«El hombre más bueno del mundo», se repitió una y otra vez para tranquilizarse. Si la dejase hablar, podría darle montones de motivos para defender su postura. El padre de Ben no necesitaría mantener un piso tan enorme para ellos, y los gastos de ella y Ben serían una centésima parte de los que tenía Rocio. Si accediese a que ella fuera la tutora legal, se ahorraría una fortuna. Por favor, por favor, por favor, rezó, con los dedos cruzados mientras se paseaba por el salón.
De repente, se le ocurrió pensar en la advertencia del padre de Ben y se estremeció de temor. La única forma que él tenía de saber si estaba sola era vigilar el piso antes de su llegada. Consciente de que no le ha-bían gustado la mayoría de los amigos de Rocio,
Lali se sintió descompuesta de miedo. Ben era adorable, pero su padre quizás fuese un imbécil, un criminal, o ambas cosas a la vez!
Llamaron a la puerta. Trémula, Lali tomó aliento y fue a abrir. Tres hombres morenos de traje, enormes como tanques de guerra, pasaron sin decirle nada y registraron el piso habitación por habitación. Corriendo como una gallina protegiendo a su cría, los siguió y entró a la salita donde Ben dormía en un sofá.
-Por favor, váyanse... por favor, no lo despierten...le dará miedo... yo misma tengo miedo!
Uno de los hombres habló con alguien por su teléfono móvil y el trío volvió a salir al vestíbulo, como si ella fuese invisible. Temblando como una hoja, Lali se cruzó de brazos y, a través de la puerta de entrada todavía abierta, oyó detenerse al ascensor, unas pisadas y una breve conversación en voz baja.
Finalmente, vio aparecer en el umbral a un hombre alto y moreno.
No parecía el ser más bueno del mundo, pero era tan guapo que la dejó sin habla y se lo quedó mirando como una tonta. Tenía el aspecto de un hombre que lucha con un par de tiburones antes de desayunar, corre dos maratones antes de comer, dirige un imperio durante la tarde y acaba la jornada llevándose a una afortunada mujer a la cama para dejarla rendida. Al pensar en eso último, Lali se avergonzó, enrojeciendo como un tomate.
-¿La señorita Mariana Esposito? -preguntó él, mirándola de arriba abajo de tal forma que el corazón le comenzó a latir a Lali como si hubiese oído una alarma contra incendios.
Asintió lentamente con la cabeza, hipnotizada por su pelo negro azabache, su fabulosa figura, el delicioso color bronceador de su piel, su arrogante nariz, la curva de sus labios... Era guapo como un modelo de revista y seguro que Rocio se había enamorado perdidamente de él.
-Conteste -le ordenó él, como un hombre que da por sentado la obediencia inmediata.
-Soy Mariana Esposito, igual que intentó decirle que se llamaba igual que la madre del niño.
-Cuandó desee conversar con usted se lo informaré -la interrumpió el visitante, recorriéndole el cuerpo con la mirada-. Soy Juan Pedro Lanzani, príncipe heredero de Quamar. Y estoy aquí representando a mi hermano como el pariente más cercano y tío de su hijo, Benedict.
¿Entonces era verdad lo que había dicho Rocio? Muda ante la revelación, Lali se lo quedó mirando con los ojos muy abiertos tras los cristales de las gafas. Pero, ¿había dicho que era el tío de Ben, no su padre? -¿Por qué está vestida usted de esa forma tan peculiar? ¿Pretende hacerme creer que es una buena madre? Lamento decirle que conozco perfectamente su tipo de vida y me doy cuenta de que con ese aspecto tan feo solo pretende engañarme.
Lali se dio cuenta consternada de que él no se había enterado de la muerte de Rocio. Creía que ella era Rocio disfrazada de fea. Fea. Se sintió herida y mortificada. Un traje sencillo, un peinado antiguo y un par de gafas eran suficientes para hacerla merecer el apelativo de fea. Él tenía aspecto de ángel caído, hablaba como un imbécil ignorante sin sentimientos y seguro que no podía pasar frente a un espejo sin enamorarse de su hermosa imagen! Primero la tontería aquella sobre la discreción y luego la trataba como si fuese un trapo, y ni siquiera era el padre de Ben!
-Su hermano... -murmuró Lali con frialdad, enderezándose, solo estoy dispuesta a hablar con su her-mano, el padre de Ben.
-Pablo murió de un ataque al corazón el mes pasado.
Lali se lo quedó mirando mientras su mente se esforzaba por asimilar la idea de que Ben "se había quedado totalmente huérfano.
maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssss
ReplyDeletelo que se le biene a lali no es nada bueno otro
ReplyDeletenecesito otro cap
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