Friday, July 24, 2015

capitulo 56

El regalo de bodas de Lali era una casa de campo isabelina. Pequeña, acogedora y sin ostentaciones; le hubiera fascinado en otro estado de ánimo... y si Euguenia no saliera de la puerta principal para darles la bienvenida, toda sonrisas...
-Como regalito no está nada mal, no está mal del todo – comentó Cande, con las manos sobre las caderas, observando la casa, los prados recién cortados, un bosquecillo y, a lo lejos, un laguito -. Lo siento, Lali, pero tu suerte me impresiona.
Lali consultó su reloj, a hurtadillas.
-Ya aparecerán, tarde o temprano – la tranquilizó Cande, demasiado observadora para que se le escapara ese ademán -. Deja de preocuparte, Bruno llegará en unos minutos – suspiró -. Es mi culpa. No debí dejarlo a solas con Euguenia. Esa mujer destila veneno.
Lali recordó con renuencia su llegada. Peter se dirigió de inmediato hacia Euguenia, para saludarla. La morena, en medio de sonrisas y risas, adoptó la postura ultra femenina que siempre usaba con Peter. Después de un sermoncillo de que no quería molestarlos, se subió a su coche, feliz de dejar tras ella un infierno, entre marido y mujer... madre e hijo.
Bruno los esperaba en la sala, sentado como un viejecillo solemne. Al intentar besarlo, la rechazó indignado.
-Me dijiste que mi papá había muerto – la condenó y, a partir de ese momento, la reunión fue de mal en peor.
Euguenia hizo su trabajo. Bruno era un niño inteligente, pero no comprendía las relaciones entre los adultos más que como un chico de cuatro años. Sólo entendía que su madre le mintió y, herido y confuso, descargaba su temor de conocer al padre que Euguenia le describió en sus propios términos, en Lali.
Peter se reunió con ellos en ese momento de tensión. Se acuclilló al nivel de su hijo diminuto y captó su atención de inmediato.
-No sé como ser tu papá – le confió con astucia -. Quizá cometa errores, así que tendrás que ayudarme. -No quiero un papá que me mande todo el tiempo – estableció Bruno, con una vocecilla insegura, pero rápido en su respuesta.
-Nunca lo haría – aceptó Peter, sin alterarse.
-No sé si me guste tener papá – declaró Bruno, con menos agresión.
-Lo entiendo, aunque a mí me encanta tenerte como hijo.
-¿Tienes otros? – preguntó Bruno, con inocencia.
-Sólo a ti. Por eso eres tan especial.
Lali observaba sin sorpresa la forma en que el niño respondía a Peter y a la actuación perfecta de éste para sofocar los temores de Bruno. Continuaron hablando durante una eternidad. Peter inició una serie de negociaciones sutiles que despertaron la confianza y la curiosidad del chico.
Al cabo de una hora, Bruno hablaba con entusiasmo. Mencionó a Trébol. A Peter le tomó un segundo reconocer que sacar a un burro viejo de uno de los santuarios para la protección de animales, fomentaría la relación que estaba estableciendo con su hijo. Sin perder tiempo, confirmó por medio de una llamada telefónica que Trébol todavía estaba en el asilo.
-Creo que debemos recogerlo ahora – sugirió con la frialdad de un estratega genial y Bruno, agobiado por las lágrimas, la excitación y la gratitud, se echó en brazos de Peter, rompiendo la barrera que hasta entonces observara.
-Es un niño precioso – murmuró Peter antes de partir, dándose cuenta de la presencia de Lali por primera vez desde que llegaran a la casa -. Y estoy muy orgulloso de que sea mío.

1 comment:

  1. Pero que se cree Euguenia, para decirle a bruno que tiene un padre, no era el deber de ella, la odio.

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