Wednesday, July 22, 2015

capitulo 40

-Asumo, sin temor a equivocarme, que has recobrado la memoria – se mofó -. Pero no me atrevería a asumir algo más.
-Será mejor que no te atrevas – su frialdad la sulfuraba -. Si te estuvieras muriendo de sed, no te daría de beber. Si te murieras de hambre, no te daría ni un bocado. Si fueras el último hombre sobrela Tierra , y yo la última mujer, la raza humana desaparecería. Mereces que te descuarticen, te ahorquen y te torturen y, si estuvieras a mi merced, lo haría.
-Si estuviera a tu merced, no te encontrarías en esa situación – intervino Peter con la intención de ayudarla, cuando ella se detuvo para tomar aliento.
-Te acusaré ante la policía – lo amenazó Lali, satisfecha de atacarlo con un peligro realista.
-¿Para qué? – preguntó, contemplándola con sus ojos esmeralda.
-¿P-para qué? – tartamudeó, una octava más alto -. ¿Para qué? ¡Me raptaste!
-¿Te drogué? ¿Abusé físicamente de ti? ¿Tienes testigos que hayan presenciado estos acontecimientos?
-Los inventaré, mentiré – le lanzó.
-Entonces, ¿por qué estabas tan contenta, a mi lado, en el aeropuerto mientras yo anunciaba nuestros planes para casarnos? – indagó Peter con esa frialdad irritante e increíble.
-Me mantuviste prisionera durante toda la semana pasada – desesperada, trató de apartarlo con otra arma.
-¿Bajo llave? No recuerdo haberme negado a dejarte salir.
-Abuso físico, entonces – Lali siseó, a través de sus dientes apretados -. Con eso estarás perdido.
-¿A qué abuso físico te refieres? – sonrió Peter, con descaro.
-Sabes muy bien a lo que me refiero – chilló, irguiéndose a toda su altura de uno cincuenta y dos -. Mientras... mientras no coordinaba mis ideas con lógica, te aprovechaste de un modo asqueroso de mí.
-¿En serio? – murmuró -. Lali, según mi humilde opinión, la semana pasada coordinaste mejor tus ideas que en los últimos cinco años.
-¿Cómo te atreves? – aulló, loca de remate -. ¿Cómo te atreves a decirme aso en mi cara?
-Porque es verdad – alzó un ancho hombro con elegancia.
-La verdad... ¿según quién? – gritó, feroz -. Cómete esas palabras de inmediato.
-No tengo la menor intención de retractarme – le informó, con descuidada provocación -. Cuando te calmes, te darás cuenta de que no he faltado a la verdad.
-¿Cuándo me calme? – repitió como un energúmeno -. ¿Te parece que me voy a calmar?
-Si supieras nadar mejor, te echaría a la piscina – comentó, estudiándola.
-Ni siquiera te arrepientes, ¿eh? – esa realidad empezaba a incomodarla... y no reducía su furia en lo más mínimo.
-¿Por qué había de arrepentirme? – suspiró Peter.
-¿Por qué? ¿Por qué? – apenas podía hablar -. Porque yo haré que te arrepientas. Debí adivinar que no te remordería la conciencia por traerme aquí.
-Y tienes razón. No me remuerde.
-Actúas como si fuera una especie de cosa, de objeto que puedes levantar y colocar donde te place – cuando la boca de Peter se curvó en una sonrisa, Lali comprendió por qué algunas personas asesinan.
-Si eres un objeto para mí, entonces, yo soy un objeto para ti, en el mismo plano.
-¡No estoy hablando de sexo! – rugió, fulminándolo con la mirada.
-No – concedió -. Noté que habías descartado ese cargo de abuso físico... -No lo descarté – lo interrumpió.
-Pero cambiaste de tema – la contraatacó -. Me deseas tanto como yo a ti.
-¡Payaso arrogante! ¡Estaba loca! ¡Te detesto!
-Ya se te pasará – le aseguró.
-¡No se me pasará! Me voy, te abandono, me esfumo... – le deletreó, tempestuosa.
-Una respuesta típica de ti cuando se presentan problemas, pero esta vez no desaparecerás en el aire. -Me voy – gritó, como salvaje.
-¡Cuidado con los vidrios – le advirtió Peter.

4 comments: