Friday, July 24, 2015

capitulo 51

-Puedes dormir durante el vuelo – Peter le sonrió, satisfecho y divertido ante la somnolencia de su esposa. Estaban a punto de salir de la sala de espera, cuando un hombre pequeño y de cabello cano, seguido de un guardia de seguridad, se les acercó.
-¿Alejo? – Peter cruzó la habitación para saludarlo, frunciendo las cejas.
El intercambio en italiano se hizo en tono de urgencia que obligó a Lali a mirar en otra dirección. El hombre entregó algo a Peter, sacó un pañuelo y se limpió la frente, con un gesto de disculpa, como si reportara una muerte. Sofocando un bostezo, la joven trató de distraerse.
-¿Quién era ese hombre? – preguntó la chica al abordar el avión.
-Uno de mis abogados – respondió Peter con una curiosa sequedad en la voz.
Ella siempre odió los despegues. No abrió los ojos hasta que estaban en el aire. Pero Peter no se quedó a su lado. Lo descubrió al otro lado de la cabina, revisando una hoja de papel. Observó cómo la arrugaba con sus dedos y luego le hacía una seña a la azafata. Un whisky apareció al instante. Se lo terminó de un trago y de repente se puso de pie de un salto y ordenó algo a la asistente, que salió de la cabina a toda velocidad.
-Lali... ven acá – le pidió.
Quitándose el cinturón de seguridad, la joven se levantó. Él le indicó el asiento en que debía sentarse, con una violencia reprimida que la intimidó.
-No voy a perder la paciencia por tu causa – asentó en un tono controlado -. Debe haber una explicación y todavía conservo la fe, aunque pende de un hilo.
-Me asustas.
Peter continuó estudiándola, sin parpadear, amenazando con arrancarle la piel del rostro con los ojos.
-La semana pasada Euguenia me dijo algo que me negué a creer. Después de que desapareciste, hace cinco años, se quedó en el apartamento que compartimos durante unas semanas. No quería que permaneciera vacío por si telefoneabas o volvías. Asintió, incierta.
-Cuando habló conmigo, me informó que durante su estancia, llamó un médico, preguntado por qué no habías ido a su consultorio a que te revisara.
Lali inclinó la cabeza y estudió la cubierta de la mesa, con los vellos de la nuca erizados, ante le golpe que le preparaba el destino.
-Por esa llamada y los detalles que descubrió en el apartamento – prosiguió Peter en el mismo tono de calma asesina -, Euguenia dedujo que estabas embarazada cuando te fuiste.
Se encogió, helada y la cubierta de la mesa se borró de su vista.
-Asumió... si es cierta la historia, que decidiste abortar. Me explicó que en aquel entonces no creyó conveniente compartir ese descubrimiento conmigo. Así que pretendió olvidarlo.
Lali le rogó a Dios que bajara una mano para ponerla fuera del alcance de Peter. Sus cuerdas vocales dejaron de funcionar. Lo mismo que su cerebro.
-Por supuesto concluyó que, si esperabas un hijo, no era mío. Le achacó la culpa a Sierra – su tono se volvía más y más bajo, pero pronunciaba cada palabra despacio y con precisión -. Quizá ahora puedas entender por qué estaba furioso con ella. Después de tanto tiempo, la historia me pareció fantástica, por no decir absurda. No le creí ni media palabra. Te defendí.
El peso de los pecados del mundo cayó sobre los hombros de la joven. Se encogió interior y exteriormente.

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