Sunday, August 23, 2015

capitulo 21

—Eres toda una mujer, Lali... te derrites en mis brazos —dijo él respirando profundamente—. Como debe ser...,
— ¡Al diablo... es muy peligroso! —gritó Lali.
—Pero las cosas seguras pueden ser muy aburridas—continué Peter con voz ronca, inclinando su cabeza morena y arrogante y presionando los labios sedientos contra los de ella.
  Lali se dejó tentar por aquel beso como una mujer muerta de hambre en un banquete. Un atormentado deseo la torturaba. De pronto, abrió los brazos tratando de alcanzarlo, de encontrar sus anchos hombros, de acariciar sus músculos y de sentir el calor de su cuerpo. Tenía el pulso acelerado, el corazón le latía a toda velocidad, el deseo la embargaba.
  Peter jadeo satisfecho y rodó por la cama apartando las sábanas y abrazándola, agarrándola de las caderas y presionándola contra su masculinidad excitada. Lali tebló y cerró los ojos con fuerza mientras una ola de anhelo la recorría por entero. Su cuerpo recordaba aquella primera vez, y exigía, ardiente una segunda.
La lengua de Peter jugueteé eróticamente en el interior de la boca de Lali mientras ella buscaba dónde aferrarse, acariciando con las manos la piel de él por debajo de la chaqueta y gimiendo como si estuviera torturándola. Peter levantó la cabeza. Sus ojos, brillantes, reflejaban satisfacción,
—Tú me deseas tanto como yo a ti...
Alargó una experta mano y le desabroché el sujetador, Luego le bajó los tirantes y se la quedó mirando. Aquella apreciativa y escrutadora mirada endureció sus pezones como si se tratara de un beso de fuego. Lali hizo un movimiento instintivo tratando de cubrirse pero Peter se echó a reír y se lo impidió
—Me muero por... quiero poseer cada centímetro de ti enseguida —confesó Peter voraz—, pero al mismo tiempo quiero que me lo ruegues, porque es mejor así… lentamente, como un tormento calculado que te llevará al paraíso.
Aquella intensísima sensualidad la excitaba. Lali no podía apartar los ojos de él. Luego, cuando él bajó la cabeza y su lengua comenzó a lamer sus pezones, Lali arqueó la espalda y jadeo alargando las manos para enredarlas en sus cabellos y tirar de él. Peter acaricio con dedos expertos su parte más sensible y jugueteo con sus pezones hasta que Lali creyó desfallecer.
  Lali oyó a alguien gemir, pero no se dio cuenta de que era ella. No podía quedarse quieta. Cuando Peter la tomó por las caderas y la estrechó apretándola contra sí Lali gritó de satisfacción. La boca de Peter la devoraba con pasión carnal mientras se acoplaba entre sus piernas, bien abiertas. Sentir su peso y su calor contra la parte más sensible de su cuerpo casi la volvió loca. Un calor insoportable pulsaba en su interior., hasta que Peter, maldiciendo se aparté de ella.
Solo entonces comprendió Lali que llamaban a la puerta. Peter se pasó una mano por el cabello y se levantó de la cama. Lali, que al principio se había quedado helada, pasó de la frustración al shock al comprender que había cedido y se había entregado.
— ¡No te atrevas a contestar! —susurré horrorizada saliendo de la cama ella también—. No quiero que nadie sepa que estás aquí.
 Lali abrió la puerta asomando la cabeza y tapándose el cuerpo., a medio vestir.
—Lo siento, estaba en el baño.
—La señorita Davis me ha pedido que le diga que pronto llevará a su hijo a la cama — dijo una sirvienta desconocida de uniforme.
—Gracias, iré dentro de diez minutos —prometió Lali, cerrando la puerta con un fuerte sentimiento de culpabilidad.
  Peter caminó a grandes pasos hacia la puerta. Sus ojos brillaban.
—Dije que no te molestaran...
—Es una lástima que tú mismo no siguieras tus propias órdenes— contestó Lali mirando para abajo y ruborizándose al ver sus pechos desnudos—. Y ahora, por favor, ¿quieres marcharte? No quiero que vuelvas a acercarte a mí...
—Hasta la próxima vez…, y la siguiente —contestó Peter, con suprema arrogancia—. Hay cosas contra las que no puedes luchar, y esta es una de ellas. Ahora eres mía, será mejor que vayas haciéndote a la idea. Después de todo, yo puedo ofrecerte muchas cosas
— ¡Que romántico eres, Peter! —exclamó ella ante aquel cinismo.
—Te sorprendería saber lo romántico que fui en una ocasión —contestó Peter con una risa despreciativa, abriendo la puerta—, pero eso ya pasó. Lo que hay ahora entre nosotros es algo primario, sincero y mucho más de mi gusto.
— ¡Maldito seas, no hay nada entre nosotros! ¿Te dignas escuchar alguna vez algo de lo que te digo?
—Te escucharé cuando digas algo sensato. Te sugiero que vayas a ver a Santino, te vuelvas a la cama y pidas que te traigan la cena. Para ser francos, tienes un aspecto lamentable.
Seguía pesándole la cabeza y doliéndole la garganta, pero no estaba dispuesta a faltar a la cena por un simple catarro. Alejo despreciaba a los cobardes. Lali se cepillo los cabellos, se vistió con la única ropa decente que tenía y se apresuré a la habitación de su hijo.
Harriet Davis estaba leyéndole un cuento a Santino. El niño estaba metido en la cama con los ojos medio cerrados. Al ver a su madre los abrió brevemente y dijo algo incoherente sobre unos caballos, pero enseguida se durmió.
—Siento haberla dejado sola al pie del cañón —dijo Lali incómoda.
—Pero si es para eso para lo que estoy aquí, señorita Brown —alegó la mujer sorprendida—. Santino es encantador, ni es tímido ni se siente extraño. No tiene que preocuparse por él. Baje a cenar, yo me quedaré aquí —explicó señalando una puerta que daba a otro dormitorio—. Dejaré la puerta abierta por si Santino se despierta.
—Santino solo se despierta si tiene pesadillas.
  Lali se puso tensa al escuchar el sonoro ruido del gong anunciar que iban a servirse los aperitivos antes de la cena. Salió al pasillo y comenzó a bajar. Peter no dudaba ni por un momento de que ella iba a acabar por ceder. Dos años y medio atrás, tampoco había concebido ninguna duda. En el corto lapso de cuarenta y ocho horas había saciado su curiosidad, su lujuria, y la había abandonado. Le había enseñado una dura lección, pero ella podría haberla encajado mejor de haber sido él menos franco y sincero.

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