Saturday, August 29, 2015

capitulo 16

Lali se quedó mirando el suelo, sintiendo un nudo en la garganta, al recordar lo que había pasado. Se había enfadado mucho con Peter por haberla llevado de vuelta a Sienta.
Se había escondido en el asiento de atrás de su coche, para escaparse. Había sido un acto impulsivo, de pura desesperación.
El tío abuelo de Peter, el padre Vassari, había muerto esa misma semana. Ella había sido consciente de que Peter ya no iba a tener razón alguna para acercarse al pueblo. En aquellas circunstancias, no había sido capaz de ocultar sus sentimientos por él y en el pueblo se habían oído cotilleos, lo cual había puesto furioso a su abuelo. Por eso le había prohibido escribir más a Peter.
Peter no descubrió que ella estaba en el coche hasta que paró en una gasolinera de un pueblo de la costa. Aquella ocasión fue la única vez que ella recordaba que él había perdido los estribos. Sin escuchar sus súplicas, la había metido en el coche y la había llevado de vuelta a casa. Cuando llegaron, ya había oscurecido. Ante los ojos de Gino Esposito, pasar una noche en compañía de un hombre arruinaba completamente su reputación, con muy pocas posibilidades de redención. En aquel mismo instante le exigió a Peter que se casara con ella.
-Mi abuelo sabía que entre nosotros no había pasado nada -empezó a decirle Lali con voz temblorosa, intentando defenderse.
-Pero yo sabía que si no me hubiera casado contigo, no habrías podido soportar vivir en aquella casa. Dejé que mi conciencia me convenciera de que eras responsabilidad mía. ¿Y qué recibí a cambio? -le preguntó Peter-. Una mujer que se llevaba el osito de peluche a la cama a dormir. Pero te puedo decir que aquello fue más eficaz para no tener relaciones contigo, que un cinturón de castidad de los de la edad media. -Tú dijiste que querías tener una esposa...
-Ya tengo una. También tengo la custodia del osito -le informó Peter con sarcasmo.
-¡Tú no tienes ningún derecho sobre mí!
-¿Has hecho ya las maletas? -le preguntó Peter, sin hacerla caso.
-Sí pero...
-Bene... Como ya no tienes que descansar, no gastaremos más tiempo aquí -Peter abrió la puerta y la miró.
Lali sacó un poco la lengua y se humedeció los labios.
-¿Por qué haces todo esto? ¿Qué pretendes?
-La verdad, Lali... ¿Siempre eres tan lenta para comprender las cosas? -le dijo, dirigiéndole una mirada que helaba-. No deberías haberme mentido.
-¿Mentido? -repitió Lali, cuando él le puso la mano en los hombros, para ayudarla a bajar por la escalera de caracol-. ¡Yo no te he mentido!
-Habría sido más comprensible si hubiera confesado todo cuando nos encontramos. Pero las mentiras me ponen furioso -gruñó Peter-. Cuando esta mañana supe la verdad, estuvo a punto de subir y zarandarte hasta que te hubieran sonado todos los dientes de esa pérfida cabeza que tienes.
-¿De qué diablos me hablas? -exclamó Lali.
-De tu cuarenta y ocho por ciento en la empresa Finlay Travel -replicó Peter en un tono de acusación-. ¡Sacaste de un apuro a tu amante con mi dinero!
Lali se quedó tan sorprendida que no supo qué decir.
-Yo no esperaba recibir a mi esposa en puro estado virginal. Ni tampoco esperaba que me recibieras con los brazos abiertos. ¡Pero lo que nunca me imaginé era que durante los últimos cinco años hayas estado en connivencia con esa zorra que te trajo a este mundo!

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