Wednesday, July 22, 2015

capitulo 38

Esa certeza golpeaba a Lali de pronto. La desconcertó que algo tan importante se le escapara de la mente. No tenía píldoras anticonceptivas en su posesión. Por consecuencia, era evidente que no las tomaba. Recordó que antes, tomarlas era el eje de su existencia, provocando horribles ataques de pánico cuando olvidaba una o dos. Si Peter se hubiera dado cuenta de que se salvaban de milagro, se sentiría como ella.
Esos antecedentes no la prepararon para aceptar que Peter hablara de tener un bebé como lo más natural del mundo. Y desde luego que era natural, si se casaban. En tales circunstancias, decidió que su pánico inicial resultaba bastante comprensible. En cuanto a la reproducción, tendría que aprender a considerarla desde otro punto de vista.
Al parecer indiferente a los frenéticos reajustes que provocó,Peter pasó una mano acariciadora por la espalda de la joven y la acercó a él.
-¿No notaste esa omisión? – preguntó, con suavidad.
-No – musitó, sintiéndose culpable por instinto.
-Quiero tener hijos mientras esté joven, para gozarlos.
Se le ocurrió que quizá debió mencionarle ese deseo antes de tomar una decisión sin consultarla, pero la seductora imagen de Peter cargando un hijo cruzó su mente con igual rapidez y se olvidó de enojarse con él.
-Sí – concordó, nostálgica.
-Sabía que estarías de acuerdo conmigo – murmuró Peter, ronco, concentrándose en abrir una vereda de sensualidad con su dedo, por encima del hombro de Lali -. Así, en lugar de correr a mirar a los bebés que pasean en sus cochecitos, podrás concentrarte en el tuyo.
-¿Hago eso? – inquirió.
-Siempre – contestó, divertido.
Antes, todo lo que se refería a bebés dejaba a Peter helado. Por lo tanto, la sorprendía que quisiera tener un hijo con tanta urgencia. Sin embargo, una vez que lo pensó durante uno o dos minutos, la idea le pareció lógica. Peter iniciaba su matrimonio igual que emprendía un trato comercial: lleno de esperanzas. Ansiaba un heredero, eso era todo. No podía construir un imperio sin entregárselo a su dinastía. No obstante, le resultó imposible sonreír y sofocar el miedo irracional que la arrasaba.
El sentido común debió aplastar el temor. Amaba a Peter. Amaba a los niños. ¿Cuál era el problema? Pero la inseguridad persistía y las sienes le latieron cuando el teléfono empezó a sonar.
Peter hablaba en japonés con la fría indiferencia de alguien que domina una docena de lenguas.
-Negocios – le informó, al colgar el auricular -. Debo entrar en la casa para hacer otras llamadas. No tardo.
La luz del sol jugaba con la superficie de la piscina, a unos pasos de la joven, con un efecto hipnótico. El dolor de cabeza de Lali la atontaba a tal grado, que casi no podía pensar.
De pronto, un ruido la sacó de su inquieta somnolencia. Un niño emergió de entre los árboles, corriendo tras una pelota. Se dirigió en dirección a la piscina y Lali se enderezó, llena de alarma. Pero atrapó la pelota antes de llegar a la orilla y, en ese momento, una de las sirvientas descendió por los prados del castillo.
-Scusi, signorina, scusi – exhaló, en una disculpa frenética por esa intrusión, alzando al niño en vilo. El chico protestó, pero se lo llevó de prisa, todavía aferrado a la pelota, mientras Lali contenía el aliento.
Los golpes que le taladraban la frente se volvieron intolerables durante un segundo, pero ahora cedían. Ni siquiera notó ese hecho. Se encontraba en un estado de aturdimiento que se transformó en horror incrédulo. Bruno... ¡Bruno! El lujo sibarita de la piscina se desvaneció mientras ella se quedaba inmóvil.
Pescó el teléfono y apretó un botón para comunicarse con la secretaria.
-Habla la señorita Esposito – tuvo que toser para que su voz se oyera al adquirir un volumen razonable -. Quiero que me comunique con Inglaterra. Es urgente – le indicó, esforzándose por recordar el apellido de soltera de Cande y la dirección de su casa, hasta que al fin lo logró.
Temblando igual que la víctima de un accidente, se sentó antes de que las piernas se le doblaran. ¿Qué
clase de madre podría olvidarse de su hijo? Oh, Dios del cielo, permite que despierte, no dejes que esta pesadilla sea real, rezó con fervor.
El teléfono sonó y ella saltó para contestarlo.
-¿Hola? ¿Hola? – decía Cande.
-Hola, Cande. ¿Está Bruno allí?

7 comments:

  1. nooo quiero saber que pasa masss!

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  2. por fin lali se acordo, haora que va a pasar ?

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  3. me muero por mas

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  4. ay dios como safa lali, de todo eso, y cuando peter, se de cuenta que tiene un hijo como va a reaccionar

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