Friday, August 28, 2015

capitulo 12

 De repente
sintió pena de Peter. Estaba claro que no era tan inteligente como parecía, de lo contrario habría comprobado el método de pago. Su maleta estaba en una esquina de la habitación. Mientras se vestía, suspiró. ¿Por qué se hospedaba Peter en un hotel, cuando su casa estaba muy cerca de allí? Además un hotel de lujo. ¿Cómo podía pagar una habitación de esas características? A menos que aquello no fuera un hotel, sino su casa... Lali empezó a reír a carcajadas ante esa idea tan ridícula, aunque su abuelo Gino le había contado que Peter era un hombre muy rico y por tanto un buen partido. A ella, en aquel momento también le pareció que Peter era muy rico. Compró una de las casas más grandes de Sienta, una granja a las afueras de la ciudad... Un día, incluso le llevó una lavadora a casa. Ella no pudo leer las instrucciones, porque estaban en italiano, y en varias ocasiones inundó la cocina de agua. Pero no sólo porque tuviera casa y coche, se podía decir que Peter fuera un hombre rico. Aquello tenía que ser un hotel. Sin perder más el tiempo, Lali se puso unos pantalones de algodón de color verde, y una blusa haciendo juego. Se miró al espejo y se descubrió otras dos nuevas pecas cerca del puente de la nariz. Se oyeron golpes en la puerta. Entró un hombre uniformado con la bandeja del desayuno. No esperó a que le diera propina.
Mientras comía con apetito, Lali volvía a mirar una y otra vez la fotografía en aquel marco de plata. Al cabo de un rato, se decidió y la puso boca abajo.
¿Por qué la habría besado Peter el día anterior? ¿Lo habría hecho por curiosidad? ¿O sería porque no entendía que una mujer lo pudiera rechazar? ¿Qué creía, que seguiría sonrojándose y adulándolo como cuando era una adolescente?
Lali se estremeció, deseando haber podido mantenerse a una prudente distancia de Peter. Porque lo que había sentido por él en la adolescencia, lo había vuelto a sentir. Durante unos segundos se sintió como si los años no hubieran transcurrido y hubiera caído víctima de emociones y deseos tan fuertes que eran difíciles de controlar.
Casi podía recordar, sin hacer el menor esfuerzo, a Peter mucho más joven. Un chico muy alto, grácil, de piel dorada, que guardaba un cierto parecido con algún dios pagano de la mitología. Uno de los días que él había ido a visitar a su tío abuelo, el padre Vassari, el sacerdote le había llevado a la casa de su abuelo, sólo porque Peter hablaba inglés y nadie más en la isla lo hablaba.
En aquel tiempo, Lali había aprendido un dialecto de raíz latina, que hablaban su abuelo y sus hermanas, Maddalena y Teresa. Después de pasar meses y meses aislada, el sonido de su lengua materna había provocado en ella un mar de emociones. Le había pedido a Peter que localizase a su padre y le preguntara cuándo iba a ir a llevársela para Inglaterra.
Peter le propuso dar un paseo.
-No voy a hablarte como si fueras una niña pequeña -recordó que le había dicho Peter-. Seré franco contigo. El padre Vassari cree que serías mucho más feliz si aceptaras este pueblo como tu hogar.
Después de observar su reacción, Peter había suspirado.
-Sabe que no estás acostumbrada a este tipo de vida y que te sientes aprisionada, pero también tienes que entender que es muy difícil que tu abuelo cambie de actitud...
-¡Lo odio! -le había respondido Lali-. ¡Odio a todo el mundo en este pueblo! -Pero tú tienes la sangre de tu padre en las venas, y por tanto la de tu abuelo también -le había recordado Peter-. Gino acepta ese vínculo. Si no, no estarías viviendo en esta casa. Tú formas parte de la familia...
-¡Ellos no son mi familia! -había replicado ella, casi sollozando.
-Maddalena se pondría muy triste si te oyera hablar de esa manera.

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