Wednesday, August 26, 2015

capitulo 39

  Lali encendió la luz en mitad de la noche y observó a Peter dormir. Lo único que deseaba era darse una fiesta para los ojos. El estaba tumbado boca abajo, con el cabello revuelto, las pestañas negras como el ébano y la mandíbula con una sombra de barba incipiente. Tenía la espalda cubierta de arañazos, y asomaba una pierna por entre las sábanas enredadas.
  Lali, sintiéndose posesiva, lo tapó cuidadosamente igual que tapaba a Santino. y después se deslizó fuera de la cama para buscar de puntillas su ropa. Era tan feliz, que no podía dormir. Solo una nube oscurecía el horizonte. Peter había tardado horas en quedar exhausto, hasta la medianoche, pero no era ese el problema. En realidad no había nada tan maravilloso como el hecho de que Peter sintiera una sed insaciable de procurarle placer.
Se había mostrado apasionado, tierno, tal y como ella lo recordaba., solo que en esa ocasión Lali estaba aterrorizada ante la idea de que él notara que aún estaba locamente enamorada. «Demasiado intenso». Eso era, precisamente, lo que lo había alejado de ella dos años y medio atrás. Peter pedía decir cuanto quisiera acerca de que ella era demasiado joven entonces, pero nada de eso la convencía.
Sería la esposa de Peter en el plazo de dos días. Él no la amaba, pero si tenía que amar a alguien. algún día, sería a ella. En cuanto acabara con él. Firmaría el estúpido acuerdo prenupcial y él comprendería que no buscaba su dinero. Y después, un poco de frialdad, cierta distancia, y algo de misterio, y enseguida conseguiría ser una esposa más deseable a sus ojos... Inmersa en sus pensamientos, Lali respiró la fragancia masculina de Peter impregnada en su camisa mientras continuaba tramando y planeando.
  Lali se despertó con la camisa de Peter puesta. Santino se subió a la cama con manchas de helado alrededor de la boca, Tenía los ojos brillantes, y no hablaba más que de que había desayunado con su padre, de que había ido al parque y de que se había columpiado y se había caído. Luego, se subió la pernera del pantalón y le enseñó la rodilla herida. Agarró a su hijo sobreexcitado segundos antes de que se diera de bruces y cayera de la cama.
—Ve a lavarte —dijo él dándose importancia, soltándose de sus brazos y corriendo a la puerta—. Papa ha dicho que vayas a lavarte.
  Lali salió de la cama en su persecución, pero se detuvo al ver a Harriet en la puerta. La niñera le dijo que ella se ocuparía de él, que tenía que cambiarlo antes de salir. Lali se duchó y se puso un vestido de lana negra. Luego, se pellizcó las mejillas para darse color. Necesitaba un neceser completo con pinturas, decidió.
Bajó las escaleras. La puerta de la biblioteca estaba abierta. Escuchó a Peter hablando, así que se quedó detrás. por si estaba con alguien.
—No hay ningún riesgo... —murmuraba él visiblemente divertido—, pero no me sentiré a salvo hasta que no le haya puesto ese anillo en el dedo… no, no puedo quedar contigo antes., no quiero que ella sospeche lo que estoy tramando... Maria —continuó en voz aún más baja—, eres tremenda…
  Lali se quedó paralizada, se acercó a la puerta y continuó escuchando. Escuchó claramente un comentario picante sobre «una cama cualquiera, con tal de que quepan dos», y luego, con voz ronca, un susurro: «Vas a ha cer que me avergüence... »
¿Peter, avergonzarse? Peter era incapaz de todo punto de avergonzarse. Lali se estremeció. Se apartó de la puerta y fue al salón. No debía preocuparse por s volvía a avergonzarse. más bien debía preocuparse por seguir viviendo.

Enferma, aterrorizada ante lo que acababa de escuchar, Lali se dejó caer en un sillón y se quedó mirando al vació. Peter y Maria . Solo dos días antes de casarse con ella Peter se permitía el lujo de tener una sugestiva y erótica charla de esas que solo se tienen entre amantes. Después de lo de la noche anterior, ¿cómo podía Peter traicionarla así?
Incapaz de quedarse quieta, con el estómago revuelto, Lali se puso en pie. Tenía la mente en blanco. Lo único de lo que era consciente era de su propio dolor, de su propia incredulidad. Pero luego tuvo que cuestionarse también esa sensación porque. ¿de dónde se había sacado la idea de que Peter le sería fiel? Había sido muy ingenua.
  Lali trató de recordar exactamente lo que había oído. Peter no quería ver a Maria antes de la boda por miedo a levantar sospechas. Y también había dicho que no se sentiría seguro hasta que ella no tuviera el anillo en el dedo. Por supuesto Peter no quería estropearlo todo antes de tiempo. Tenía mucho que perder si no se casaban.
Se había permitido el lujo de olvidar que Peter solo se casaba con ella para adquirir plenos derechos sobre su hijo. Lali recordó el acuerdo prenupcial y sintió que la sangre le hervía. Era evidente que Peter planeaba continuar con su aventura, Preocupado ante la idea de que esa aventura pudiera acarrear una demanda de divorcio, Peter buscaba salvaguardar su riqueza. La cabeza le estallaba. Lali parpadeó, respiré hondo Estaba dejando volar su imaginación.
  Peter amaba a Santino, y tenía que saber que si luchaba con ella por su custodia, seria el niño quien saldría perdiendo. No, Peter no tenía ningún plan maquiavélico para robarle a su hijo, no.
  Lali se cruzó de brazos y luchó contra su dolor con decisión. Si se negaba a casarse con Peter y se enfrentaba a él, ¿a dónde la llevaría eso? Su riqueza siempre le daría ventaja. El tendría que mantenerlos. Ella tendría que soportar que visitara a Santino por el bien de su hijo. Quizá in cluso tuviera que soportar que Maria fuera su madrastra. No, casarse con Peter le proporcionaría cierta igualdad frente a él. Alejarse de él solo conllevaba seguir siendo dependiente...
Al salir de la casa Peter la rodeó por los hombros con un brazo y ella se apartó.
— ¿Qué ocurre? —preguntó él frunciendo el ceño.
—Nada.
—Escucha, es evidente que algo no anda bien —afirmó Peter al llegar a Harrods, viendo cómo se comportaba Lali.
—Quizá no tenga un buen día —contestó ella con frialdad.
Harriet los seguía a poca distancia, y eso hacia imposible mantener un diálogo en privado. A la hora del almuerzo, mientras todos comían. Lali bebió varias copas de vino con el estómago vacío, consciente de las miradas de frustración que le dirigía Peter.
Habían pasado varias horas en Harrods. Lali se había resistido cada vez que alguien le había sugerido que buscan un vestido de novia, Santino, en cambio, estaba ya en posesión de un guardarropa tal que podrían vestirse con él varios niños. Cuando se trataba de su hijo, Peter no tenía sentido de la proporción. Además, había saqueado el departamento de juguetes, sobrepasando cualquier expectativa de Lali.
Ella, en cambio, había pasado de la rabia a la melancolía a la velocidad del rayo. Se sentía enferma, desesperadamente celosa. Era como un veneno que la corroyera por dentro. Había llegado a un punto en el que primero estaba convencida de que se casaría con Peter y haría de su vida un infierno espiándolo a cada minuto, y al segundo siguiente pensaba que no podía seguir con la boda dadas las circunstancias.
Sus emociones la controlaban peligrosamente. El helicóptero rodeó Deveraux Court y aterrizó al oeste de la casa. Era tarde, y comenzaba a nevar.
—Nieve... —comentó Santino entusiasmado con los primeros copos, corriendo hacia la puerta principal de la casa.
  Peter observaba a Lali. Ella contemplaba a su hijo como un gesto trágico. ¿Cómo privar a su hijo de un padre al que adoraba? Seguridad, amor, dos padres... eso era lo que su hijo necesitaba. El árbol de Navidad ocupa ba gran parte del Great Hall. Brillaba y relucía con decoraciones doradas y plateadas y luces navideñas.
—Soy capaz de rasgarte a jirones tu precioso traje de diseño si me eres infiel —dijo Lali con naturalidad, mientras se quitaba el abrigo
  Peter había estado observando a su hijo trotar perseguido por sus dos abuelos, pero de pronto volvió la vista hacia ella. Lali tuvo el placer de ver cómo se quedaba helado. Sus ojos la miraron incrédulo. La sonrisa de Lali era gélida. Ella subió las escaleras y continuó diciendo:
—Soy capaz de contar toda la historia, con todo lujo de detalles, a la prensa.
— ¡Lali…!
—Soy capaz de quitarte hasta el último penique si me traicionas —continuó advirtiendo Lali desde la galería—. Voy a ser de ese tipo de ex mujeres que producen las peores pesadillas. No me mostraré en absoluto razonable, seré manipuladora, exigente y tramposa.
— ¿Qué diablos le pasa? —exigió saber Peter subiendo a grandes zancadas las escaleras tras ella—. Aparte de haber bebido demasiado vino, claro...
—Pensé que debías saber dónde te metías antes de casarte conmigo. Si alguna vez tengo razones para dudar de tu fidelidad, me vengaré y te perseguiré hasta la muerte.
—Creo que vas en la dirección equivocada.
—No, no voy en la dirección equivocada —musitó Lali—. Dormiré en el dormitorio chino mientras tú consideras tus alternativas.
—Entonces iré a visitarte —contestó él encantado.
Incrédula, Lali centró la atención sobre sus rasgos burlones, que la hicieron estremecerse aún a pesar de su mal humor.
— ¡De ningún modo!
  Agustin se acercó a ellos por el corredor con un parche sobre un ojo y una morena del brazo.
—Esta es TaIly —anunció.

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