Sunday, August 23, 2015

capitulo 23

—Gracias a tus malas artes, estuve a punto de arruinarme. Tus deudas casi acabaron con la propiedad. Court necesitaba reparaciones, y yo no estaba en posición de financiarlas. Siempre pensé que había heredado esta propiedad en depósito para pasarla a futuras generaciones, pero me temo que está más segura en manos de Peter que en las tuyas.
Mientras Alejo hacía ese comentario, Agustin se ponía rojo de ira. Lali no sabia adónde mirar. Estaba muy nerviosa por la noticia de que Peter era el propietario de Deveraux Court, pero más aun por tener que escuchar una conversación familiar.
— ¿Y por qué no me lo dijiste hace dos años? —exigió saber Agustin resentido—. ¿No crees que tenia derecho a saberlo?
— No —negó Alejo rotundo—. Cuando me dejaste solo con tus deudas, sin importarte mi suerte, perdiste todos tus derechos en relación a Court. Pero tranquilo, Agustin… Peter me pagó bien, tengo los cofres llenos.   Agustin se echó atrás, y Lali se levantó bruscamente de la mesa.
—Creo que todos estaréis mucho más cómodos si os dejo solos...
— ¡Tonterías, niña! —exclamó Alejo decidido e impaciente—. Siéntate y cállate. Hay más, y te atañe a ti precisamente.
— ¿A mí? —repitió Lali hundiéndose en el asiento.
— ¿Y cómo puede relacionarse con ella? ¿Quiere alguien decirme de una vez qué ocurre aquí? —exigió saber Agustin, airado y lleno de frustración.
—Tienes poca memoria, Agustin —comentó Peter con calma.
—Sí, ella es la madre del niño —respondió Alejo sarcástico, escrutando el airado rostro de su nieto—. Lali es la madre de tu hijo, Agustin. ¿A que es un buen regalo de Navidad?
  Lali se quedó helada. Estaba aterrorizada y disgustada.
—La madre de mi… ¿qué? —repitió Agustin a punto de explotar.
—Lali no abortó tal y como tú le sugeriste—explico Peter secamente—, Tiene un hijo.
—Pues si lo tiene, entonces es de... — pronto Agustin cerró la boca, recordando, evidentemente sus propias palabras reclamando ser el padre. Agustin echó una mirada incrédula y acusadora a Lali—. ¡Dios mío! ¿qué es esto?, ¿una caza de brujas— continuo preguntando, volviendo la vista hacia su abuelo—. ¿Para qué me has invitado esta Navidad?
—Siempre serás bienvenido aquí, mientras viva, Agustin—Le informó Alejo con tranquilidad—, Pero creo que debo informarte de que corres el peligro de ser desheredado en favor de tu hijo.
— ¿Des...heredado? —repitió Agustin con gran esfuerzo.
  Peter estaba tenso. Lali lo observaba. Tenía el ceño fruncido, observaba a su abuelo sin perder detalle. Era evidente, aún para ella, que aquel anuncio en particular era una sorpresa también para él.
  Lali retiró ruidosamente la silla sin decir palabra ni mirar a nadie, se levantó tambaleante y salió de la habitación. Estaba desolada, temblando, sudando. Había hecho bien al sospechar de los motivos de Alejo para invitarla, al dudar de la bondad de su corazón. Los había reunido a todos deliberadamente molesto contra su nieto, tratando de utilizarla a ella y a su hijo como arma arrojadiza contra él.
Y no podía permitir que Alejo hiciera una cosa así..., debía entrar de nuevo en la habitación y decir a todos que Santino era hijo de Peter. Pero, sin duda, Agustin ya se habría encargado de eso. No permanecería impasible y en silencio ante la última amenaza de Alejo.
  Lali llegó al Orangery, en el ala norte, sin darse cuenta; era su sala favorita de la casa en la adolescencia, un invernadero que la familia apenas usaba. Sin embargo estaba tan cambiada, que apenas la reconocía. El suelo de baldosas había sido restaurado, había una fuente de bronce con un león y enormes plantas. Una carcajada escapo de sus labios.
¿Pero en qué había estado pensando desde el momento de su llegada?, se preguntó. Era evidente en el cuidado jardín, en el aumento del personal de la servidumbre, en la ausencia de la más mínima mota de polvo, en la exquisitez de la comida, magníficamente presentada... Tantos cambios, y todos ellos revelaban una riqueza que Alejo jamás había poseído.
—Lali...
  Lali se enderezó, pero no fue capaz de darse la vuelta para enfrentarse a Peter. El aún no sabía que era el padre de Santino. ¿Cómo lo sabía? Por su forma de llamarla, demasiado tranquila y controlada... Tal y como era de esperar, Peter caminó a grandes zancadas para mirarla de frente y evitar que huyera.
—Yo no sabía que Alejo había invitado a Agustin, no me lo dijo —confesó ásperamente—. No conocía sus planes. Jamás te habría puesto en una situación como esta a sabiendas.
—A que ahora mi padre trabaja pasa ti —susurró Lali temblorosa. Peter permaneció en silencio. Lali se estremeció. Luego, bruscamente, se volvió hacía otro lado—. ¡Maldito seas, Peter! ¡Deberías habérmelo dicho!
—No es tan importante...
¿Que no es tan importante?—replico ella perpleja.
—Alejo ocupa ahora una serie de habitaciones de la planta baja, pero es porque, debido a su salud, ya no puede subir y bajar escaleras. Para todo lo demás, él ha sido y sigue siendo el señor, y yo no hubiera permitido que hubiera sido de otro modo — explicó Peter—. Agustin casi lo arruina. Compré esta casa porque tenía que comprarla, no porque quisiera privar a Agustin de lo que toda la vida ha considerado suyo.
—De todos modos él la habría vendido —musitó Lali sin darse cuenta, pensando en voz alta
—Ha sido una noche muy reveladora —murmuré Peter oscuramente, dejando a un lado la conversación convencional, tal y como había hecho ella antes, y demostrando con ello que estaba más afectado de lo que parecía bajo su fría compostura

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