Saturday, August 22, 2015

capitulo 20

Descubrir que su padre había vuelto a casarse había sido un shock para ella, pero Gimena, tímida y callada, no había sido una mala madrastra. Su nueva madre, adoctrinada en el servicio y la lealtad a un amo como su marido, era la esposa perfecta para Nicolas.
  Lali se mordió la lengua incómoda pensando en su madrastra, una mujer a la que no había llegado a conocer realmente hasta que no había sido demasiado tarde. Miró por la ventana y contempló el jardín que tanto había amado. Court era como un túnel del tiempo lleno de maravillas, de recuerdos personales de los antepasados que habían vivido entre sus paredes a través de los años.
Cuatro años atrás, sin embargo, algunos de aquellos maravillosos e irreemplazables recuerdos habían comenzado a desaparecer misteriosamente. Primero un reloj de latón, después un estuche de manicura de plata. Ambos habían desaparecido de habitaciones que apenas se frecuentaban. Poco después, no obstante, los robos comenzaron a ser más importantes, comenzaron a desaparecer objetos de más valor,
—Tiene que ser alguien con fácil acceso a la casa —le había dicho la policía a Alejo.
El servicio fue interrogado en repetidas ocasiones. Cada vez que Nicolas descubría una nueva desaparición, la casa entera se revolucionaba. Las sospechas sembraban el rencor, y su padre se quedaba despierto por las noches esperando pillar al culpable. Nicolas había respondido a aquellos robos como si fueran responsabilidad suya por no guardar debidamente la propiedad. Y sin embargo nadie, ni una sola vez, sospecho de la persona a la que Lali pillo robando aquella miniatura…
  Lali, desconcertada y asustada, había buscado coartada mientras se apresuraba a devolver a su lugar el objeto robado antes de que nadie pudiera echarlo en falta. Sin embargo Alejo la había sorprendido con la miniatura en la mano y, naturalmente, había pensando que era ella la ladrona. Demasiado, tarde para comprender el riesgo que corría auxiliando al ladrón.
Aquel día, al recibirla Alejo no había hecho un solo comentario sobre tan humillante episodio, pero Lali no había podido olvidar la ira de su rostro ni el miedo que había pasado, que la había impulsado a confesar su embarazo. Sacudió la cabeza tratando de olvidar aquellos recuerdos y observó a tres figuras paseando por el jardín. Eran Alejo, Santino, y la niñera. Suspiro y se derrumbo sobre la cama. Le pesaba la cabeza. Decidió descansa un rato, se desnudó, quedándose en ropa interior, y se metió en la cama.
Un débil sonido la despertó haciéndola abrir los ojos. Alguien había encendido la lámpara de la mesilla y había descorrido las cortinas, Peter estaba de pie junto a la chimenea.
— ¿Que estás haciendo tú ahí? —susurro Lali, trémula, con los ojos muy abiertos.
—Vine a ver cómo estabas y me quedé a echar más leña al fuego.
—Estoy bien.
—Pues no lo parece. Te sugiero que no bajes a cenar, que te quedes en la cama.
—Pero eso le causaría muy mala impresión a tu abuelo, ¿no crees? —contestó Lali sentándose bruscamente sobre la cama—. Un invitado no puede llegar y meterse en la cama así, sin más.
—Todo el mundo está entretenido con Santino, no creo que deba preocuparte la impresión que puedas causar. —No me preocupa.
—Estás muy inquieta desde que has llegado —continué Peter—. Te vendrá bien descansar, por los nervios.
—Yo no estoy nerviosa —insistió Lali, que no queda admitir ninguna debilidad ante él.
—Sí, lo estás, lo está cada centímetro de tu exquisito y apasionado cuerpo, y en los lugares más remotos —contraatacó Leo con ojos brillantes acercándose a la cama mientras Lali se ruborizaba.
— ¡Aléjate de mí! —advirtió ella gritando.
— ¿Se trata de otro juego?
—No sé de qué estás hablando.
—De tus maniobras evasivas y tus gritos de virgen en peligro.
—Simplemente no quiero tener relaciones contigo.
  Peter se desabrochó la chaqueta y se dejó caer al borde de la cama,
— ¿Tanto daño te hice? —preguntó en un susurro, haciéndola ver que dominaba la situación—. No podías conmigo, ¿no es eso, Lali? Hace dos años y medio tú solo querías jugar, pero yo me lancé y tomé mucho más de lo que tú estabas dispuesta a dar.
— ¡Cállate, Peter! —exclamó Lali.
—Pero ahora yo te pregunto... ¿qué esperabas de un hombre que acababa de enterrar a su mujer y a su hija y que se veía acorralado por los recuerdos? Yo quería estar solo, pero tú no hacías más que venir a molestarme. Me forzaste a notar tu presencia y, en cierto sentido, te odié Por ello, Pero ni siquiera entonces podía negar que yo también te deseaba.
— ¡Lo único que quiero ahora es que me dejes sola!
  Peter acaricié con un dedo la mano de Lali, que se aferraba a las sábanas, y ella la retiro aprisa como si la quemara.
—Has aprendido a ser cauta., esta vez estás asustada…esta vez estas asustada… — ¡No estoy asustada!
— ¿No? —preguntó Peter mirándola fijamente. Lali sintió que todo su mundo se venia abajo con aquella mirada profunda—. ¿Entonces por qué te comportas así cada vez que me acerco a ti?
—No me comporto de ninguna manera...
  Peter acarició sus cabellos rubios y la atrajo irremisiblemente hacia sí. El corazón le retumbaba en el pecho. Lali apenas podía respirar. Sabía que estaba perdida si él la tocaba, y sin embargo no encontraba fuerzas para resistirse.

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