de color rosa. Iba a casarse con el hombre al que amaba.
Nada más terminar de vestirse, tomó a Santino de la mano y lo bajó a las dependencias de la servidumbre con su padre y su madrastra.
—Creo que te vas a llevar una sorpresa —advirtió su padre. Cierto. Las oscuras y húmedas dependencias que ella recordaba habían sido transformadas en un lugar luminoso, cómodo y agradable—. El señor Peter mandó arreglarlo para nosotros. — explicó Nicolas—. Y además me subió el sueldo… es un amo muy generoso.
  Gimena, que ya había superado la angustia de lo ocurrido el día anterior, sonrió abiertamente.
—Ahora que todo está aclarado, me siento mucho mejor.
—Tenía que aclarase en cuanto volvieras a casa —señaló su padre—. Jamás habría permitido que cargaras con la culpa de esos robos, pero para cuando supe la verdad ya te habías marchado, y el señor Peter había comprado Court. No me sentía bien callando...
—Está bien, papá. Bastante tenías ya con Gimena enferma. —se apresuró a decir Lali.
—Todo el mundo cree, como la policía, que jamás se pilló al ladrón pero se recuperaron la mayor parte de los objetos.
— ¿Que te parece que me case con Peter?
—Me alegro mucho por ti, claro…para mí es… me llevará tiempo acostumbrarme — admitió Nicolas  sonriendo.
  Lali subió contenta las escaleras para recoger el abrigo de Santino, y cuando volvió a bajarlas con la misma euforia, vio a Peter esperándola en el Great Hall. Alto, moreno, espectacular. Peter alargó una mano y le ofreció un abrigo.
— ¿De dónde lo has sacado? —preguntó Lali poniéndoselo y dándose la vuelta para mirarse en un espejo.
Le encantaba aquel abrigo largo y negro. Con el cuello levantado parecía Anna Karenina.
—Fue una compra impulsiva.
—Es precioso —comentó Lali acariciando el tejido de cachemira, incapaz de recordar la última vez que había tenido algo de ropa que le gustara tanto.
— ¿Entonces has cambiado de opinión en relación a los regalos?
—Depende de qué quieras a cambio —bromeó Lali saliendo hacia el Range Rover
— A ti… esta noche —declaró Peter escueto. Lali se ruborizó y lo miró temblorosa, con expresión de reproche—. Mi riqueza a cambio de tu cuerpo —le recordó Peter sin el más mínimo remordimiento, clavando los ojos verdes en ella—. No es un intercambio muy sensato, realmente, Lali... pero no voy a quejarme. ¿Qué hombre en su sano juicio se quejaría? Después de todo, si estuvieras enamorada de mí, ahora tendría que hacer enormes esfuerzos para satisfacer tus deseos de romanticismo
—Creo que te toparías con un desafío imposible —respondió Lali con ojos sospechosamente brillantes.

3 comments:

  1. este peter es tremendo tiene en la mente tener sexo con lali a cada oportunidad que sel le da.

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  2. Es un mete pata Peter, no se dará cuenta que Lali lleva toda su vida enamorada de el

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