Diablos, si incluso su propio agente personal del FBI seguía a la furgoneta en su coche alquilado.
Se percató de que Jaime la miraba, con un ceño de preocupación. El fotógrafo dejó la decisión en manos de Héctor y George, sus ayudantes, que acordaron ir a una marisquería rústica, próxima a Sloppy Joe’s.
—¿Estás bien? —preguntó Jaime a Lali -mientras la ayudaba a bajar de la furgoneta—. Tienes pinta de haber visto un fantasma.
—Estoy bien, de verdad.
Él alargó la mano y le pellizcó las mejillas.
— ¡ Jaime! —protestó ella.
— ¡ Así está mejor! No querrás que el gobierno te haga la misma pregunta, ¿verdad? —dijo él arqueando una ceja aviesamente.
Ella empezó a protestar de nuevo, luego se encogió de hombros.
—¿Tengo mejor aspecto ahora?
— ¡ Ah, Lali, estás deslumbrante! ¡ Si las miradas matasen, la tuya sería letal! Vamos.
Le ofreció el brazo y, a pesar de que el local estaba abarrotado, no tardaron en encontrar mesa.
Lali había supuesto que Peter se sentiría incómodo durante la cena, con tantos desconocidos, pero en realidad pareció sentirse más cómodo que ella misma. Todos le preguntaron por la inminente inauguración de la galería de su padre, y el entusiasmo del grupo por la obra de Mariano resultaba contagioso.
Lali, ya más tranquila, olvidó la extraña sensación de estar siendo observada que había tenido antes.
Peter incluso se estaba mostrando piadoso y no la hostigaba por haberse ido de la ciudad sin decirselo a nadie. En realidad, le había asegurado al principio de la cena, su padre sabía que ella iría a su casa. Nicolas había hablado con Darryl aquella tarde.
Luego Michelle acaparó la atención de Peter, pero a Lali no le importó. Por fin estaba empezando a relajarse. La compañía y las copas adormecían su mente. Incluso el recuerdo de la visión estaba desapareciendo. Después, mientras charlaban, oyó un gritito de alegría en el extremo opuesto del local. Con un alarmante sentimiento de consternación, vio cómo una pequeña batería viviente se acercaba presurosa a ellos. Sheila.
— ¡ Lali! ¡ Qué maravillosa coincidencia! Y Peter. Qué gran placer.
—¡Sheila, qué sorpresa! —dijo Lali desvalida. Peter retiró una silla para Sheila, y Lali la presentó al grupo—. Sheila toca con los Storm Fronts.
— ¡Sí, claro, vuestra maravillosa banda! —exclamó Jaime complacido—. Te he visto tocar con Lali, pero nunca nos habían presentado formalmente —besó la mano de Sheila a modo de saludo.
Sheila estaba encantada.
— Yo también conozco tu trabajo, faltaría más. ¡Es espectacular!
—Eres demasiado amable —protestó Jaime—. En fin, de vez en cuando todos tenemos un destello de genio, ¿eh?
—Nos encantaría que te quedaras con nosotros, Sheila —dijo Lali. ¡Dios, estaba mintiendo! ¡Y Sheila era una amiga!—. Claro que, si has venido con alguien, lo comprenderemos.
— ¡ Qué suerte! Había venido con la familia para celebrar el cumpleaños de mi hermana. Pero su marido y ella ya se han ido, igual que mis padres.
De modo que Sheila se unió al grupo, y no tardo en recomendarles las cervezas
de la localidad. Lali no había pensado tomar nada de alcohol, pero cambió de parecer.
otrooooooooooooooooooo
ReplyDeletemás más más
ReplyDeletemas!
ReplyDeleteay no quiero seguir leyendo mas
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