Tuesday, July 28, 2015

capitulo 20

Seis meses después de su ruptura, se había casado con una rubia de buena familia, el tipo de mujer que le encantaba a esa madre tan esnob que tenía. Se había encontrado con su mujer y su hijo varias veces. Nunca olvidaría la primera vez que había visto al niño y había recordado que ella nunca podría vivir esa experiencia.
Para protegerse de ese horrible sentimiento de frustración, había dejado de salir con hombres y se había dedicado exclusivamente a su negocio. Era una mujer feliz y satisfecha con su vida hasta que Peter apareció. Él le recordó que seguía siendo una mujer, que el deseo, que había logrado ignorar durante muchos años, seguía estando ahí. Cuando Peter estaba cerca, no lograba controlar la pasión que sentía y eso hería su orgullo. Pero lo que más la preocupaba era la fascinación que sentía por ese hombre. La sacaba de sus casillas, sí, pero también lo deseaba.
¿Había insistido en acompañada al coche porque sospechaba que Pablo estaría esperándola? ¿O había sido una simple coincidencia? Seguramente habría sido una coincidencia.
Cande le había llevado un día una revista de cotilleos en la que aparecía con diferentes mujeres. Cuando la vio supo cómo era realmente. Un hombre frío, de esos generosos y amables pero temerosos de comprometerse, y poco románticos. En definitiva, un donjuán que cualquier mujer con dos dedos de frente debería evitar.
Llegó a Londres el lunes y, mientras el chófer de la limusina sacaba las maletas, echó un vistazo al edificio moderno donde viviría por un tiempo.
Mientras subía en el ascensor, estudió su reflejo. La verdad es que su cara no era nada atractiva, pero, claro, desde la ruptura su autoestima estaba por los suelos. Nunca había sabido valorarse. .
Su vida estaba llena de promesas incumplidas, así que había aprendido a no confiar en nadie. Tenía recuerdos vívidos de su madre; una hermosa y elegante pelirroja.
-Tan pronto como me organice, podrás venir a vivir conmigo -le había prometido su madre repetidamente-. He dado a tu hermana en adopción... tú sabes que ella estaba enferma y yo no podía cuidarla... pero no puedo soportar hacer lo mismo contigo.
Sin embargo, Lali había vivido desde que nació en hogares de acogida, y cuando tenía cinco años, las visitas ocasionales de su madre habían pasado a ser un mero recuerdo. Años más tarde, había sido un shock para ella descubrir que su madre había vuelto a casarse a los dieciocho meses. De su nacimiento y que nunca había tenido intención de llevar a su hija ilegítima, al hogar que compartía con su segundo marido, pues este incluso desconocía su existencia.
Un hombre mayor y elegante llamado Alfredo le abrió la puerta. El apartamento era grande y muy moderno, pero frío e impersonal.
Tras enseñarle el espacioso dormitorio, Alfredo le mostró la agenda del día. Iba a recorrer varios centros de belleza ¡Peter debía de pensar que necesitaba mejorar bastante su imagen!
Unas cuantas horas después, Lali lucía una hermosa melena castaña y unas
uñas largas y perfectas. Se había dado cuenta que convertirse en una amante, fingida o no, iba a ser un trabajo muy aburrido.

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