Tuesday, August 25, 2015

capitulo 35

  Peter insistió en llevarla a comprar ropa y Lali comenzó a enfadarse Empezaba a sentirse como una posesión, como un objeto inanimado que debía vestirse y presentarse adecuadamente para el consumo público. Fueron a una boutique exclusiva, y Peter se sentó en un sillón con una copa de vino mientras ella se probaba ropa y más ropa.
  Lali entró y salió del probador cientos de veces, magnífica en su creciente ira, con tacones altos, tratando de hacerlo sentirse incómodo. Pero Peter, perfectamente inmutable, continuó relajado, observándola, con aire de tener sueño.
—Quédate con eso puesto —murmuró él al salir ella del probador con un conjunto escarlata que le sentaba muy bien—. ¿Qué hay de la ropa interior?
  Lali le dirigió una mirada asesina.
—Ya me ocuparé yo de eso cuando esté sola
—Pero si me estoy divirtiendo —confesó Peter sin vergüenza.
—Quiero un vestido de novia —dijo Lali con los dientes apretados—. Quiero un vestido de novia con metros y metros de cola, un velo, flores, y kilos de encaje...
—Buena idea —contestó Peter—. Alejo disfrutará de todos esos detalles tan tradicionales, pero hoy no tenemos tiempo.
— ¡Creo que debería ponerme algo negro con el símbolo de la libra estampado! — añadió Lali furiosa—. ¡Es lo que te mereces!
—Ah, creo que sé qué es exactamente lo que me merezco —respondió Peter mirándola irónico—, y apenas puedo contener mi ardor.
  Lali enrojeció y el pulso se le aceleró. Fue la primera en despertar de la sensual imagen que él había sugerido. Volvió al probador y, revisando la ropa que se había probado, decidió qué llevarse. Dudaba entre un par de cosas. Por ultimo, entró en el departamento de bolsos y zapatos y señaló lo que le gustaba.
—Puedes llevarte lo que quieras —insistió Peter—. Cualquier cosa… y por favor, no mires el precio.
Al salir de nuevo a la calle las luces navideñas ya estaban encendidas. Bonitas, brillantes, multicolores, daban color al cielo oscuro mientras la gente invadía las aceras llenas de escaparates y tiendas. Lali se paró a contemplarlo.
—Es precioso, ¿verdad?
—Sí —contestó Peter, que no miraba las luces sino a ella, cosa de la que Lali no se daba cuenta.
—Siempre he sido un poco infantil con eso de la Navidad —confesó ella cohibida, en voz baja.
—Bueno, tiene su encanto —respondió Peter guiándola a la limusina que los esperaba—. Tenemos una cita con Santino, es la hora de su baño.
Cuarenta minutos más tarde, Lali permanecía de pie, algo retirada, observando a Leo hundir balsas de plástico en la bañera con un avión de juguete mientras Santino chapoteaba entusiasmado salpicando agua por todas partes. Hubiera podido caer muerta allí mismo
sin que Peter se diera cuenta, reflexionó desesperada, molesta y avergonzada ante su propia e irreprimible envidia.
  Peter iba a ser un padre maravilloso. Pocos hombres tenían la habilidad de saber ponerse al nivel de sus hijos para jugar y disfrutar. Pero lo que más la emocionaba era la ternura y el amor que veía en los ojos de Peter al contemplar a su hijo. A ella jamás la miraría así. Ella siempre estaría fuera del círculo de las personas a las que Peter amaba… jamás sería necesaria.
Iban a salir a cenar fuera, y Lali quería cambiarse. En cuanto Santino estuvo acostado, Lali abrió la puerta del dormitorio adjunto al del niño y se quedó paralizada al ver la bolsa de viaje de Harriet. Peter entró en silencio detrás de ella, la tomó de la mano y la hizo salir, guiándola por el pasillo hasta el dormitorio principal.
—Dentro de tres días estaremos casados —dijo Peter—, Y no tengo intención de ir de puntillas para no hacer ruido en mi propia casa.
  Lali se ruborizó y se apresuró a ir al vestidor. Fue abriendo puertas y más puertas hasta que dio con lo que buscaba: un vestido de noche azul, de maravillosa, sencillez y elegancia. Al salir del vestidor Peter abrió tres cajones contiguos para enseñarle varios conjuntos de ropa interior de seda y encaje de suaves colores.
—Escogí esto para ti mientras tú estabas ocupada en otra cosa —explicó Peter. Lali inclinó la cabeza y deslizó un dedo por una de las prendas. El calor comenzó a invadirla al pensar que Peter había escogido todo aquello especialmente para ella—. A veces, eres increíblemente tímida—continuó él riendo, acariciando con un dedo su labio inferior y despertando en ella una fuerte excitación—. Aún me cuesta creer que, a pesar de todo el tiempo que estuviste con Agustin, no le dieras el sí.
Sorprendida ante tan inquietante afirmación. Lali miró para arriba encontrándose con unos inquisitivos ojos verdes. Apenas tenía aliento.
—Agustin jamás me lo pidió.
—No me trates como si fuera idiota —replicó Peter con desprecio.
—Éramos amigos. Eso fue todo lo que le ofrecí, y él aceptó —insistió Lali levantando el mentón.
  Peter no pareció en absoluto sorprendido por aquella explicación. Lali se dio la vuelta enfadada. El no podía creer que no se hubiera acostado con Agustin. Aunque, pensándolo bien, era lógico. A Peter le faltaba justamente la pieza que hubiera dado sentido a todo el puzzle: su amor por él y el hecho de que Agustin fuera perfectamente consciente de ese amor. Ambas cosas habían mantenido a Agustin a distancia.
—Ya te he respondido, ahora voy a vestirme —añadió Lali tensa.
  Peter sostuvo su mirada llena de ansiedad durante unos segundos y después, con una sonrisa que a Lali no le gustó, inclinó la cabeza con arrogancia y giró sobre sus talones. Lali se aclaró la garganta y añadió:
— ¡Y no quiero volver a ser interrogada una segunda vez sobre lo mismo, Peter!
—La mejor manera de zanjar el tema definitivamente es dándome una respuesta sincera.

5 comments: