Monday, August 31, 2015

capitulo 24

Lo último que recordaba era dejar el vaso de vino vacío en el mantel. Había logrado dormir un par de horas. Lali se estiró un poco los pantalones y se pasó la mano por el pelo.
-¿Por qué no me has despertado antes?
-Porque pensé que era mejor que descansaras un poco -Peter dobló la manta. La cesta de la merienda ya no estaba allí.
-¿Y por qué me has traído a este sitio? -preguntó Lali por curiosidad.
-Porque a lo mejor estaba intentando que resurgieran recuerdos de la familia que abandonaste en Italia.
-¿Cómo dices?
-Gino, Maddalena y Teresa -precisó Peter-. Aunque no me lo hayas preguntado, tu abuelo y tus tías abuelas están todavía vivos y muy bien.
Peter se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección a la carretera. Lali lo siguió.
-¡Escribí muchas veces a mi abuelo y él nunca contestó!
-No digas más mentiras -le aconsejó Peter con un tono frío, cuando ella se puso a su lado-. No escribiste. Si lo hubieras hecho, me habría enterado.
-¡Sí escribí! -protestó Lali, pero de pronto se acordó de que en aquel tiempo había sido Emilia la que se había encargado de echar las cartas. ¿Cómo habría sido capaz su madre de hacer una cosa así? Estaba claro que veía como un peligro, la comunicación que pudiera haber entre ella y Gino Esposito.
-¡Seguro que mi madre no echó las cartas! -exclamó Lali.
Peter la miró, y permaneció en silencio. Lali giró la cabeza, consciente de que él no se había creído aquella excusa. Pero lo cierto era que había escrito varias veces a su familia. Aunque los primeros meses que pasó en Londres fue un tiempo que se sintió muy desorientada...
De vuelta otra vez al mundo del que su padre la había apartado, se sintió perdida. Se encerró en el piso de su madre, como un animal herido. Después de ver a Peter en brazos de otra mujer, se sintió desdichada. Peter había sido todo para ella, la única persona que había amado y en la que había confiado, la persona en la que se había apoyado en tiempos de crisis.
De pronto, se había dado cuenta de la realidad de su matrimonio, un matrimonio que era sólo una charada. Pero a lo que no estaba dispuesta era a decirle a Peter lo destrozada que se había sentido al dejarlo y lo mucho que había tardado en recuperarse. Lali se metió en el cuatro por cuatro. Le había dicho que era un hombre muy rico. Lanzani... el banco de Cagliari. Recordó haber visto anunciado ese banco en algunas revistas. Recordó haber leído un artículo sobre la legendaria familia de banqueros en Italia, una familia que no quería salir en las revistas, porque treinta años antes habían secuestrado a uno de los componentes de la familia.
Dos meses después de conocer a Peter, él había ido a decirle a su abuelo que su hijo, el padre de Lali, Nicolas, había muerto en un accidente de automóvil.
-Cuando tu padre te contó aquello de que estaba intentando reconciliarse con tu madre, cuando te trajo aquí y te dejó con una familia que no conocías, admito que fue un acto irresponsable y egoísta, piccola mia -recordó que le había respondido en su momento Peter-. Pero nunca digas que te han raptado, porque tengo un tío que todavía te puede enseñar las marcas de un verdadero secuestro.
Volviendo al presente, Lali miró a Peter, cuando encendió el motor de su potente coche.

4 comments: