Saturday, July 25, 2015

capitulo 2

Sin darse cuenta de lo intimidante que resultaba su expresión, Peter vio cómo le ofrecían unos pasteles sicilianos de crema. La esbelta mano que sujetaba la bandeja temblaba casi impercetiblemente, pero él era un buen observador. Dirigió su mirada hacía la curtida cara de Lali Esposito, la suave sombra debajo de los ojos, la tensión de la delicada mandíbula... Sus pestañas eran marrones y largas como las de un niño, y temblaba; ya que estaba desesperada.
Lali estaba a punto de perder el negocio por el que tanto había trabajado y Peter lo sabía, porque así lo había planeado.
-Gracias -murmuró Peter con un tono un tanto burlón.
Si Lali pensaba que iba a conseguir sorprenderlo con esos detalles insignificantes, estaba muy equivocada. Para conceder un contrato, había que tener en cuenta la eficiencia, el precio y la seriedad en el trabajo. -Nucatoli y pasta ciotti, qué agradable sorpresa, me mima demasiado. .
El traicionero y agitado pulso que notó en su cuello permitió a Peter admirar la fina y delicada piel de Lali.
-Me gusta innovar, eso es todo -dijo Lali con la respiración entrecortada.
Temblaba, y los ojos oscuros, el tono rojizo de las mejillas, los labios carnosos y rosados lo reclamaban. Lali se sentía atraída por él, y si no hubiera sabido tanto sobre ella, habría pensado que la joven era demasiado inocente para ocultar sus sentimientos. Pero sabía que no debía hacerlo... tal vez si la habitación hubiera estado vacía, la habría sentado sobre sus rodillas y sus manos habrían recorrido ese agitado cuerpo que lo llamaba. Su física masculinidad amenazaba con despertarse y delatarlo, pero pensó en su plan, y pronto consiguió dominar sus instintos. No tenía ninguna intención de acostarse con la hija de Nicolas Vasques. Se convertiría en su amante, sí, pero solo de puertas para fuera.
-¿ y no nos gusta a todos? -afirmó Peter con cierto sarcasmo.
El pastel se deshizo suavemente en su boca y Lali se retiró a un lado, como una criada sumisa.
Peter sonrió levemente, le gustaba verla ahí, de pie, junto a él. Era un hombre chapado a la antigua y el pastel estaba delicioso, quizá pudiera cocinar para él en su tiempo libre.
-Está bueno -le dijo con dulzura.
Los ojos negros de Lali se iluminaron de repente en una mezcla de alivio y orgullo. Peter se la imaginó tumbada en la ama, en una tórrida tarde siciliana: los cabellos castaños enmarañados sobre la cama, la jugosa boca pidiendo que la besara mientras se retorcía y gemía de placer ante su gran maestría. Apenado, se dijo a sí mismo que eso nunca iba a suceder y se enfadó por dejarse llevar por su libido.
Lali le sirvió el café y le echó el azúcar. Peter se preguntó si su antiguo novio, el cantante de rock, había sabido apreciar esos detalles tan femeninos. Pero había descubierto un par de sorpresas sobre Lali en la investigación; y esa mujer no
era ninguna santa. Quizá tuviera solo veintidós años, pero tenía una vida llena de avatares que lo hubiera conmovido si no fuera por un acontecimiento. Al parecer, la joven se había quedado con todos los ahorros de una pobre anciana. Bajo esos brillantes y oscuros ojos, se escondía una persona egoísta y sin sentimientos.

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