Saturday, July 18, 2015

capitulo 13

Apretó las manos y Peter le entregó un vaso, reteniéndolo lo suficiente como para obligarla a mirarlo. Un truco sin importancia de Peter, pero que la hacía sentirse manipulada. Bebió varios sorbos que le lastimaron la garganta. Odió el sabor, aunque hacía años fue tan ingenua que bebió lo que detestaba porque lo juzgaba un signo de sofisticación.
-¿Te sientes mejor ahora? – inquirió Peter con pereza, recostándose con un movimiento fluido -. ¿Vives en Londres?
-No – contestó de prisa -. Sólo vine por unos días. Vivo en... Peterborough.
-Y te casaste. Ese hecho debió darte una gran satisfacción.
El anillo empezó a convertirse en una cuerda que le cerraba la garganta. Decidió pasar por alto ese sarcasmo.
-¿Cuándo te casaste?
-Hace cuatro años – tomó otro trago para fortificarse.
-Poco después de...
Su mente registró el error que acababa de cometer.
-Fue amor a primera vista – corrigió Lali de prisa.
-Debió ser – se mofó -. Cuéntamelo.
-Es muy común – se defendió -. No puede interesarte.
-Al contrario – la contradijo Peter con suavidad -. Me fascina.
-¿Tu esposo se llama de alguna manera?
-Peter, yo...
-¡Ah! Así que recuerdas mi nombre. Un halago inesperado.
-Pablo – contempló su vaso -. Se llama Pablo – luchando por dominar la tensión que la amenazaba, logró reírse un poco -. De verdad no quieres oír todo esto.
-Consiénteme – le aconsejó Peter -. ¿Vives feliz en... dónde? ¿Peterhaven?
-Sí, desde luego.
-No te ves muy feliz.
-La felicidad no siempre se refleja en la cara – replicó, desesperada.
-¿Hijos? – insistió, como al azar.
Lali se quedó helada y el frío recorrió su espina dorsal, al mismo tiempo que lo miraba de reojo.
-No, todavía no.
Peter permaneció quieto. Aun en medio de su nerviosismo, ella lo notó. Y entonces, sin previo aviso, él sonrió.
-¿Qué hacías con Huntingdon?
-Yo... yo me lo encontré mientras iba de compras – titubeó desconcertada y siguiendo una idea que le pareció brillante, agregó: -Mi marido trabaja con él.
-Parece que gozas un día repleto de coincidencias – sus ojos esmeralda se estrellaron contra su rostro, igual que un latigazo -. Lo inesperado resulta siempre lo más entretenido, ¿verdad?
-Y-yo... realmente debo irme – murmuró Peter, sin expresión -. ¿Qué temes?
-¿Temes? – repitió, temblorosa -. No le temo a nada – tomó aliento -. No tenemos nada de qué hablar.
-En cambio yo veo un largo día que se extiende ante nosotros – repuso Peter.
-No tengo respuestas para tus preguntas – Lali inclinó la cabeza, tratando de dominar la inquietud de su voz. Combate el fuego con fuego. Sólo así sobrevivirás.
-Piensa que me debes esta pequeña muestra de educación – le advirtió Peter -. Hace cuatro años y medio desapareciste en el aire. Sin una palabra, sin una carta o explicación. Me gustaría que me lo explicaras ahora.
-En resumen – empezó, sonrojándose -, comprometerme contigo fue lo más estúpido que pude hacer – asentó.
-Casi tanto como confesármelo – los ojos sombríos se posaron en ella -. Dormiste conmigo la noche
antes que desaparecieras. Te rodeé con mis brazos, te amé, mientras tú planeabas abandonarme.
-Accedí por costumbre – musitó.
La asió por la muñeca, acercándola a él contra su voluntad.
-¿Por costumbre? – repitió, machacando las palabras, incrédulo.

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