— Siguiente mes. Una situación similar. Esta vez se trata de una joven latina, madre de dos hijos, recién divorciada.
—Y su cadáver...
—Aún no se ha encontrado.
—Entonces, es posible que...
—Que esté simplemente desaparecida, sí. Tercer mes, tercera víctima. Julie Sabor, de veinticinco años de edad, que había hablado con entusiasmo a sus compañeras acerca de un hombre misterioso que había aparecido en su vida, desaparece. Es posible que su cadáver esté en el depósito de Dade County, aún por identificar.
Cualquiera de ellas podía haber sido la mujer de su sueño, pensó Lali consternada.
—Pero...
—Todas desaparecieron alrededor del día quince del mes, todas eran jóvenes y guapas, todas tenían familias que las querían — Peter la estudió un momento—.
¿Tú no sabías nada?
Lali negó con la cabeza.
—Recuerdo haber leído la noticia en el Heraid cuando se encontró el cuerpo de Debra Miller. Y quizá haya leído algún artículo relacionado con alguna desaparición, pero poco más.
—Bueno, la policía aún no ha revelado gran cosa. Temen que la poca información de que disponen llegue a oídos del asesino.
Lali sintió que la observaba a través de las gafas oscuras. El sol casi se había puesto, de modo que, en realidad, ya no las necesitaba.
—Ojalá no te hubieras divorciado —musité Peter.
—¿Qué?
El se encogió de hombros y se miré las palmas de las manos.
—Ese asesino es inteligente y, según parece, encantador. Cada vez se muestra más violento. Tiene una fijación con una fecha concreta, los mediados de mes. Es atractivo y bien visto socialmente. Podría entrar en el mejor restaurante del estado y no desentonar en absoluto. Creo que busca algo en sus víctimas... y no lo encuentra.
O, por lo menos, no lo ha encontrado todavía. Entonces se pone furioso. Y...
Dejé la frase en suspenso y miró a Lali con expresión grave.
—Desearía que siguieras casada, porque no creo que ese tipo ataque a las mujeres casadas.
Lali exhaló un largo suspiro y miró la superficie de la piscina.
— El hecho de que existan asesinos en serie no es motivo para que una mujer permanezca casada, señor Lanzani —miró a Peter súbitamente —. ¿Has puesto a Cande sobre aviso?
Él arrugó la frente.
—Cande es... una mujer muy sensata.
Lali enarcó una ceja.
—¿Y yo no? ¿Cómo diablos te atreves a juzgarme, Peter?
Él se mesó el cabello con impaciencia.
—Me preocupo por vosotras, Lali... Por ti, por Cande, por Rocio. No quiero que os pase nada. Cande siempre está enfrascada en sus libros. Rocio está casada. Tú eres la que más se expone. Por eso eres la que más me preocupa.
Lali se levantó.
— No pretendas catalogamos, Peter — dijo tranquilamente.
—Por amor de Dios, Lali, no era mi intención ofenderte. Eres modelo. Te
relacionas continuamente con fotógrafos, con otras modelos, con hombres. Eres más vulnerable.
muero por mas
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