Friday, August 21, 2015

capitulo 13

—Tu jefa reaccionó a mi provocación tal y como había supuesto que haría —Lali se quedó tan anonadada ante aquella confesión, que simplemente abrió la boca—. No tenía la menor intención de abandonar esa casa sin ti, Lali ¿Por qué crees que llevé la limusina? Solo un idiota trataría de meter a una mujer, a su hijo, y todas sus pertenencias, en un Ferrari.
—Así que trataste de que me echaran de esa casa deliberadamente... —repitió Lali horrorizada ante la arrogancia que demostraba al confesarlo—. Dios mío... ¿cómo puedes ser tan egoísta y destructivo?
—Solo miré por tu interés —contraatacó Peter.
  Lali dio un paso atrás, absolutamente helada ante una respuesta tan desapasionada.
—Nos has hecho algo imperdonable... pero ni siquiera te das cuenta, ¿verdad? Tú no sabes lo que se siente al estar sin techo, sin trabajo, y sin hogar, y con un niño a mi cargo. No, ¿cómo iba a comprenderlo una persona como tú?
—Pase lo que pase con Alejo, yo, personalmente, me aseguraré de que tus condiciones de vida mejoren. Es una promesa
  Lali apretó los dientes, sus ojos brillaban llenos de reproches,
— ¡Oh qué generoso eres,Peter! Pero tu ayuda tendrá un precio, ¿no? No eres famoso precisamente por dar algo a cambio de nada.
— ¿Qué diablos se supone que significa eso? —gritó Peter.
— ¡Y pensar que hace unas pocas horas te mostrabas tan superior! -exclamó Lali mortificada, recordando—. ¿Cómo decías, que suponías que había aprendido la lección?, ¿que esperabas que no hubiera tenido que depender de mi cuerpo para sobrevivir? ¿Y qué es lo que me estás ofreciendo tú ahora, Peter?
—Solo te estoy ofreciendo lo que los dos sabemos que deseas —contestó Peter airado, con ojos brillantes
— ¿Un revolcón con un golfo insaciable, que acaba de salir de la cama de otra mujer? —volvió a preguntas ella amargamente, con un gesto de desprecio.
  Peter soltó una carcajada y se pasó los dedos por el cabello negro. Sus mechones revueltos, brillantes y espesos, volvieron a rizarse. Era exacto al cabello de Santino, reflexionó Lali,
—Un revolcón —repitió él mirándola oscuramente. Sí, esa idea resulta muy atractiva cuando se trata de ti... además, no acabo de salir de la cama de otra mujer.
  Lali se cruzó de brazos. Hubiera querido marcharse de la habitación, pero parecía como si tuviera pegados los pies a la alfombra. En lugar de ello, afirmo:
—No te creo.
—Anoche, en cuanto volví a verte, sentí de nuevo el deseo, pero aún no he caído tan bajo como para satisfacer ese deseo con otra mujer. ¡Y menos aún con una mujer que solo merece mi respeto!
  Lali escuchó atentamente aquellas palabras. Enseguida comprendió que Peter la culpaba por despertar en él el deseo sexual. Era una eterna Eva, siempre tentadora y sexy, pero Peter no era ningún Adán inocente al que ella lleva ciegamente a la destrucción. Y, desde luego, habría preferido que Peter no le sugiriera que no era digna de respeto que profesaba a esa otra mujer.
—Te odio, Peter.
—No, no me odias. Un poco de odio no nos vendría mal a ninguno de los dos — contestó Peter con sinceridad—. Yo no busqué esta atracción, pero aún sigue ahí, entre tú y yo...
— ¿Y es esa tu excusa para acercarte a mí como si fueras un elefante en una tienda de porcelana? —Peter se giró hacia ella musitando algo en griego. Sus ojos echaban chispas. Lali, inmóvil, lo miró dirigiéndole todo el odio que él acababa de asegurar no podía sentir, Se sentía humillada—. Pensaste que sería fácil, que bastaría con mirarme, con alargar una mano y decir: «vamos a la cama». Y yo me desviviría por complacerte. Después de todo, eres tan rico, tan guapo, y tan maravilloso en la cama, que un ser inferior como yo, que limpia lo de los demás, caería rendido a tus pies.
Una chispa animó los ojos verdes de Peter, que extendió las manos tratando de hacerla callar.
—Me estas poniendo furioso... ¡apenas puedo creer que te atrevas a insultarme de ese modo!
—Aquella estúpida adolescente que creía que se iba a comer el mundo terminó derrotada hace dos años y me dio, y con facilidad. Esa es la lección que aprendí, Peter. Yo no significaba nada para ti, era solo un cuerpo que usaste…
  Peter caminó a grandes zancadas hacia ella y colocó dos poderosas manos sobre sus hombros. Estaba tan furioso que Lali dejó escapar un grito de miedo. Entonces, él se apartó y dio un paso atrás.
—Tergiversas lo ocurrido en el pasado, ni siquiera lo reconozco... y no te atrevas a sobresaltarte así, como si fuera a pegarte.
— ¿Es que acaso es culpa mía que no te guste que te hablen claro, teniendo en cuenta lo bien que lo haces tú?
—Ya sé lo que te pasa, lo que ocurre es que no puedes soportar que te diga cuánto me disgusta el hecho de sentir de nuevo esa atracción hacia ti.
—No hay ninguna atracción entre tú y yo, desde mi punto de vista.
— ¿Ah no? —preguntó Peter mirándola seductor.
—Aléjate de mí, Peter.
— ¿Y cómo voy a demostrártelo entonces?
—Ahora solo estás furioso conmigo.
—Ningún hombre podría estar furioso con una mujer como tú...
—Sigues siendo el rey de los clichés —añadió Lali.
  Peter alargó un brazo y rodeó a Lali por la cintura tan deprisa, que ella se quedó desconcertada. El rio al ver aquella reacción y contestó:
—Ven conmigo mañana a Bruselas, dame algo que esperar ardientemente por el día..., y yo cuidaré de ti como jamás hayas soñado —prometió con tal intensidad de deseo y pasión, que Lali se echó a temblar.
— ¡Ni lo sueñes! —contestó Lali.

2 comments: