Lali se despertó lentamente, estirándose con placer antes de abrir los ojos.
Pero solo tuvo que abrirlos para darse cuenta de que no sabía dónde se hallaba. Se sentó de golpe, des-concertada. La tenue luz de la aurora se filtraba por una pequeña rendija en las cortinas. Miró la gran habitación, confusa. También la sorprendió el camisón azul que llevaba, una escotada prenda de finísimo satén y encaje. Un ligero ruido la sobresaltó y se asustó aún más al ver una figura que se incorporaba de una silla en las sombras de un rincón. Emitió un ahogado grito de miedo.
-Soy yo, Peter -dijo la voz conocida.
-¿Dónde me encuentro? -exigió Lali, enfadada ahora que se sentía más segura.
Peter le dio a un interruptor y dos altas lámparas a ambos lados de la cama se encendieron, iluminando con su luz suave sus bronceadas facciones y el brillo de su penetrante mirada. También mostraron las líneas de cansancio alrededor de su boca y su incipiente barba.
-Se encuentra en el consulado de Quamar. Tuve que venir anoche para poder utilizar una línea telefónica segura y no podía dejarla sola en el estado en que se hallaba.
-Pero entonces llevo horas durmiendo. Recuerdo que alguien me puso una inyección -dijo, incómoda todavía al despertarse en un sitio desconocido.
-El médico le administró un sedante muy suave-explicó Peter, con la misma irritante calma-: Por favor, no me acuse de haberla raptado a usted también. No podía abandonarla como estaba, pero tampoco me podía quedar allí.
De repente, Lali recordó el día anterior y el dolor fue como un mazazo en el pecho.
-Ben... ¿tiene alguna noticia de él?
-Que el avión aterrizó sin novedad y que lo metieron en la cama en cuanto llegaron al palacio. Se encuentra bien.
Lali estaba a punto de cuestionar su última frase cuando, de repente, se dio cuenta de la forma en que él la miraba. Se hizo un silencio cargado de electricidad mientras la boca se le secaba y el corazón aceleraba sus latidos. Bajo el satén, sus pechos reaccionaron y sintió bochorno no solo por sus pezones duros, sino también por la ligereza de su ropa. Con las mejillas como un tomate, se cubrió con la sábana.
-¿Quién me acostó?
-Las sirvientas.
-¿y qué hace usted aquí?
-Sabía que sentiría temor al despertarse en un sitio desconocido. ¿Recuerda lo que me propuso anoche? -le preguntó Peter suavemente al pie de la cama con sus brillantes ojos esmeralda clavados en ella. Lali palideció al recordar que no había sido un sueño, que le había pedido que se casasen para poder así entrar a Quamar y reunirse con Ben. Comprendió que él esperaba verla cohibida, pero levantó la barbilla, sintiendo un extraño poder.
-Perfectamente dijo.
-Pero estaba borracha. ¿Exigir que me casase con usted? ¿Puede imaginar algo más ridículo? -preguntó Peter suavemente.
-¡Pues claro que puedo! dijo ella, aferrándose al borde de la sábana-: ¿Qué tal un odioso y tiránico rey que rapta a su nieto utilizando su ejército? ¿O su ejército actuando como un puñado de terroristas en otro país? ¿O prefiere el gusto de su hermano por el sexo sórdido en alta mar? Bueno, quizás no sea ridículo, pero, seamos sinceros, puede que sean de la realeza, pero... la verdad es que en lo que concierne a su familia, no hay nada de lo que sentirse orgulloso. ¡Y desde luego que no tiene ningún motivo para pensar que es , mejor que yo!
Lali se quedó muda, azorada por lo que le había dicho, asombrada de haber sido capaz de decirle cosas tan duras, ella que siempre era tan prudente al hablar, pero la gota había colmado el vaso.
Peter palideció ante los insultos que ella profería sobre su familia como si ella lo hubiese abofeteado. Nunca había sentido tanta rabia. Jamás en la vida había tenido que soportar semejante ataque y lo que había de verdad en ello hizo que se enfadase aún más.
Hacía unas horas, había discutido violentamente por ella con su padre, Con la persona que le habían enseñado a respetar como monarca y padre. Pero allí estaba, sin miedo y desafiante, como una sirena en una roca, envuelta en una maraña de rizos platino, inquebrantable como el acero bajo aquella frá-gil apariencia femenina.
-¿Quiere decir que su proposición de matrimonio iba en serio? -exigió, sin intentar esconder su furiosa incredulidad.
esta lali si no se dejar intimidar, me encanta que se a asi solo imaginarme la cara de peter con todo lo que le dijo me da risa ajajajaja
ReplyDeletenecesito mas
ReplyDeletemasss
ReplyDeleteotro
ReplyDelete+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ReplyDeletemas novela
ReplyDeleteMaass
ReplyDelete