Friday, July 24, 2015

capitulo 57

Todavía no estaba muy segura de que le hubiera dicho un cumplido, pedido una disculpa velada o sólo reconociendo los méritos de Bruno, criticándola por esperar tanto tiempo para entregarle a su hijo.
-Debiste ir con ellos – comentó Cande.
-No me invitaron. De cualquier modo – suspiró -, necesitaba hablar contigo. Pensé que estarías furiosa por todo lo sucedido.
-¿Bromeas? Los últimos días han sido interesantísimos – se rió Cande -. Me desconcerté cuando Euguenia me mostró esa foto de ti y de Peter en el aeropuerto, pero para entonces, ya estaba llamando el primer reportero a mi puerta. Alguien debió informarle que Bruno pasaba unas vacaciones en casa de mis padres. Cuando regrese, me convertiré en una celebridad por ser tu amiga.
-Mi familia no brilla en este momento – le advirtió Lali -. Cuando se sepa lo que ocurrió... -Oh, no exageres – la regañó Cande -. ¿Qué ocurrió? Viviste con él, se separaron y se reconciliaron para casarse. No puedes hacer un gran escándalo con esos datos. Bruno es su hijo, fin de la historia.
-No me parece tan simple...
-Pues a mí sí. Tu marido posee tres virtudes que descubrí a los cinco minutos de conocerlo. Una, es generoso. No añadiré que puede darse el lujo de serlo. Dos, lo considero el más guapo espécimen masculino fuera de las pantallas de cine. Tres, consiguió que Bruno no hiciera una rabieta y eso merece mi más sincero respeto.
-¿Algo más?
-Si me preguntaras mi opinión, y como no lo harás, te la daré gratis, agregaría que, en cuanto a Bruno se refiere, Peter obtuvo lo que se merecía. Si no te hubiera vuelto tan insegura, habrías confiado en él. Y sospecho que terminará por darse cuenta de lo que digo porque tiene la inteligencia suficiente como para no engañarse a sí mismo.
Lali suspiró. Nada de lo que Peter hizo en ese día le daba la impresión de que quisiera mostrarse tolerante o comprensivo. Acompañó a Cande a su coche, se despidieron y luego regresó a la casa temiendo y anticipando el regreso de Peter.
Trébol llegó primero, irascible como siempre, tratando de morder al jardinero que lo llevó al establo. Peter llegó después de las diez, con Bruno dormido en brazos. A punto de preguntar dónde habían estado todo el día, Lali se detuvo. La fría mirada de Peter le informó que tenía preparada una respuesta para esa clase de interrogatorio. Avanzó y se conformó con recibir a Bruno.
-Lo acostaré – le indicó, cargando a su hijo exhausto y llevándolo a la habitación donde durmió las dos noches anteriores. El niño se agitó un poco mientras lo desvestía y de repente abrió los ojos, llenos de pánico.
-¿En dónde está papá?
-Abajo.
-Pensé que sólo soñaba con él – le regaló una sonrisa somnolienta -. No sabe nada de niños, pero sí de computadoras – le abrazó el cuello, dócil y tierno -. Siento haberme portado mal.
-Te perdono por esta vez – musitó ella, con los ojos llenos de lágrimas.
-Papá me lo explicó todo. Fue su culpa que nos hayamos separado – murmuró, durmiéndose de nuevo. Desde el fondo de su corazón, Lali le agradeció a Peter esas palabras. Puso a Bruno antes que su enojo, cerrando la brecha entre madre e hijo, antes que se ensanchara. Y esa no era una suposición descabellada. Lali preveía que, en el futuro próximo, Peter ocuparía el primer lugar en la vida de Bruno, dándole el poder de apartarlo de su lado. Pero Peter no lo usaría.
Bajó al estudio. A pesar de las flores que el ama de llaves, la señora Stokes, colocó en espacios vacíos, resultaba obvio que la casa no había sido habitada en años. Peter se la compró, pero ni siquiera pasó una noche allí, aguardando su regreso. Confió en ella y ahora descubría que jamás le correspondió de la misma forma. No le pidió nada, no esperó nada y nada recibió a cambio.
-¿Se durmió? – Peter se detuvo en el quicio de la puerta, con expresión ilegible.
-Como un tronco – respondió ella, aclarándose la garganta -. Lo cansaste y eso no sucede muy a menudo.
-No le dan suficientes estímulos – se encogió de hombros -. Se portó como un ángel conmigo, pero sospecho que hace rabietas con frecuencia, como la que presencié cuando lo saludaste.
-Estaba enojado – lo defendió.

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