Sunday, July 12, 2015

capitulo 29

-¿Te hago daño?
-No -dijo Lali sin aliento, con los ojos cerrados para no tener que enfrentarse a él, violenta por haber manifestado ese dolor inesperado.
-Eres muy estrecha -murmuró con un gemido sensual que combinaba placer y preocupación-, pero estoy que ardo por ti, ma belle.
-Sigue, no pares -dijo ella estremecida, porque la excitación la seguía recorriendo en increíbles oleadas de deseo.
No se detuvo. Se deslizó dentro de ella con un suave y controlado empellón de sus delgadas caderas, quitándole el aliento con aquella nueva sensación, despertándole un desvergonzado anhelo de más. Se movió luego con un ritmo fluido que hizo que el corazón le latiera aceleradamente, envuelta en una pasión incontrolable. Se arqueó hacia él, entregada, rogándole más, llena de un deseo que aumentaba y aumentaba. Y luego, cuando ella, ya no pudo soportado, la hizo volar hasta un clímax de extasiada liberación. Una sensación gloriosa se derramó como una cascada por su cuerpo palpitante. Se estremeció sobre ella con un ronco grito de gozo masculino y ella lo envolvió como un capullo presa de una alegría desconocida.
 Peter levantó la cabeza y la observó con sus ojos esmeralda.
-Siento haber sido tan brusco. Nunca le había hecho antes daño a una mujer.
-No... no -susurró Lali, silenciándolo con un dedo sobre los labios-. No fue nada.
Los dedos masculinos le apartaron un mechón de la frente con un gesto que le oprimió el sensible corazón.
-Pero...
-Calla -dijo Lali. Apartando la mirada para que él no se diese cuenta de su profunda mortificación, le besó su recia mandíbula.
Durante un segundo, él se quedó rígido por el gesto de afecto y luego lanzó una risa ahogada al echarse boca arriba sobre las almohadas y arrastrarla con él.
-Ahora puedo enfrentarme a una audiencia con mi padre. El sexo es fantástico para liberar la tensión, ma belle -le informó Peter, jugueteando con un largo rizo rubio-. Nos lo pasaremos bien juntos mientras estás aquí.
A Lali le costó contener el impulso de darle una bofetada. ¿Una forma de liberar la tensión? ¿Cómo era capaz de degradar tanto lo que habían compartido, como si se hubiese tratado de un extenuante partido de squash? La sensación maravillosa de intimidad y calidez se disipó ante el poco valor que él le concedía. Y luego comenzó a volver a la realidad, dándose cuenta en toda su magnitud de lo que acababa de hacer. Recordó entonces el comentario masculino de que el chantaje pagaba inesperados dividendos y se le hizo un nudo en el estómago, pesado como el plomo.
Totalmente ajeno a sus sentimientos, Peter la movió hacia un lado y retiró la sábana de su lado para salir de la cama de un salto. Desapareció por una puerta y al rato se oyó el agua de la ducha. Lali se puso boca abajo. Demasiado tarde para arrepentirse, se dijo tristemente, sintiéndose inmersa en un remolino de emociones. Las lágrimas le afloraron peligrosamente al darse cuenta de que sentía cosas por él que hasta aquel momento se había negado a aceptar y que no se atrevía a analizar. Oyó los cajones que se abrían y cerraban en otra habitación, indicando que él se vestía.
-¿Lali?
Mordiéndose el labio, ella se dio la vuelta y se sentó, intentando comportarse con normalidad, pero sin saber en absoluto lo que era normal en una situación como aquella. Con el húmedo cabello negro peinado hacia atrás, recién afeitado y vistiendo un ligero traje gris a rayas, Peter estaba guapísimo, era nuevamente el príncipe heredero. Se le ocurrió que lo prefería desnudo.
-Veré a Ben, o al menos conseguiré un informe de cómo ha estado -informó Peter, con los graves ojos posados en ella como dándole fuerzas-. Intentaré traerlo. No te puedo prometer nada más.
Los labios femeninos temblaron y ella los apretó, asintiendo con la cabeza.
      Peter comenzó a darse la vuelta, pero algo atrajo su mirada a las sábanas. Con una sorda imprecación, las apartó bruscamente.
-¿Qué pasa? -preguntó Lali desconcertada, apretando las rodillas contra el pecho.
         Peter elevó los turbados ojos de la mancha de sangre en el sitio donde habían hecho el amor. Demasiado tarde, Lali la vio también, cohibida. Intentó volverla a cubrir, pero Peter arrancó las sábanas de debajo de ella.
-No lo puedo creer, pero no puedo ignorar esta prueba -observó Peter conmocionado-. Si eras virgen, es imposible que seas la madre de mi sobrino.

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