Friday, August 21, 2015

capitulo 12

Estaba a escasos centímetros de la mesa de Peter, pero él debía suponer que la había pillado in fraganti.
—No me he acercado a tu mesa —musitó Lali a la defensiva, apartándose mientras   Peter se acercaba a ella.
— ¿Y desde cuándo te interesa la electrónica?
  Lali se le quedó mirando. Tenía el cabello negro revuelto y la camisa a medio abrochar mostrando a medias un pecho moreno que Lali sabía estaba cubierto de vello rizado y negro. Cohibida, Lali cerró los ojos. Pero aun así continué viendo a Peter de pie, con la mandíbula tensa y cubierta con la barba incipiente de la madrugada. Como en aquella otra ocasión.
Deseaba poder olvidarlo, sobre todo porque era evidente que Peter acababa de estar en la cama de otra mujer. De pronto la asaltaron los celos, — ¿Buscas dinero?
— ¿Di... Dinero? —tartamudeo Lali.
—No sé por qué me parece que aún no te has licenciado en la asignatura del robo.
— ¡Vete al diablo Peter! — exclamó Lali al comprender por fin a qué se refería—
¡Yo jamás te robaría nada!—añadió apartándose desolada ante su desconfianza —No te hace falta —contestó Peter—. Te daré dinero, si quieres.
— ¡Eres un cerdo! —exclamó ella cubriéndose la cara con ambas manos—. ¡Solo estaba buscando algo para leer porque no podía dormir!
—Preferiría que fueras una cleptómana —continué Peter—. Es un problema al que podría enfrentarme, pero los cleptómanos no venden los botines de sus robos como tú.
—No quiero hablar de eso... —contestó Lali, volviéndose una vez más hacia él con los puños apretados.
—Me temo que me dejó muy mal sabor de boca descubrir que habías estado robándole a mi abuelo justo el día antes de compartir la cama conmigo.
— ¡Te he dicho que no quiero hablar de eso! —exclamó Lali furiosa.
—Debiste ser especialmente hábil en aquella ocasión. Si no recuerdo mal, te pasaste toda la mañana montando a caballo, tratando de «tropezar» accidentalmente conmigo. Luego me llevaste la comida, que habías preparado especialmente pata mí. Los cocineros de Alejo jamás habrían podido cocinar nada así —continué Peter con un brillo burlón en la mirada.
—Peter...
—Después, por la tarde, estuviste por el bosque, cogiendo flores en una cesta... qué pintoresco. Luego me llevaste la cena, y esa misma noche sacaste a pasear al perro de Alejo. De hecho, perseguirme te ocupó casi todo el día. —continuó Peter con voz cada vez más temblorosa, sonriendo y echando atrás su arrogante cabeza—. Dios mío... Lali. cuando te vi tirando de aquel enorme perro para llevarlo a casa..., me dio pena.
  Lali había estado escuchando con la cabeza bien alta, sosteniendo su mirada pero al comprender que Peter no iba a omitir un solo detalle se sintió mortificada.
— ¡Me alegro mucho de haberte entretenido tanto!—soltó tratando de pasar por su lado para marcharse.
Pero Peter la retuvo, dejó de reír y sus ojos la miraron penetrantes —Me hiciste reír..., y, en aquel tiempo, me sentí muy agradecido por ello.
— ¡Suéltame…!
—Al principio, quería preguntarte de dónde sacaste el tiempo aquel día para practicar con tus ligeros dedos, pero ahora eso ya no me importa —continuó Peter con voz cada vez más profunda-. Ahora que te rengo en mis - zos, medio desnuda, eso ya no me importa,..
Lali abrió los ojos perpleja y los bajó para observar su camisón verde hasta la rodilla. No tenía nada de provocativo Levantó la vista ruborizada y lo miró con expresión de reproche.
—No voy medio desnuda,
—Podrías tentarme igual vestida con un saco —contestó Peter, rodeándola con sus brazos.
— ¿Qué estás ha… haciendo? —jadeó Lali con el pulso acelerado, sintiendo el calor que le proporcionaba su poderoso y enorme cuerpo, haciéndola sentirse como si estuviera de verdad medio desnuda—. Peter...
—Tiemblas cuando te toco... —prosiguió él con ojos verdes intensos, brillantes..., — y no finjas que no eres consciente del efecto que provocas en mí.
  Lali estaba temblando. Peter se agarraba a la curva de sus caderas sin inhibiciones, la estrechaba contra sí haciéndola notar la excitación de su masculinidad. Lali sintió que las piernas le fallaban, que los pezones se le ponían duros y que una ola de deseo la recorría. Luchó con toda su voluntad, pero fue inútil, —No seas grosero.
  Peter bajó la cabeza, su aliento rozó las sienes de Lali. Sus ojos esmeralda sostuvieron la mirada de ella,
—Si yo puedo rendirme al deseo, tú también...
— ¡No!
—Tú sientes el mismo deseo que yo, lo noto —continuó Peter con voz ronca, satisfecha. —.Lo noté anoche, y me juré que haría cuanto estuviera en mi mano para pasar al menos… ¡No perdamos más el tiempo, vamos a la cama!
Aquella palabra, «cama», sonó como una sensual invitación al paraíso. Lali se odió así misma por la debilidad de su cuerpo y de su voluntad, y ese odio le dio fuerzas para apartarse y resistirse al hechizo.
—Merecería que me ahorcaran si lo hiciera —contestó Lali soltándose—, No comprendo cómo puedes creer que te deseo hasta ese punto... porque no es verdad, te aseguro que no
— ¡Claro que me deseas! —exclamó Peter impaciente—. ¿Por qué piensas que quería asegurarme de que estuvieras aquí esta noche?
  Lali apenas era capaz de poner en orden sus pensamientos, pero a pesar de todo logró captar el sentido de aquella confesión,
— ¿Asegurarte? ¿Y cómo ibas a asegurarte de que es tuviera aquí?

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