Sunday, July 19, 2015

capitulo 17

En cambio Peter no soñaba. Conquistaba una meta y proseguía con la siguiente. Jamás se le ocurrió que podía fracasar. Era, después de todo, impensable que Peter se conformara con menos de lo que ambicionaba. Y, al calcular con cuanto menos ella tuvo que amoldarse, la amargura chocó contra una piedra de rencor en su interior.
-Siéntete como en tu casa – su sarcasmo, tan poco usual, sorprendió a tal grado a Peter, que se volvió a observarla.
-No me hables así – bufó, tenso.
-Te hablo como se me pega la gana – se atrevió a replicar.
-De acuerdo – la invitó Peter -. No lo harás dos veces.
-¿Quieres apostar? – su habilidad para retarlo crecía a medida que comprendía que ni Bruno, ni alguna señal del niño, podía traicionarla en ese apartamento.
-Si fuera tú, no me arriesgaría – respondió Peter -. Tienes la mala costumbre de apostarle al caballo perdedor y las posibilidades están en tu contra.
-No tengo miedo – asentó, levantando la barbilla.
-Deberías.
-¿Intentas amenazarme? – preguntó, temblando de pronto.
-Según mi opinión, nunca he intentado amenazar a nadie – afirmó, frío.
-No tengo nada más que decirte – insistió, agachando la cabeza.
-Pero yo sí.
Estremecida, Lali cruzó los brazos para esconder el hecho de que temblaban y se dirigió hacia la ventana, para darle la espalda.
-Cuando hablo con las personas, prefiero que me vean a la cara – le informó Peter con ironía.
-Yo no quiero verte – la desalentó descubrir que estaba a punto de llorar. Hubiera deseado encontrarse a miles de kilómetros de allí.
-Desde que llegué, he sostenido una maravillosa conversación conmigo mismo – esa crítica irónica acerca de sus respuestas cortas sonrojó las mejillas de Lali. Quizá debería estudiar esto desde un ángulo diferente.
-Hazme el favor de irte – le ordenó, tomando aliento.
-No hago favores – alzó una ceja.
Ella echó la cabeza hacia atrás y guardó silencio, no confiando en su voz, ni en sus ojos para enfrentar a ese hombre.
-¿Podemos olvidarnos de tu esposo imaginario, cuyo nombre te cuesta trabajo recordar? – murmuró Peter, en voz baja -. No creo que exista.
-No sé de dónde sacaste esa idea – la desconsoló que su respuesta careciera de convicción.
-No jugaré contigo – mantuvo inmóvil a su víctima con la sola fuerza de su mirada -. Juego con todo el mundo, pero no contigo. Vi a Huntingdon fuera del hotel. Sin duda crees que ese anillo presta cierta respetabilidad a tu presente posición en su vida. Te equivocas – concluyó, seco.
-Mal interpretaste lo que viste – la desesperación empezaba a dominarla.
-¿En serio? No lo creo – murmuró Peter -. Relájate. Todavía no lo destazo... pero cruzará la mitad de Alemania persiguiendo un contrato que no conseguirá.
-¿A q-qué te refieres? – abrió la boca, alelada.
-Supongo que todavía oyes bien.
-¿Por qué mencionaste ese contrato? – la tensión la mantenía tan quieta como una estatua.
-Porque impediré que lo firme. Tengo influencias – le informó Peter -. Y esta vez, con mis influencias basta.
-Pero, ¿por qué? ¿Por qué atacas a Drew? – susurró, aplastada.
-Por desgracia para él, este es su apartamento – Peter le lanzó una mirada brillante, cargada de amenazas -. Y, cuando un hombre invade mi territorio, debe dolerle. De lo contrario, ¿quién respetaría los límites que fijo? De seguro no esperas que lo premie por acostarse con mi mujer, ¿verdad?

1 comment:

  1. ajjaaja peter, parece cabernicula diciendo eso mas

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