Monday, August 24, 2015

capitulo 32

—¿Un árbol de... de Navidad? —musitó Lali con los ojos muy abiertos
—Es la tradición Lali —explicó Peter soltándola estirándole la falda y colocándole el abrigo en vista de que ella parecía incapaz. A mi abuelo le gusta mucho la tradición. Como próxima señora de Court, eres la encargada de escoger un árbol y contemplar cómo lo talo.
—Pero yo no he dicho que vaya a casarme contigo,
—No veo razón alguna por la que vayas a rechazarme Simplemente que no la amaba. Lali palideció ante aquella verdad. Peter, su héroe de la adolescencia, su único y verdadero amor, el padre de su hijo, había sido su más destructivo punto débil desde los trece años, Pero, ser su esposa, poseerlo legalmente, poseer su cuerpo, aunque no poseyera su alma... volverse en la cama por las noches y encontrarlo… tener derecho a descolgar e teléfono y escucha, su voz cada vez que lo deseara… una ola de emoción la embargo
—Está bien… me casase contigo —contesto roja de vergüenza con la cabeza gacha, consciente del tremendo amor que la embargaba y de su falta de orgullo y sensatez.
—Por supuesto que te casarás conmigo... así lo he entendido yo hace un instante, cuando te has ofrecido a ti misma, apoyándote así sobre el pilar, a plena luz del día.
  Lali, con el rostro rojo escarlata, levantó la vista y sus ojos tropezaron con la divertida mirada de Peter. Aquello la estremeció. Lo cierto era que nada de lo que Peter había hecho o dicho en los últimos diez minutos se había acercado ni por asomo a sus expectativas, reflexionó mientras, aturdida, se dejaba guiar por el puente hasta el lago.
Era como si un coro de vibrante felicidad iluminara el interior de Peter, incapaz de ocultarlo. A causa de Santino, por supuesto. Su hijo había sabido llegar al corazón de Peter de inmediato, encontrando un lugar allí mejor de lo que hubiera podido hacerlo ella nunca.
—Lo arreglare todo para conseguir una licencia especial —informó Peter cruzando la gravilla del jardín delantero de Court—. Nos casaremos antes de Navidad...
— ¿Antes de Navidad? —repitió Lali sobresaltada.
—Para vísperas de Navidad. si le parece bien al párroco. Una ceremonia familiar, tranquila. Necesitarás un anillo, por no mencionar un guardarropa. Y luego está el tema de los regalos de Navidad de Santino. Sé que no está bien, pero apenas puedo esperar a saquear las tiendas de juguetes. Mañana mismo volaremos a Londres.
—Sí —musitó Lali débilmente, exhausta, mientras entraban en casa.
Su padre los esperaba, con Gimena. en el Creat Hall. Tenía el rostro pálido y su mirada era evasiva.
— ¿Podríamos tener unas palabras con usted, señor?—preguntó tenso.
  Lali, recordando que su madrastra había querido hablar con Peter, se puso tensa. pero Peter la empujó suavemente hacia la biblioteca poniendo una mano sobre su espalda y tranquilizándola. Gimena comenzó a hablar antes incluso de que se cerrara la puerta.
—No fue Lali quien robó todas esas cosas… yo dejé que ella cargara con las culpas por mí —aseguró su madrastra tartamudeando, hablando a toda velocidad, entre
sollozos—. Fui yo quien lo robó todo y quien lo vendió. Lali solo estaba tratando de devolver la miniatura a su lugar cuando el señor Alejo la pilló.
  Lali miró primero a su padre, de rostro y gravedad impenetrables. después a su madrastra, francamente aterrada, y por último a Peter, inmóvil, en medio de la habitación.
—El señor Alejo conoce la verdad desde hace años—añadió Nicolas.
  Lali se puso tensa del susto, pero finalmente comprendió por qué Alejo le había dado una bienvenida tan calurosa a su casa. Peter escrutó el rostro de su mayordomo con incredulidad.
— ¡Que mi abuelo lo sabía?
—Mi mujer no me lo confesó hasta que estuvo en el hospital, y para entonces...
— ¿Cuándo estuvo Gimena en el hospital? —interrumpió Lali ansiosa.
—A los pocos meses de marcharte tu tuve un ataque de nervios —respondió su madrastra.
— ¿Y por qué no me había contado nadie a mí nada de esto? —exigió saber Peter.
—Para cuando quise contarle al señor Alejo lo que había hecho Gimena, señor, ya había vendido Court —explicó Nicolas—. El señor Alejo nos advirtió que guardáramos el secreto.
—Que guardarais el secreto —repitió Peter apenas sin aliento—. ¿Mi abuelo os pidió que no me lo dijerais a mí?
—El señor Alejo creyó que usted nos despediría. que era lo que nos merecíamos… pero en aquel entonces, con mi esposa enferma y sin ahorros... —continué explicando Nicolas, con creciente dificultad.
— ¡Así que todo el mundo piensa que soy así de cruel! Lali cruzó la habitación para abrazar a su madrastra.
—Tranquila. Gimena—la consolé echándole una mirada de súplica a Peter—. Peter lo comprende. No está enfadado.
—Es evidente que debo ofrecerle mi renuncia —continuó su padre pálido.
—Voy a casarme con tu hija, Nicolas, así que me temo que estarás ligado a esta familia durante el resto de tu vida.
— ¿Casarse con mi hija? —repitió el anciano aturdido.
—Si... nos casamos —confirmó Lali.
Una amplia sonrisa iluminé el rostro tenso de su padre.
—Es una noticia maravillosa —vaciló, incómodo y confuso en su nueva situación—. Si no le molesta, señor, voy a llevarme a Gimena abajo. Este asunto ha sido demasiado para ella.
El silencio inundó la habitación mientras los sirvientes se marchaban. Lali miró a Peter con aprensión. El en cambio, la miraba abiertamente, con una expresión de condena.
— ¡Te lo habría contado en cuanto estuviéramos casados! —se apresuró a asegurar Lali.
— Muchas gracias por tu confianza en mí —contestó Peter torciendo la boca—. ¿Por qué diablos no me lo dijiste la semana pasada?

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