Sunday, July 19, 2015

capitulo 18

Lali palideció. Peter la golpeaba sin piedad y le parecía que se ahogaba, incapaz de respirar. La observó sin el menor remordimiento y esa vez la joven sintió la rabia salvaje que lo dominaba, como una fuerza intimidante, pues nunca antes había perdido la paciencia con ella. Consideraba que las personas que permiten que la ira triunfe, pierden el control de la situación. Y nadie acusaría a Peter de esa falta de cálculo. O por lo menos, así lo creía Lali...
-No soy tu mujer – manifestó insegura.
-Durante dos años fuiste mía, indiscutiblemente mía, como ninguna otra mujer lo ha sido. Algunas cosas no cambian. En el Savoy no me quitaste los ojos de encima.
-¡Tonterías! – Lali estaba tan anonadada con esa acusación, que olvidó por un momento la amenaza contra Drew.
-Yo no lo creo así. Y no vamos a discutir por eso. Tú tienes el mismo efecto sobre mí. No lo niego. Un cierto no sé qué, indescriptible y, en muchas ocasiones, desagradable, pero que todavía existe después de seis años y medio. ¿No te indica algo?
Frunció las cejas, tratando de comprender lo que insinuaba.
-Muchos matrimonios no duran tanto tiempo – le indicó Peter, sin alterarse -. Deseo que regreses, Lali.
Un pozo de silencio se los tragó y ella juró que podía escuchar su propio corazón. Su capacidad de pensar desapareció en medio del frío que la invadía.
-¿Realmente creíste que me conformaría con menos? – fue hasta la mesa y abrió uno de los garrafones para servirse un brandy.
-No puedo creer que me estés diciendo esto – musitó ella.
-Consuélate con la reflexión de que no he dicho ni la cuarta parte de lo que me gustaría – Peter tomó la copa entre sus dedos de acero, acunándola -. Apuesto a que me agradeces mi prudencia.
Indefensa, adivinó cómo se sentía el conejo azorado, ante los faros de un auto. Esos ojos esmeralda tenían la capacidad de hipnotizarla.
-¿Tú... tú supones que Drew me mantiene? – inquirió, estremeciéndose de asco -. ¿Eso es lo que insinúas?
-Rara vez insinúo, cara – afirmó.
-¿Cómo te atreves? – exclamó Lali.
-Me desagrada en particular que sea un hombre casado, lo bastante viejo como para ocupar el lugar de tu padre.
-¡No hay nada desagradable en Drew! – protestó, furiosa -. Es uno de los hombres más honorables y decentes que conozco.
-Que no está por encima de engañar a su esposa con una mujer que podría ser su hija – se burló Peter, con esa conclusión mordaz -. Una palabra de advertencia, cara. Después de esta noche, no quiero que vuelvas a pronunciar su nombre en toda tu vida.
Lali se embarcó en la defensa de Drew, sin escuchar lo que decía.
-Jamás engañaría a su esposa. Se separó de ella hace casi un año. ¡Obtendrá el divorcio el mes entrante! -Lo sé – interpuso Peter con suavidad, desinflándola con su calma -. Debió quedarse en casa con su mujer. Hubiera sido menos peligroso.
-¿Menos peligroso? – susurró, recordando su amenaza de minutos antes -. ¿Te propones perjudicarlo?
-No. Describo un hecho concluido – recalcó, helándola.
-Pero, no puedes hablar en serio, no puedes – arguyó, con un ruego instintivo en la voz.
-Si tú lo dices – alzó un ancho hombro, descartando el asunto -. Ahora, tenemos cosas más importantes que discutir.
A Lali se le contrajo el estómago. Debajo de ese traje cortado a la perfección, se ocultaba un depredador de proporciones descomunales, tan ajeno a un remordimiento de conciencia como el hombre de Neandertal.

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