Sunday, August 23, 2015

capitulo 24

  Lali cruzó los brazos sobre su torso en un gesto defensivo y contestó con sinceridad en un susurro:
—Aterradora
—Mírame —ordenó Peter.
—No... puedo…
¿Cómo iba a mirarlo a la cara cuando se lo dijera?, ¿cómo iba a decir que Santino era su hijo? Peter se pondría hecho una furia. La odiaría no le volvería la espalda a Santino, asumiría su responsabilidad pero la despreciaría por colocarlo en semejante situación,
— ¡Demonios! —exclamó Peter explotando y poniendo una mano sobre su hombro para hacerla volverse y mirarlo a la cara—. ¡Te he dicho que me mires!
  Lali se tambaleo. Lo miró aterrorizada con la boca seca y el corazón palpitante. Él buscó en su mirada, observó su rubor y, de pronto, la apartó de sí con un solo movimiento y una expresión de desprecio.
— ¡Eres una zorra no podías apartar los ojos de él!
— ¡No, yo...!
Peter extendió los brazos en un gesto de desprecio y luego volvió a dejarlos caer. Sus ojos brillaban
— ¡Te metió en su cama, te poseyó y te abandonó! ¡Y, no contento con eso, encima se jactó de su hombría .Y sin embargo ahí lo tienes: Agustin entra en el comedor esta noche, después de dos años, y de repente no existe para ti nadie en este mundo más que él.
— ¡Pero si no ha sido así...! —se defendió Lali confusa.
—Quizá no te fijaste en su reacción al conocer la noticia de que habías tenido un niño —continuó Peter—. Se había olvidado por completo de que hubiera tenido nunca ese problema. Se quedó paralizado. Habría negado incluso toda responsabilidad, de no haberse acordado a tiempo de que había estado jactándose de su virilidad
—Peter..., tengo algo que decirte…
—No, no tienes nada que decirme, nada que yo quiera oír —la interrumpió con rudeza y rotundidad—. Esta noche he descubierto al fin lo que quería saber. Aún estás loca por Agustin
—Yo no estoy loca por...
— ¡Eres patética, Lali! —exclamó Peter echándole un ultimo y despreciativo vistazo antes de alejarse a grandes zancadas.
— ¡Peter! —gritó ella tras él, quedándose paralizada después al ver aparecer a Agustin en el umbral de la puerta.
— ¡Es toda tuya —gritó Peter al pasar al lado de él.
  Lali, temblorosa, buscó un sillón de mimbre y derrumbó sobre él.
— ¿Que le pasa? —inquirió Agustin irritado, deteniéndose delante de ella.
—Todo esto es por culpa de tus mentiras —respondió Lali.
—Así que Peter te contó que...
—Sí,
—Bueno todos hacemos tonterías cuando bebemos más de la cuenta —alegó Agustin como si nada, negándose a reconocer su error de un modo insultante— pero eso no explica por qué todos siguen creyendo que tu hijo es mío. ¿Por qué no les has dicho la verdad?
—No me siento demasiado bien —contestó Lali hundiendo el rostro entre las manos.
—Pues lo siento… pero has arruinado mi vuelta a casa—la condenó él.
—Hiciste algo terrible, Agustin… no trates de echarme toda la culpa de esta situación a mí —advirtió Lali.
—Pero si tiene solución, y fácil —alegó Agustin con estudiada naturalidad—. Dile a Peter que, cuando descubriste que estabas embarazada, creíste que el bebé era mío, y que luego te diste cuenta de tu error
  Lali soltó una risa ronca. Era el mismo Agustin de siempre, tremendo, ridículamente consciente de su propio ego ante Peter. No estaba dispuesto a que lo tacharan de fanfarrón y mentiroso, ni siquiera estaba dispuesto, después de dos años, a admitir que jamás habían sido amantes. Agustin siempre se había distinguido por su egoísmo.Lali apoyó las manos en los brazos del sillón y se puso en pie.
— ¿A dónde vas? —inquirió Agusitn.
—A la cama..., le contaré la verdad a Peter el día en que tú también se la cuentes — aseguró Lali temblorosa con ojos negros enfebrecidos por la inamovible convicción.
  Agustin la observó incrédulo y enfadado.
— ¡Pero sino va a creerme!
—Pues tendrás que hacer algo para resultar convincente... porque yo no voy a fingir que soy una zorra y una promiscua solo para que puedas fanfarronear.
— ¡Dios mío…! ¿Pero qué puedes perder tú?, ¿a Peter? Jamás será tuyo, y sin embargo ese niño podría ser para ti un salvavidas, un cheque en blanco de por vida. ¿Por qué no aprovecharlo? —Lali lo miró atónita. Agustin jamás se había mostrado tan mezquino ante ella—. Está bien..., es cierto que Peter no va a darle la bienvenida a un bastardo. Sobre todo ahora, que Maria Del Cerro va a convertirse en la segunda señora de Peter, Pero te aseguro que merecerá la pena. No tendrás que volver a trabajar.
  Lali se volvió pálida.
— ¿Maria…Del Cerro?
  Agustin enarcó una ceja. Se divertía cruelmente observándola.
—Sí, ya sabes, su amiga de toda la vida —le recordó Agustin—, Sea lo que sea lo que hayas pensado, ya puedes ir olvidándote. Maria es una mujer muy decidida. Si yo fuera tú, me daría prisa.
  Lali volvió a cerrar los ojos y se marchó, temerosa de desmayarse si seguía de pie. Maria ... la hija del mayor terrateniente de la zona, visitante habitual de la casa. Un agudo dolor la embargó. Aquello era más de lo que podía soportar. Así que era con ella con quien había estado la noche anterior a su viaje a Bruselas.
—Dime una cosa... —susurró Lali sin volver la cabeza—, ¿por qué pasaste de ser mi amigo, en el que yo confiaba, a mi enemigo?

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