Monday, August 24, 2015

capitulo 27

  Lali se encontró con un espacioso salón lleno de muebles de roble y cómodos sillones. Según su padre, la puerta de la izquierda daba al dormitorio, al vestidor y al baño, y la de la derecha al despacho. Lali quería echar un vistazo a ambos lados, pero no quería que la pillaran.
En realidad estaba completamente aterrorizada. Peter era muy inteligente, tremendamente sincero. Pedirle que comprendiera las razones que la habían llevado a dejar que todos siguieran creyendo que Agustin era el padre de Santino... bueno, era como pedirle que comprendiera a un loco cuando él estaba cuerdo.
  Peter llegó sin previo aviso. Las paredes eran demasiado sólidas como para que Lali escuchara sus pisadas en la distancia. Lali estaba alisándose la falda por décima vez y enredándose los dedos en los cabellos cuando la puerta se abrió. Ella vaciló. Peter la volvió a cerrar con un movimiento de cadera y miró a Lali con la más encantadora y hechicera de las sonrisas. Eso fue todo lo que ella vio: su fantástica sonrisa transformando los duros rasgos como un sol cegador en mitad del invierno. Aquello la dejó clavada en su sitio, el pulso se le aceleró siguiendo el ritmo de una música alocada.
Pero de pronto Peter rompió aquel momento mágico sacando un enorme ramo de rosas rojas. Lali, atónita, acertó a recogerlas y solo entonces vio que, en la otra mano, Peter llevaba una cubitera con hielo y una botella de champán. Lo observó sacar dos copas de un armario y abrir la botella y, finalmente, servir las copas.
— ¿Sabes que nunca había comprado flores para nin guna mujer? Supongo que ya te habrás dado cuenta—murmuró bromeando—. Mi padre siempre decía que le regalar flores es una tontería, a menos que sean para un enfermo o las lleves a una tumba — Lali sintió un nudo en el estómago—. Esta noche cenaremos fuera —prometió Peter contemplando su figura de arriba abajo con aires posesivos—. Esto ha sido todo lo que he podido conseguir en tan poco tiempo, y te confieso que comienzo a sentirme como un adolescente que trata de seducir a una chica bajo el mismísimo techo en el que vive su padre. Me sentiré mucho mejor en cuanto nos vayamos a Londres...
Rosas y champán, reflexionó Lali absorta. observando a Peter, de tan buen humor, y comprendiendo cada vez con mayor claridad que él había malinterpretado sus palabras. 
  Lali agarró la copa que Peter le ofrecía y dio un largo sorbo de champán para mojarse la boca, seca de pronto. Luego, musitó:
—Las rosas son muy bonitas, de verdad, son... pero me temo que no has comprendido la razón por la que...
—Comprendo perfectamente -la interrumpió Peter quitándole las flores y desabrochándose la chaqueta—. Has hecho la elección más lógica —añadió dando un sorbo de champán, desanudándose la corbata y quitándosela para dejarla junto a la chaqueta—. Ya no hay sitio para ti en la vida de Agustin. Con un poco de suerte, no serías para él más que una tentación que no puede permitirse, y en el peor de los casos simplemente un problema, Tally Richardson es la hija de su jefe. Y él está profundamente...
—No es a eso a lo que me refiero, Peter —intervino Lali con voz trémula, a pesar de sus esfuerzos.
Una mano morena le quitó la copa de champán de las manos temblorosas para dejarla aun lado.
—No seas tan tímida, Lali. No hará falta que hablemos de Agustin nunca más porque no pienso traerte a Court cuando él venga a visitar a Alejo.
  Lali sacó la punta de la lengua para humedecerse el labio inferior.
—Pero creo que has entendido mal... Cuando te llamé, no estaba...
—Hablas demasiado... contestó Peter con los ojos verdes fijos sobre sus generosos labios. Lali se quedó sin aliento, sintió un cosquilleo en los pechos, un inmenso calor entre las piernas. Con un solo movimiento, Peter la atrajo a sus brazos—. Y ahora mismo no me apetece hablar..., lo que quiero hacer es tumbarte sobre mi cama y hacerte el amor una y otra vez. Entonces, sabré que no hay vuelta atrás —recalcó con voz ronca.
La boca de Peter se inclinó sobre la de ella en un beso apasionado que la devoró casi por entero y la dejó temblando. Su lengua se deslizó profundamente entre los labios de ella en una imitación electrizante de la penetración que pensaba realizar. Lali sintió su masculinidad excitada contra el vientre, se sintió llevada por la pasión. Estaba tan desesperada por dejarlo hacer exactamente lo que quería con su tembloroso y deseoso cuerpo que dejó escapar un gemido.
  Peter gimió de pasión, en voz alta y sin vergüenza, y se inclinó para tomarla en brazos. Luego, empujó la puerta con los hombros para llevarla al dormitorio. Lali veía estrellas y luces, estaba en el paraíso. Enredó los dedos en su cabello revuelto y acarició con la palma de la mano su mejilla. Después, presionó los labios contra la piel morena de su cuello por encima de la camisa e inhaló lentamente la suave fragancia que emanaba de él. Pero, finalmente, con un estremecimiento, se arrepintió y jadeó:
— ¡Peter...suéltame... por favor! —Peter la dejó sobre la cama con dosel. Lali se sentó y se retiró el pelo de la cara temblorosa—. Antes, por teléfono, me has mal ínterpretado...
  Peter se quedó paralizado en el mismo instante en que se acercaba a ella. Frunció el ceño y escrutó su rostro.
— ¿Como es posible que te haya malinterpretado? Algo privado y personal entre tú y yo... ¿qué otra cosa puede ser, sino esto?
—Ha sido culpa mía —contestó Lali tragando—. ¿Cómo ibas a saber de qué se trata antes de que te lo diga?
— ¿De qué diablos estás hablando?
—Vas a enfadar mucho...
—Ya estoy enfadado —replicó Peter sin vacilar—. Primero sí, luego no...
—No se trata de sexo. se trata de algo mucho más importante...
— ¡En este instante no hay nada más importante! —exclamó Peter lleno de frustración, con ojos verdes brillantes y airados.
—Peter... ¡Demonios, no hay forma de terminar con esto!—confesó Lali desesperada. obligándose a sí misma a mirarlo a la cara—.Santino no es hijo de Agustin... es hijo tuyo.
El silencio se prolongó… se prolongó más allá de lo que Lali esperaba. Ella respiró temblorosa. Peter estaba tan quieto, que ella prefirió no hablar. Y después sus rasgos se retorcieron en un gesto fiero de condena.
— ¿Que clase de broma pesada es esta?

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