Tuesday, August 25, 2015

capitulo 37

  Lali se estremeció convulsivamente. La vibrante pulsación del deseo la hacía estremecerse. Peter juro nuevamente en griego.
— ¡No me mires de esa forma… eso no me ayuda!—gritó Peter. Lali tenía la boca seca—. Lo haría… no soy ningún caballero inglés como mi primo. Me da la sensación de que vas a tener que aprender a hacer el amor en los sitios más increíbles, porque a veces, cuando te miro, creo que no puedo esperar... ¡ni un solo día más, ni una sola hora, ni un solo segundo! —gruñó echando la cabeza arrogante atrás y cerrando los ojos—. Y saber que tú sientes lo mismo añade toda una nueva dimensión a mi agonía.
—Así que me consideras una persona lasciva, ¿no es eso? — preguntó Lali.
—Para mí es perfecto que seas lasciva, Lali —le confesó Peter—. De hecho, cuando clavas esos enormes ojos negros sobre mí, creo que la testosterona me sube a niveles peligrosos. Hace dos años y medio, cuando pasé repentinamente del hambre al festín, aquello resulto ser la experiencia más increíble del mundo.
  Lali se encogió en un rincón. Estaba enterándose de muchas cosas, pero no le era grato escuchar ninguna de ellas. De modo que el aspecto íntimo de su matrimonio había sido poco satisfactorio. Si se hubiera parado a considerarlo en aquel momento, probablemente habría llegado a esa conclusión. Peter era un hombre de un físico imponente, espontáneo de sangre caliente; y Belen una mujer fría, profundamente narcisista. Pero le dolía tener que escuchar que la gran atracción que había ejercidos; sobre Peter era únicamente física, que se debía solo a su frustración sexual. Era duro aceptar el hecho de que Peter veía en ella solo a una compañera de cama, dispuesta a satisfacer sus necesidades con un mínimo de exigencias.
—En aquel entonces, no eras más que una adolescente inmadura —continuó Peter de pronto con voz ronca, levantando la cabeza para mirarla directamente a los ojos—. Por fuera una mujer, por dentro una niña imprudente. Pero yo entonces no lo veía… ni siquiera me di cuenta de que eras aún una adolescente hasta que no fue demasiado tarde, — ¿En serio?
—Te recuerdo jugando en el jardín de atrás, hace años… pero, de no haber montado a caballo tan bien, jamás me habría dado cuenta de tu presencia —admitió Peter—. Pusiste especial cuidado en no decirme que acababas de terminar el colegio ese verano. Hablaste del trabajo que ibas a comenzar en agosto, pero jamás admitiste que era tu primer empleo.
—Tenía un año más que el resto de la gente de mi curso… el año que murió mi madre lo perdí, comencé a quedarme retrasada, y tuve que repetir. No estaba tratando de ocultar mi edad.
—Disculpa, pero sí —Contraatacó Peter.
—Solo quería… parecer más natural —protestó Lali.
—Ah, pues lo conseguiste —contestó Peter mientras el chofer les abría la puerta y salían del coche—. En realidad, lo hiciste tan bien que no me di cuenta de que estaba en la cama con una virgen hasta el momento mágico.
  Lali se dirigió hacia las escaleras a toda prisa, necesitaba escapar de aquella violenta conversación. Pero Peter continué:
—Jamás habría soñado que una virgen pudiera ser tan hábil ni tan tentadora —susurró Peter en su oído desde detrás, colocando las manos sobre sus caderas justo cuando ella intentaba escapar—. Naturalmente, pensaba que tenías experiencia.
— ¡Pues no te quejaste cuando descubriste que no era así! —gritó Lali soltándose, corriendo hasta el descansillo de la escalera.
  Peter subió hasta ponerse a su nivel y colocarse en una posición agresiva, con las largas piernas separadas, mirándola.
—Cierto primitivismo en mí se regocijó ante la idea de ser tu primer amante… pero cuando recupere la cordura me sentí cómo un completo bastardo.
—Pero tuviste buen cuidado de no sentirte así hasta después de haber conseguido lo que querías —exclamó Lali acusándolo.
—¡Dios mío… cuando se te mete una idea en la cabeza te pones imposible! Algunas veces me dan ganas de estrangularte —confesé Peter con impaciencia, alcanzándola y atrayéndola a sus brazos, negándose a que ella lo rechazara—. ¡Pero eso no es nada comparado con lo que deseé hacerte cuando te vi con Agustin! ¡Y encima me sonreíste como si fueras una cualquiera, una pequeña y maliciosa...
  Peter no terminó el resto de la frase, sino que juró algo en griego recordando el momento con rabia. Luego, la tomó en brazos y la llevó al dormitorio principal con unas cuantas zancadas.
— ¡Yo no sonreía… no es cierto! —jadeó furiosa Lali—. ¡Suéltame!
—Será un placer... —respondió Peter dejándola sobre la cama en una posición poco elegante, con las piernas abiertas y el cabello revuelto—. Es hora de que tú y yo tengamos una charla sincera. No es algo en lo que tú seas muy buena… pero tendrás que aprender a serlo conmigo.
— ¿Te parece? —preguntó Lali,
—Lo sé. Me has acusado de dejarte tirada como si fueras un periódico viejo, hablas como si me hubiera aprovechado deliberadamente de tu inocencia —dijo Peter censurándola y abalanzándose sobre ella—. Pero los dos sabemos que tú jugaste un papel muy importante en tu propia caída. Cuando una mujer se ofrece a sí misma a un hombre de esa forma, él ve en ella una invitación sexual no el comienzo de un romance.
— ¿Cómo te atreves? —preguntó Lali furiosa, temblando.
—Quizá puedas explicarme cómo hubiera podido continuar el romance cuando todo lo que había entre nosotros era sencillamente insostenible— continué Peter—. Tú eras excesivamente joven. Yo tenía veintisiete, tu diecinueve.
— ¡Y además yo era la hija del mayordomo, no lo olvidemos! —exclamó Lali echando chispas por los ojos.
—Mis antepasados eran pescadores en Grecia, pero a mí me enseñaron a sentirme orgulloso de mis raíces. Abre los ojos… hoy en día no importan las diferencias de clase.
— ¡Pero algunos no lo ven así! —exclamó Lali levantando orgullosa la cabeza mientras trataba de sacar las piernas por el borde de la cama.
—Quédate donde estás —ordenó Peter en tono de advertencia mientras se quitaba la chaqueta—. Seguiremos hablando de esto aunque nos lleve el resto de la noche. Los dos traicionamos la confianza de nuestras familias aquel fin de semana, pero yo al menos reconozco que hice mal... ¿cuándo piensas reconocerlo tú?
—Lo reconozco… lo reconocí entonces, pero... —con testó Lali temblorosa, tartamudeando,
  Peter lanzó la chaqueta al otro extremo de la habitación como si ella le hubiera dado pie a una concesión largamente esperada.
—Entonces, cuando te diste cuenta de que habías dado un paso en falso, te dijiste a ti misma: «me siento bien, así que, aunque esté mal, voy a seguir haciéndolo», ¿es eso?
—No... pero— contestó Lali ruborizada.
—No hay peros que valgan —continuó Peter—. Yo hice lo que creí que era lo mejor en aquel momento, y como no estaba preparado para comprometerme contigo, puse fin a nuestra relación.
—Me rechazaste… —musitó Lali tensa.
—No hubiera sido justo dejarte esperando, con la impresión de que quizá algún día podía volver contigo—respondió Peter respirando hondo.
—Pues puedes estar orgulloso, lo conseguiste —dijo Lali soltando una risita sin ganas.
—Lo sé... —asintió Peter en voz baja, dándole un gran peso a sus palabras. Su rostro estaba en sombras—, Sé perfectamente qué hice. Fue un fin de semana loco, maravilloso, pero también fue demasiado intenso, demasiado precipitado. Necesitaba volver atrás para reflexionar, por el bien de los dos
De pronto, Lali se sintió incapaz de mirarlo. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Estaba escuchando la verdad, comprendió dolorida «Demasiado intenso». Había mostrado sus sentimientos demasiado abiertamente, y sin duda, Peter había comprendido que ella sería una carga.
Había sido un «maravilloso» fin de semana, pero él no deseaba repetirlo, así que... no podía haber sido tan «ma ravilloso», después de todo.
El colchón se hundió ligeramente bajo el peso de Peter que, con sorprendente ternura, apartó el velo de cabellos de su rostro, dejando que sus nudillos acariciaran suavemente sus mejillas.
—A veces eres tan niña... simplemente te lanzas sin mirar. Yo no soy un hombre impulsivo, pero aquel fin de semana solo vi el instante, y no calculé las consecuencias hasta que no fue demasiado tarde. Hubo un precio que pagar. Yo no quería hacerte daño…
— ¡Pero me lo hiciste… huiste de mí lo más rápidamente que pudiste!
  Peter la estrechó fuertemente entre sus brazos obligándola a permanecer muy cerca de él y añadió:
—No confiaba en mí mismo cuando estaba cerca de ti...
  Lali luchó por seguir respirando. Estaba atemorizada, temía perder el control y ponerse a gritar allí mismo, en sus brazos, así que apoyo el rostro contra su hombro y se
preguntó cómo diablos había acabado tan unida a él. Era como si el cuerpo de Peter fuera su segunda piel, recibía demasiada seguridad de aquel abrazo como para apartarse.

3 comments: