Wednesday, December 30, 2015
capitulo 25 y 26
No lo dudo – dijo Lali con una mezcla de emociones, que iban desde el odio,
la rabia, la humillación, y el resentimiento hasta la pena por los años pasados.
- Yo también tenía la idea de que era cumplir las órdenes de Max.
Lali se puso colorada, sintió vergüenza. Sus palabras eran peor que una
bofetada.
- En los últimos años me he visto tentado por la idea de llevarte a mi cama. Pero
sentía que era venderme al enemigo. Y dudo que hubieras podido disfrutar de una
relación conmigo en ese plan.
- Realmente no quiero oír más – admitió ella.
Pero Peter la ignoró.
- Pero ahora Max ha muerto. Quizás no consiga el certificado ése, pero no creo
que tú lo tengas tampoco, ni siquiera que sepas de qué se trata.
- No sabes lo aliviada que me siento. Dime, ¿hay necesidad de que sigamos con
esta conversación sobre el pasado? – dijo Lali tensa.
Peter se rió débilmente.
- Ahora estoy preparado para el matrimonio.
Lali respiró hondo. Pestañeó. Se le hizo un nudo en la garganta, mientras sus
ojos incrédulos no podían dejar de mirar a Peter. - Te has quedado como si necesitaras un trago, un trago fuerte.
Con asombrosa calma, Peter se puso de pie y fue a servirle un coñac. Se lo puso
enfrente, sobre la mesa y se fue hacia la chimenea.
- No es posible que hables en serio – le dijo Lali con la boca seca.
- Aparte de tu árbol genealógico, que deja bastante que desear, tú eres una
esposa perfecta, lo que yo busco en una esposa.
- Perdóname, pero no puedo creer lo que dices.
- Eres guapa, atractiva, y ya eres mía desde antes – dijo sonriendo -. Y no he
encontrado a otra con la mitad de las cualidades que tú reúnes.
- Gracias, pero no, gracias – Lali no podía entender su sarcasmo, y su
proposición la dejaba perpleja.
- No he dicho que tuvieras derecho a rechazar mi proposición. Y estoy dispuesto
a ser razonable. Lo he demostrado anoche. Podría haberte tirada en la cama y...
- ¡No! – Lali se puso rígida en la silla.
- Pero no lo he hecho. Te he dado tiempo como para que te hagas a la idea. No
pretendo que te comportes como si los cinco pasados años no hubiesen existido.
- Amo a Benjamin.
- Y yo espero no volver a oír su nombre. Te lo advierto. Te tolero un error, pero
no más.
- ¡No puedes hacerme eso! ¡No puedes amenazarme!
- No era una amenaza. Si te saltas las barreras que he trazado, tendrás que
atenerte a las consecuencias. Y no digas que no te he avisado. No pienses que
porque he sido tolerante anoche lo volveré a ser.
- No puedes obligarme a estar contigo.
- Intenta saltarte las barreras, y verás. Y no te engañes con que has encontrado
el verdadero amor. Woods tiene una larga trayectoria en el arte de cazar mujeres
ricas.
- ¡Si ni siquiera sabía que yo era rica! – gritó Lali furiosa.
- Hasta un ciego lo vería. Mira las joyas que llevas, la ropa que usas. ¿Por qué
crees que vas con guardaespaldas? Eres una invitación para cualquier asaltante. La
pulsera que llevas puesta vale más de lo que cualquiera de ellos pudiera ganar en
toda su vida. Y no creo que se imagine que vas a donar toda tu herencia.
- ¿De verdad?
- ¿Es que quieres conservarla? ¿Las ganancias de todo el dolor y amargura que
causó a sus víctimas?
Lali estaba descompuesta por las palabras que oía. Con una mirada de
desprecio se dio la vuelta y se alejó de él.
- Volverás a Londres y harás el equipaje. Nos vamos a Grecia en cuarenta y ocho
horas.
- ¿A Grecia?
- Sí. Ya es hora de que conozcas a mi familia.
- ¡De ningún modo seguiré casada contigo, y de ninguna manera me iré a
Grecia!
capitulo 24
- ¡Siéntate! – la voz de él sonó como un latigazo sobre la mesa. Lali se sintió
tan intimidada que se volvió a sentar -. Quiero que me escuches.
Lali se puso azúcar en el café sin mirarlo. Pensó que lo dejaría hablar. Pero no
le impediría el divorcio.
- Hace cinco años yo tenía veinticinco años y tú diecisiete. Eras una niña con un
cuerpo de mujer. ¡Y no me excita la idea de acostarme con una adolescente,
aunque sea mi mujer! Eso me parecía algo perverso. A algunos hombres les gustan
las mujeres muy jóvenes, a mí no.
Lali seguía con el café en la mano. Jamás había pensado que Peter pudiera
sentirse de ese modo frente a su joven esposa. Y se sintió culpable y molesta por
no haberlo pensado.
- De todos modos, me odiabas – dijo ella pálida.
- Estaba resentido contigo. No creo que haya llegado a odiarte. Simplemente te
descarté de mi vida. Estábamos obligados a estar juntos, y yo resolví esa situación
a mi manera.
- Disculpa, si te repugno – dijo Lali nerviosa, e inmediatamente se dio cuenta
de lo infantil que había sido su comentario. No quería revolver el pasado doloroso.
- Comencé a trabajar a los catorce años en uno de los barcos de mi padre. Él era
un hombre anticuado. Quería que yo empezara desde abajo y fuera ascendiendo,
porque él lo había hecho así. Yo sabía que necesitaba una educación. Los siguientes
ochos años fueron años de dieciocho horas de trabajo. Mi vida consistía en
matarme trabajando y estudiar para mantenerme al día; y a la vez hacía negocios y
transacciones en la bolsa. No tuve una verdadera juventud. No tenía tiempo para
nada – se quejó Peter con amargura.
Nunca le había hablado así. La turbaban sus palabras. Alzó la taza de café,
buscando su calor para sentirse menos indefensa. Había tenido una vaga idea de lo
que habían sido sus primeros años de trabajo, pero no hasta qué punto su juventud
había carecido de alegría y placer.
- No entiendo para qué me cuentas todo eso.
- Quiero que comprendas lo terrible que era para mí verme obligado a casarme
cuando no estaba preparado para ello.
- Lo comprendo - dijo Lali.
- Finalmente alcancé la cima. Por fin era libre como para disfrutar de lo que
había podido disfrutar cuando era más joven.
- Eras libre para acostarte por ahí con quien quisieras. Y entonces te pusieron las
bridas y te ataron a mí, ¿no?
- Dios... Sí, si quieres ponerlo en esos términos. Pero no anduve acostándome
por ahí. Tú eres una mujer. No puedes comprenderlo. Es una etapa que debemos
pasar los hombres. Y yo la viví más tarde que la mayoría.
«Sexista», pensó ella. Y además dudaba que hubiese dejado una sola mujer sin
explorar, a excepción de su esposa, claro. En cambio ella no tenía derecho a lo
mismo. La había dejado en un estante, olvidada. La invadió una amargura infinita.
- Me hago a la idea. Una excusa perfecta y original para el adulterio. ¡Es brillante
realmente!
- No me estoy disculpando. Me casé contigo bajo amenazas. No lo hubiera hecho
de otro modo. No estaba preparado para comprometerme de ese modo con
ninguna mujer a los veinticinco años. Era mejor dejarte sola que compartir la cama
contigo y andar por ahí con otras, como probablemente hubiese hecho.
capitulo 23
La puerta se cerró en su cara. ¿Se estaba volviendo loca? ¿Era una pesadilla las
últimas veinticuatro horas que había vivido?
Lali se metió en la cama, adoptando la posición fetal. Peter era un extraño. No lo
reconocía. Y tampoco se reconocía a sí misma.
Desde que habían estado e el banco se había comportado de manera extraña.
Primero con furia. Luego con una actitud más sarcástica que furiosa al creerse que
ella había intentado atraer su atención.
Lali no comprendía por qué Peter quería seguir unido a su esposa con la que se
había casado por chantaje. ¿Por qué aceptaba esa farsa? ¿Y por qué la seducía
sexualmente, así, de pronto, después de cinco años de ignorarla?
Y lo peor, ¿Por qué ella se había quedado ahí, sin hacer nada, y le había
permitido incluso besarla? Era cierto que Peter era un hombre muy experimentado.
Tal vez cualquier hombre con esa maestría pudiera arrancarle a una mujer
inexperta como ella las sensaciones que acababa de experimentar con Peter. Pero le
asombraba que Benjamin no lo hubiese logrado.
Se avergonzaba de sí misma. El sexo, se decía, no era tan importante en una
relación. Ella amaba a Benjamin. Lo amaba realmente.
Pero lo que realmente le preocupaba y la sorprendía, era que Peter todavía pudiera
ejercer esa atracción sexual sobre ella, cuando creía que ya era un asunto más que
pasado. Y Peter le había demostrado que no era así, y se había reído de ello. ¡Qué
golpe para su orgullo!
A la mañana siguiente se encontró con la ropa limpia en la habitación. «Muy
considerado de su parte», pensó con ironía. Se puso el traje azul de Versace, y
trató de reparar los daños sufridos a su aspecto después de una noche sin dormir.
En la sala se encontró con Peter detrás del Financial Times. Al verla lo dejó a un
lado y alzó la taza de café.
Deberías volver a la cama. Pareces la víctima de un vampiro que espera que le
den el tercer bocado.
- Muy gracioso.
- Eres afortunada de encontrarte entera, después de lo que he descubierto
anoche. Creo que he sido extremadamente tolerante y comprensivo, pero no
abuses.
Lali tomó un croissant consciente de la mirada de él en todos sus movimientos.
Peter vestía un traje azul, camisa blanca, corbata roja de seda. Estaba impecable, sin
apenas signos de una mala noche. Y parecía haber recuperado totalmente el
control.
Lali sintió odio hacia él. Sus manos temblaron al cortar el bollo.
- Quiero ver a un abogado esta mañana. Quiero el divorcio.
- Estás soñando, me parece.
- Yo...
- ¡Calla! – le ordenó él.
- No puedes impedírmelo.
- Simplemente hago como que no te he oído.
- ¡No pienso seguir sentada aquí para que me insultes!
capitulo 22
Peter estaba en la habitación principal. Lali se detuvo ante el umbral de la puerta,
porque Peter estaba a medio vestir, un hecho que la violentaba.
- ¿Y ahora qué? – preguntó con impaciencia.
- Quiero que me escuches – Lali se cerró más el escote del albornoz, y lo miró
a los ojos-. Amo a Benjamin. Quiero el divorcio.
Peter atravesó la alfombra de la habitación en dirección a Lali.
- Eres mi esposa – dijo en tono suave -. ¿Y por qué eres mi esposa? Porque
querías serlo a cualquier precio.
- ¿No has escuchado lo que he dicho? ¡Lo amo! – dijo ella con los dientes
apretados por la rabia.
- ¿Le compras calcetines también? – preguntó él con sorna.
Lali le dio una bofetada sin pensarlo. Pero luego se sintió consternada ante lo
que había hecho. No era habitual en ella una reacción semejante. Se apartó de él
con temor, al verlo acercarse a ella, con furia en la mirada.
- ¡No! – atinó a gritar.
- Aunque una bofetada no te vendría mal, puedo contenerme. Eres demasiado
pequeña, demasiado frágil. Si fuera el tipo de marido que pega a su mujer, ¿no
crees que te habrías enterado a estas alturas?
Peter tiró de ella con fuerza. Otro gesto amenazante de Peter, además de la mirada
oscura y penetrante en el escote del albornoz, que en ese momento mostraba un
hombro desnudo.
Mi idea del entretenimiento es muy distinta, es más íntima. La violencia no me
gusta. Hay cosas más satisfactorias.
- ¡No te atrevas a tocarme!
- Una noche larga y tibia en mi cama es lo que te hace falta – le dijo Peter
llevando su mano al hombro de Lali.
- ¡No seas desagradable! – Lali gritó desesperada.
- No rechaces lo que aún no has probado – Peter se rió mientras bajaba la cabeza
y acercada su cara a la de Lali, tocándole el labio con la otra mano.
- ¡Basta!
- Me siento tan intimidado... – se burló él, apartándole un mechón de cabello
rubio de la mejilla en un gesto casi tierno.
Lali se estremeció.
- Peter...
La boca de él fue a la búsqueda de la de ella, y le separó los labios. Ella se quedó
sin aliento. La estrechó aún más, haciéndole sentir todos los músculos de su cuerpo
viril. Ella se arqueó involuntariamente, aumentando ese contacto. La lengua de Peter
exploró el interior de la boca de Lali. Un fuego salvaje se alzó en todo su cuerpo
femenino. Lali se estremeció, se apretó contra él, y rodeó el cuello de Peter con sus
brazos. Cerró los ojos, y sintió un calor intenso recorriéndola.
Después Peter liberó su boca y la miró impasible.
- ¿Cuál es su nombre? – preguntó de pronto.
- Su... ¡Oh! ¡Dios mío! – dijo Lali llevándose un dedo a su boca roja e irritada.
Se le aflojaban las piernas.
- Te has equivocado en tus prioridades. Yo soy tu esposo.
Lali pensaba en alguna respuesta, algo en su propia defensa. Pero era incapaz.
Sentía un torbellino de emociones violentas. Peter se quitó la camisa, dejando al descubierto unos músculos dorados y fuertes. Lali no quería mirar, pero se le iba
la vista sin quererlo.
Peter abrió la puerta y, bruscamente, sacó a Lali al corredor.
- Hablaremos más tarde, a la hora del desayuno.
capitulo 21
- De acuerdo. Yo tampoco te perdonaré jamás – atinó a decir entre la almohada,
sollozante.
Fue un error, porque Peter se dio la vuelta y le dijo:
- Vas a decirme la verdad ahora.
- ¿Qué verdad?
- Que ésta es una maniobra para que te preste atención. Has dejado pistas que
hasta un ciego puede ver. Hasta has hablado con la puerta abierta.
- ¿Qué?
- Y lo has conseguido – dijo él con una sonrisa de hielo -. ¿Ni siquiera te has
acostado con él, no? Perfecto. Has llegado al punto justo para sacarme de mis
casillas, pero no te has atrevido a más.
Lali estaba indignada por su vanidad. Entonces se le escapó una mentira:
- ¡Sí me he acostado con él! ¡Y me da igual que te enteres o no, porque no me
importas en absoluto!
- ¡Si ha puesto un solo dedo sobre tu piel desnuda, es hombre muerto! ¿Lo
comprendes? Esto no es un juego, pequeña. Te lo advierto. Si te has entregado a
él, lo mato.
Lali no podía moverse, ni respirar. No podía dar crédito a las palabras de Peter.
Había mentido. Y estaba de más decirle que se trataba de una relación seria.
¿Cómo se imaginaba que iba a tener un lío pasajero para darle celos? Estaba
indignada, pero también aterrada de que Peter pudiera hacerle daño a Benjamin.
- Piénsalo seriamente. Casi pierdo la cabeza – le confesó Peter de pronto.
Y Lali se dio cuenta de que repentinamente se le había pasado la rabia, como
por arte de magia.
- De acuerdo – dijo ella suavemente, odiando a Peter con todas sus fuerzas -. No
me he acostado con él, pero...
- ¿Y quieres que te diga por qué? Un griego se divorciaría de una esposa infiel.
Tú has llegado hasta donde has podido, no más allá. Lo único imprudente que has
hecho en tu vida es haberte casado conmigo. ¡Qué idiota he sido! ¡Por un momento
he pensado que te arriesgarías a perder tu status como esposa mía!
- ¡Eso es precisamente lo que quiero perder! ¡No te quiero! ¡Quiero mi libertad! –
le grito desesperada.
- ¡No te creo! ¡No sobrevivirías ni un momento en el mundo real! ¡Te morirías
como un bebé indefenso sin tus tarjetas de crédito!
- ¡Cómo te atreves!
Sólo te digo las cosas como son. Eres una creación de Max, un adorno hermoso
y frágil, la esposa perfecta para un hombre rico...
- ¡Eres un desgraciado! – dijo ella indignada.
- Eso no quiere decir que no seas buena en tu papel, excelente como
anfitriona... Una verdadera dama. Pero si quieres de verdad tu libertad...
- ¡Sí, la quiero! – gritó Lali.
- ¿Si? Deberías preguntarte por qué me compras los calcetines todavía – se rió
Peter cínicamente, y salió de la habitación.
- ¿Qué tenían que ver sus calcetines en todo eso? No era más que una tarea
trivial de la que se había ocupado desde los primeros tiempos de su matrimonio; y
la seguía haciendo sin pensar demasiado en ello.
Mientras Lali se ponía el albornoz, pensaba que debía conseguir que Peter la
escuchase y hacerlo comprender.
Tuesday, December 29, 2015
capititulo 20
- Parece que no te das cuenta de la magnitud de tu ofensa.
- ¿Has estado bebiendo? –preguntó Lali débilmente, pensando que tal vez fuera
el motivo de su reacción melodramática.
- ¿Qué tiene que ver eso? ¡Te he oído hablar por teléfono con tu amante! ¡Y no
podía creerlo!
- ¡Oh! – debía haberlo imaginado. Pero él era tan retorcido, que no había
demostrado nada en su momento.
- Tengo las facturas del teléfono y también el número al que has llamado desde
aquí, y es el mismo número.
- Te lo habría dicho si me lo hubieses preguntado – Lali sentía una extraña
sensación desagradable que no podía identificar.
- ¿Qué me hubieras hablado de él? ¿No tienes vergüenza?
- ¿Por qué tengo que avergonzarme? – pero curiosamente la actitud de Peter la
hacía sentirse culpable, y eso la irritaba terriblemente.
- Tú eres... mi esposa – dijo con violencia.
Instintivamente, Lali se puso en el extremo opuesto de la cama. La rabia iba
transformándose en miedo. Hubiese querido gritarle que ella era una extraña para
él cuando le había dicho que era su esposa, pero no se atrevió viendo el estado de
ánimo de Peter.
Hubiese sido echar leña al fuego.
- Tal vez mañana cuando estés más razonable – le dijo ella.
- ¿Por qué lo crees? – preguntó Peter acercándose a ella reptando por la cama.
Lali intentó alejarse, pero él le sujetó el brazo.
- ¿Qué estás haciendo? – preguntó ella, desconcertada y temerosa.
Él dijo algo en griego y la sujetó con el otro brazo.
Lali estaba aterrada.
- ¿Cuántas veces has estado con él?
- No sé. No... las... he contado.
- ¡Dios! ¡Lo mataré! Puede que esté vivo aún, pero lo mataré.
- ¡No digas cosas como ésa!
- ¿Y tu qué? ¿Qué hago contigo?
- ¿Conmigo? – Lali estaba horrorizada.
- ¿Dónde lo has conocido?
- ¡No voy a decirte nada de él! – dijo ella acordándose de sus amenazas.
- Benjamin Amadeo. Tiene veintiocho años. Es vendedor a tiempo parcial, y
medio artista. Es hijo único, rubio, ojos azules, alto y ambicioso. No necesito que
me cuentes nada de eso.
Lali estaba aturdida.
- ¿Por qué te comportas de este modo? Yo no soy realmente tu esposa...
- ¿No? Llevas mi nombre. Usas mi anillo. Vives en mi casa. Te alimento, te visto,
te mantengo...
- ¡Y yo te odio! – dijo dolorida Lali.
- Si eso es cierto, vas a odiarme aún más en lo que te queda de vida a mi lado –
dijo él severamente.
- ¡Déjame marchar! – murmuró Lali temblando.
- No lo volverás a ver – juró él clavándole la mirada llena de odio -. Pero jamás
te perdonaré esto – dijo finalmente, soltándola.
capitulo 19
Su corazón bombeaba sin parar. Lo vio alejarse de la habitación. No podía
haberla oído. En ese caso, seguramente le habría dicho algo. O reaccionado de
alguna manera. En cambio, Peter había sonreído.
Al abandonar la habitación, lo oyó decir al criado que ya no lo quería. ¿Habría
planeado salir a cenar fuera y luego habría cambiado de parecer? Esperaba que no
fuera por su causa. Pero era difícil que Peter hiciera algo por ella.
Tengo que hacer unas llamadas. No me esperes para cenar.
Lali comió sin ganas. Se sentía culpable, irritada, confusa. Toda su vida había
sido una persona honrada y sincera, hasta que había conocido a
Benjamin hacía tres meses. Había sido un encuentro accidental, en Harrods. Habían charlado, reído, tomado café. Todo muy inocente. La segunda vez también se habían encontrado por casualidad. ¿Por qué se sentía de ese modo? No tenía más que pedirle el divorcio a Peter. A él jamás le habían importado los sentimientos de ella. Ella había tenido que sufrir el chismorreo publico y de la prensa, viéndolo fotografiado con distintas mujeres. Pero eso no era excusa para hacer lo mismo que él. Llevaba por el cansancio y la tensión de todo el día, Lali decidió irse a la cama. Se lamentó de no tener un camisón. Por fin se metió entre las sábanas desnuda. Y después de darle más vueltas a la cabeza, decidió pedirle el divorcio a Peter al día siguiente. Se despertó sobresaltada. Las luces estaban encendidas, y pestañeó insistentemente como para saber si era un sueño o la realidad. No se acordaba siquiera de dónde había dormido, y cuando se sentó en la cama aún estaba totalmente desorientada. Pero entonces vio a Peter, algo alejado de la cama. Tenía un aspecto horrible, ése fue el primer pensamiento de Lali, luego atinó a taparse su desnudez con la sábana. Le brillaba el pelo negro, estaba sin corbata, y tenía la blanca camisa de seda medio desabrochada, lo que permitía la visión de un pecho masculino ancho y bronceado, adornado con ricitos de pelo negro. Los rasgos tensos, la piel pálida. Parecía estar bajo los efectos de un shock. - ¿Qué ocurre? ¿Ocurre algo malo? – musitó ella a la vez que bostezaba y descubría en su reloj que era casi de madrugada. - Me has deshonrado – dijo con un acento quebrado. Lali lo miró medio dormida aún. - No comprendo, ¿qué dices? - Mi mujer con otro hombre... – le dijo con una expresión de ferocidad en los ojos. Pero Lali estaba más asombrada por la frase «mi mujer», que había pronunciado, que por el descubrimiento de su infidelidad. Jamás usaba ese término. Y era ofensivo y ridículo incluso en el contexto de ese matrimonio. - No lo niegas – agregó. ¿Qué pensaba? ¿Qué iba a estar como Penélope, esperando a su marido? Era cierto que había estado así durante casi cinco años, pero eso no podía durar eternamente. ¿Y qué le importaba además? - ¿Cómo lo has descubierto? – preguntó ella no tan firmemente como hubiera querido.
Benjamin hacía tres meses. Había sido un encuentro accidental, en Harrods. Habían charlado, reído, tomado café. Todo muy inocente. La segunda vez también se habían encontrado por casualidad. ¿Por qué se sentía de ese modo? No tenía más que pedirle el divorcio a Peter. A él jamás le habían importado los sentimientos de ella. Ella había tenido que sufrir el chismorreo publico y de la prensa, viéndolo fotografiado con distintas mujeres. Pero eso no era excusa para hacer lo mismo que él. Llevaba por el cansancio y la tensión de todo el día, Lali decidió irse a la cama. Se lamentó de no tener un camisón. Por fin se metió entre las sábanas desnuda. Y después de darle más vueltas a la cabeza, decidió pedirle el divorcio a Peter al día siguiente. Se despertó sobresaltada. Las luces estaban encendidas, y pestañeó insistentemente como para saber si era un sueño o la realidad. No se acordaba siquiera de dónde había dormido, y cuando se sentó en la cama aún estaba totalmente desorientada. Pero entonces vio a Peter, algo alejado de la cama. Tenía un aspecto horrible, ése fue el primer pensamiento de Lali, luego atinó a taparse su desnudez con la sábana. Le brillaba el pelo negro, estaba sin corbata, y tenía la blanca camisa de seda medio desabrochada, lo que permitía la visión de un pecho masculino ancho y bronceado, adornado con ricitos de pelo negro. Los rasgos tensos, la piel pálida. Parecía estar bajo los efectos de un shock. - ¿Qué ocurre? ¿Ocurre algo malo? – musitó ella a la vez que bostezaba y descubría en su reloj que era casi de madrugada. - Me has deshonrado – dijo con un acento quebrado. Lali lo miró medio dormida aún. - No comprendo, ¿qué dices? - Mi mujer con otro hombre... – le dijo con una expresión de ferocidad en los ojos. Pero Lali estaba más asombrada por la frase «mi mujer», que había pronunciado, que por el descubrimiento de su infidelidad. Jamás usaba ese término. Y era ofensivo y ridículo incluso en el contexto de ese matrimonio. - No lo niegas – agregó. ¿Qué pensaba? ¿Qué iba a estar como Penélope, esperando a su marido? Era cierto que había estado así durante casi cinco años, pero eso no podía durar eternamente. ¿Y qué le importaba además? - ¿Cómo lo has descubierto? – preguntó ella no tan firmemente como hubiera querido.
capitulo 18
- No tanto como a esas acciones – protestó en voz baja.
- Depende de ti lo que este matrimonio resulte. Te estoy dando la oportunidad
de casarte con el hombre que amas.
Lali volvió al presente, y se retorció las manos. Su padre le había servido a Peter
en bandeja de plata. Se lo había dado encadenado y esposado a cuenta de un
chantaje. ¡Cómo no lo había sospechado!
Se oyó un golpe en la puerta. Era una criada anunciando la cena. Lali no podía
creer que fuera ya la hora de la cena. Benjamin la llamaba todas las noches a las ocho.
Sabía que ella jamás salía de noche. ¿Le habría dicho Petros que se había ido a
París? Levantó el auricular del teléfono de la habitación y marcó el número de su
apartamento.
- ¿Dónde diablos estás? – contesto Benjamin inmediatamente -. Petros me ha dicho
que «el señor y la señora Lanzani no estaban». ¿Qué quiere decir eso?
- Hemos volado a París...
- ¿Hemos?
- Mira, había un problema con la herencia de mi padre y tuve que venir. Mañana
estaré en casa, querido. Te amo.
- ¿Qué tipo de problema?
- Nada importante – ocultó Lali. No quería contarle los detalles sórdidos del
asunto a Benjamin, al menos por teléfono.
- ¿Va a mostrarte las maravillas de París, entonces? – se burló Benjamin.
- ¿Salir con Peter? ¡Estás bromeando¡ – forzó una risa, aliviada de que Benjamin no
estuviera enfadado -. Te echo mucho de menos. He pensado en ti todo el tiempo.
- No veo la hora de que llegue mañana.
- Se me hará eterno... – dijo. «Pero no puedo usar nuevamente a Charlie»,
pensó, recordando a Boyce, y preguntándose cómo podía quitarse de encima al
guardaespaldas.
Pero Lali se sentía un poco culpable de sus citas con Benjamin, ya que cuando ella
se había casado en la iglesia, había hecho unas promesas en las que entonces
creía...
«¿Por qué eres tan cobarde y no le planteas el divorcio, ya que a él le importas
tan poco? » – le decía innumerables veces.
Lali suspiró hondo, bajó el auricular en un gesto que quería relajar su tensión.
Un escalofrío recorrió todo su cuerpo después de dejar caer el auricular. Peter
estaba de pie, silencioso y quieto, como una estatua. Lali se quedó paralizada
ante semejante visión.
Quiso decir «Peter... », pero no pudo articular una palabra.
- La cena... – murmuro Peter -. Pero termina la llamada primero.
Levantando el auricular como un autómata dijo:
- Adiós – y colgó.
capitulo 17
- ¿Está casado?
Y lo habían invitado a cenar. Había sido culpa suya, enteramente culpa suya. Su
padre había pedido disculpas a Peter y luego los había dejado solos, y en ese rato Peter
le había hecho un montón de preguntas personales a Lali. No se había molestado
en averiguar si tenía la edad apropiada. Sabía perfectamente la edad que ella tenía.
Al día siguiente la había llevado a dar una vuelta en coche, pero su padre dudó
en darle su consentimiento. Este hecho la había puesto en evidencia delante de Peter,
quien no habría tenido la menor duda acerca de la sobreprotección de su padre.
-Tengo la sospecha de que tu padre te va a mirar de arriba abajo a ver si tienes
huellas dactilares en algún sitio cuando vuelvas, así que no te besaré. No sé qué
estoy haciendo aquí contigo. Eres demasiado joven para mí.
Y ella había sufrido mucho en la semana siguiente a su encuentro con él, porque
él no la llamaba ni daba señales de vida. A Max la historia le hacía poca gracia, y le
había aconsejado que era mejor que no entregara su corazón.
Lanzani puede tener a la mujer que quiera. Pero no quiero que te ronde, a
menos que tenga en la cabeza la idea de casarse contigo.
- ¿Y se lo has dicho? – le preguntó alarmada.
- Puede que tú no te valores. Pero yo sí. Te he enviado a los mejores colegios
para asegurarme que tuvieses un lugar digno con quien estuvieras. Quiero que te
cases bien. Un escarceo amoroso con Lanzani es algo que no está en tu agenda.
Y puedes estar segura de que no ofrecerá ninguna otra cosa, a no ser que le resulte
rentable. Peter había aparecido la segunda semana inesperadamente, con una actitud
agresiva con ella. Se volvió a quedar a cenar. Max se encontraba de un buen humor
increíble. Pero estaba muy tranquilo, y los observaba todo el tiempo, agregando
poco a la conversación.
Dos días más tarde, su padre la había hecho ir a su biblioteca y le había
informado de que él era el dueño de innumerables acciones en una compañía
naviera llamada Petrakis International, acciones en las quePeter tenía un interés
extremo.
- Así que se las he ofrecido a él gratis como regalo de bodas – concluyó Max.
Lali se había quedado consternada. Sí, ella estaba loca por Peter. Pero que su
padre le hubiese ofrecido un capital por casarse con ella le parecía humillante.
- Peter es griego. Comprende este tipo de trato – le había asegurado -. Y espero
que tú también comprendas que un hombre tan duro comoPeter jamás hubiese
pensado en el matrimonio a no ser que fuese una ventaja económica para él. Esas
acciones serán tu dote. La elección es tuya. ¿Lo quieres o no?
Lali había salido corriendo de la habitación, llorando de rabia y desesperación.
Al día siguiente, Max le había informado acerca de su deficiencia cardiaca. Le
había dicho que no sabía cuánto iba a vivir, y que estaba sinceramente preocupado
por su futuro. Era otro golpe para Lali. Max había puesto a Peter por los cielos.
Según Max, Peter era como un diamante en bruto por el medio social en el que se
había criado, pero la iba a tratar con respeto y honor como a su esposa. Ese tipo de
arreglo era algo común en Grecia. Si se casaba con Peter estaría a salvo, segura por
el resto de su vida.
- ¡Pero no me ama! – había protestado.
Max la miró fríamente y le dijo:
- Te desea...
capitulo 16
Pero estaba indignada. No entendía cómo se había atrevido a tocarla. No tenía
derecho. Y además, seguramente, le era infiel a alguna mujer. Y por descontado se
hubiera aprovechado de su deseo, en caso de que hubiese existido. Él era así.
Estaba acostumbrado a tomar, no a dar.
Peter había trabajado duramente para levantar las empresas familiares que
había heredado, la herencia de los Lanzani. Nadie le había regalado nada, ni le
había hecho favores. Y él no hacía tampoco. Pero seguía a sus enemigos hasta la
muerte, y cuando tenía a su presa, regresaba victorioso. Luchaba constantemente
por su supremacía.
Ése había sido el aspecto del carácter de Peter que Max había valorado más. Y
finalmente le había servido a Peter en bandeja de plata, tratando de convencerla de
que aunque él no hubiese hablado de amor, sería un perfecto marido.
¿De qué marido hablaba su padre? Ella jamás había tenido un marido. Pero
cinco años atrás ella no había podido adivinar el futuro.
Lo curioso era que sus recuerdos de los primeros encuentros no coincidían en
absoluto con lo de él. Había terminado la escuela secundaria, y había perfeccionado
la técnica en arreglos florales, ¡qué tontería! Deberían haberle enseñado mejor, un
curso sobre hombres...
Peter había aparecido en la entrada de la sala de música, sin que nadie lo
hubiese invitado o llamado. Lo habían hecho esperar a Max en la sala de espera y él
debía haberla visto por la ventana, porque para llegar a la sala de música tenía que
salir de la sala de espera, atravesar el hall, pasar por la otra habitación y entrar a
la sala de música a través de un ventanal. Así que, ¿Cómo podía tener el descaro
de decirle que ella había preparado el encuentro?
Lo había visto de pronto en la entrada y, sí, se había enamorado de él a
primera vista. Su presencia la había impactado. Era como un dios griego que se le
había aparecido en todo su esplendor.
-Eres una bocanada de aire de primavera en este triste paisaje de invierno – le
había dicho Peter.
Y probablemente lo había copiado de alguien, pero él había pronunciado esas
palabras.
A ella no se le había ocurrido que él estuviese interesado en ella, sino en las
plantas. Porque había surgido una conversación entre ellos. No había demostrado
su falta de interés e ignorancia hacia el mundo vegetal, y ella se había dejado
engañar.
Incluso le había dicho que sus ojos hacían juego con las violetas, y ese
cumplido le había salido tan torpe como el primero, lo que le dio la impresión a
Lali de ser un hombre tímido, a pesar de disimularlo con cierta sofisticación.
- ¿Tímido Peter?
Él no le había dicho nada sobre su cita con su padre. Parecía haberlo olvidado
más bien, hasta que la empleada había ido a decirle que su padre le llamaba y
entonces se había quedado desconcertada al encontrarla con Peter.
-Le diré que lo está esperando – le había dicho Lali a Peter, y había subido
rápidamente hasta la biblioteca de su padre.
- ¿Quién es él? – le había preguntado a su padre con interés y ensoñación.
- Peter Lanzani – su padre la había mirado achicando los ojos.
- Lleva aquí un montón de tiempo. ¿No crees que debiéramos invitarlo a cenar?
- Parece que ha tenido éxito...
Monday, December 28, 2015
capitulo 15
Peter lentamente la iba dando vuelta. Lali no se había dado cuenta de lo fuerte
que podía ser un hombre comparado con una mujer, hasta quePeter la levantó del
suelo como si fuese una muñeca y la apretó contra él.
Descalza no le llegaba ni al hombro, y antes de que él se inclinara hacia ella, las
mejillas de Lali rozaron el pecho viril que asomaba por la camisa de seda, cuando
se abrió inesperadamente su chaqueta. Lali apenas podía respirar ante la esencia
de su masculinidad.
- Mírame – le dijo cortante.
- Por favor, déjame marchar – atinó a decir ella.
Peter le tomó la barbilla y se quedó mirándola, como si no la hubiese oído.
Lali sabía de los hechos acontecidos esa tarde y el ataque de furia de Peter,
habían sido apartados de su mente, y que otras necesidades le urgían en es
momento.
Lali sintió un torbellino de sensaciones que jamás había sentido. Su cuerpo
estaba tenso, y parecía recoger todos los estímulos provenientes de aquella
atmósfera.
- Peter... – se oyó decir, mientras sentía que sus pies se apoyaban en la alfombra.
- Hace tanto que no te oigo pronunciar mi nombre – dijo él en un tono profundo.
- No... – dijo ella.
El dedo pulgar de Peter recorrió el labio inferior de Lali, haciéndola temblar. Ella
intentó moverse, pero la otra mano de él la sostenía con firmeza apoyada en su
espalda.
Peter la miró intensamente, y con el pulgar separó sus labios y se internó en la
boca de ella, mientras la palma le acariciaba la mejilla. Era un gesto más erótico
que jamás había experimentado, y lo peor era que le estaba desencadenando una
serie de reacciones físicas que reconocía como una traición de su cuerpo a sí
misma.
Era evidente que él se divertía con sus reacciones, pero su mirada expresaba
además una gran satisfacción. Lali lo notaba en la expresión de sus ojos.
Peter era un maestro en las técnicas y el arte de seducir, un arte que redundaba
en su propio beneficio, aumentando su propio placer. Y estaba acostumbrado a
buscar ese placer siempre que afloraba el deseo.
- Quiero... – Lali no podía decir más de una palabra.
- ¿Más? – Peter la soltó de pronto, y le sonrió -. La próxima vez que te pida que
tires la toalla, hazlo, pequeña – le aconsejó suavemente.
Lali sintió que esa insinuación podía ser más dolorosa que un puñetazo. Cuando
la puerta se cerró tras él, Lali se desmoronó. Lo había desafiado, lo había irritado.
Estaba confusa. Todos esos años, nada, y ahora...
¿Por qué ahora? Recordaba lo que le había dicho momentos antes: que su padre
no había podido obligarlo a compartir la cama con ella. Y, sin embargo, cuando
afloraban sus instintos, parecía que cualquier mujer le venía bien.
Lo que estaba claro era quePeter tenía que demostrar que era un macho.
Plantearle el divorcio en esas circunstancias hubiese sido contraproducente, porque
lo hubiese llevado aún más lejos en sus intentos de intimar con ella.
No era el mejor momento de hablar de Benjamin.
Lali recogió sus prendas nuevamente.
La cuestión era que su marido se había dado cuenta de que existía, aunque sólo
fuera de la forma que para él contaba una mujer: sexualmente.
capitulo 14
¿Se refería a su bienestar o a su propia seguridad? ¿Era por ello que había tirado
la puerta como un hombre de las cavernas? ¿Tenía miedo de que se hubiese tirado
por la ventana o de que fuera a hacerlo? Evidentemente esto último lo hubiese
puesto en un aprieto.
Lali, echándole una mirada de incredulidad, comenzó a recoger su ropa.
- Tu piel tiene el color de las camelias – dijo él.
Peter estaba mirando descaradamente, algo que la turbaba terriblemente.
- Tira la toalla – le exigió.
Lali no podía creer lo que oía. PeroPeter esperaba que su orden fuese cumplida.
Lo demostraba en su gesto expectante.
Lali sintió que se le secaban los labios, que sus pulmones se quedaban sin aire,
que un calor asfixiante se apoderaba de su cuerpo entero. Sus pechos de pronto se
volvieron pesados, sus pezones se irguieron volviéndose más sensibles.
- Eres tan pequeña, pero guardas unas proporciones tan perfectas... – musitó él
en el denso silencio.
Lali no podía creer lo que oía de la boca de Peter. Éste era un Peter que ella jamás
había conocido, pero que de algún modo siempre había sospechado que podía
existir. Era un hombre que despedía una vigorosa sexualidad. Había algo
peligrosamente fascinante en la corriente sexual que emanaba de él, algo atávico y
elemental. Daba la sensación de ser depredador como él mismo se había nombrado
alguna vez con candor. Y lo era, ahora ella lo podía comprobar.
- ¿Me disculpas? Voy a vestirme, si no te importa – murmuró ella inexpresiva.
- ¿No hablarás en serio, verdad? – dijo él como si ella fuera la que se estaba
comportando de modo extraño.
Lali estaba indignada. Peter podía dejar de lado el odio y el resentimiento que
había entre ellos y pensar en el sexo. ¿Por qué? ¿Por qué estaba medio desnuda
solamente? Parecía que la lívido de Peter despertase con poca cosa.
- Quiero vestirme – insistió.
- Eres tímida. Pero me has estado esperando durante mucho tiempo – dijo él con
satisfacción.
Lali rió. No pudo evitarlo. Era una risa histérica que rompía el silencio como un
cristal que se rompe.
- Basta...
- Se le cayó la ropa de las manos al darse la vuelta y taparse la cara con las
manos temblorosas. Era un gesto histérico, descontrolado, que la asaltaba sin
aviso. Estaba furiosa por su propia reacción, pero su furia aumentó aún más
cuando sintió los brazos de Peter alrededor de ella, asaltándola por la espalda. Se
quedó paralizada.
Él la había empujado contra un cuerpo tibio y vigoroso, amenazándola con un
contacto físico tan turbador como desconocido. No podía creer que él la estuviera
tocando. Parecía algo irreal. Durante cinco años se había comportado como un
leproso que se aparta. Y ahora, de repente, quería tocarla, como si estuviera en su
derecho. Pero no tenía ningún derecho, y no deseaba sus manos sobre su cuerpo.
- Tal vez no sepas dónde está ese certificado. Tal vez lo haya destruido Max.
Pero quizás lo tenga alguien en sus manos esperando para activarlo como una
bomba...
Las palabras que usó la hicieron temblar.
capitulo 13
Lo gracioso del caso era que ella no tenía la más mínima curiosidad por
conocerlo. Peter podía seguir guardándolo toda la vida. En todo caso la familia de Peter
eran extraños para ella. No conocía a su madre, ni a sus tres hermanas. Muchas
veces se había preguntado qué les diría a ellas acerca de su matrimonio. ¿Pero se
habría molestado en explicarles algo? Como Max, Peter no era amigo de dar
explicaciones.
¿Cómo podía pensar que ella lo amaba? Era humillante. No sólo se trataba de
un marido al que habían obligado a casar a punta de pistola, sino que además creía
que su mujer, después de cinco años de desprecios e infidelidades, aún lo amaba.
El agua de la ducha seguía cayendo, y de pronto Lali sintió que una extraña
fuerza se apoderaba de ella. Incluso empezó a sentir pena por Peter. Creía que ella
podía usar el chantaje más allá de la muerte de su padre. La noticia de que ella
estaba enamorada de otro hombre seguramente sería un alivio para Peter.
Lali había perdido cinco años de su vida, pero ni un día más. Su padre había
ejercido plena autoridad sobre ella. LuegoPeter había tomado el relevo, y ella lo
había aceptado sin más.
Y había sentido miedo durante tanto tiempo... Miedo por el mundo que había
fuera de su irreal mundo de privilegios. Temor por el desprecio de su padre. Temor
de que la verdad sobre el matrimonio terminara con la débil salud de su padre si se
enteraba. Pero no más miedos, se dijo.
Si Peter había sido una víctima, ella también lo había sido. Y sin embargo no
armaba tanto escándalo como él. La vanidad de Peter la indignaba.
Un golpe fuerte sonó en la puerta.
- ¡Abre! – exigió Peter.
Lali hizo un esfuerzo por no oír. Ya tenía bastante con lo que había ocurrido
anteriormente. No quería saber nada de él. Peter no tenía una sola virtud que pudiera
conmoverla. Cinco años atrás sin embargo había sentido una gran atracción por él.
Había elegido entonces con el corazón, no con la cabeza.
- ¡Lali! – volvió a golpear Peter con impaciencia.
No era un hombre que respetase a las mujeres. Iba detrás de todas ellas, rubias
morenas, daba igual. Eso sí, todas tenían piernas largas, pechos imponentes y pelo
largo. Lali no tenía ninguno de esos atributos, y alguna vez había sido un
tormento para ella, ya que la imagen que tenía de sí misma, débil e insegura, no se
había visto beneficiada con esta carencia.
Pero tenía muchas otras virtudes. Y debía agradecerle a
Benjamin el haberlo descubierto. Benjamin le había enseñado a valorarse, poniéndola en primerísimo lugar. Él la había ayudado a aceptarse a sí misma. En cambio Peter siempre la había humillado y despreciado. ¿Y ahora por qué tenía que sentirse culpable? ¿Acaso no había pagado ya los pecados de su padre? Cuando estaba cerrando la ducha y alargando la mano para alcanzar la toalla, un golpe enérgico tiró la puerta abajo. Ésta quedó pendiendo de la bisagra, y dejó la figura de Peter al descubierto. Su cuerpo vigoroso ocupando la puerta de la habitación. - ¿Para qué te has encerrado aquí? – preguntó furioso. - ¿Te has vuelto loco? – Lali se sentía intimidada por la presencia de él, pero también estaba furiosa. - ¡Me hicieron responsable de tu bienestar!
Benjamin el haberlo descubierto. Benjamin le había enseñado a valorarse, poniéndola en primerísimo lugar. Él la había ayudado a aceptarse a sí misma. En cambio Peter siempre la había humillado y despreciado. ¿Y ahora por qué tenía que sentirse culpable? ¿Acaso no había pagado ya los pecados de su padre? Cuando estaba cerrando la ducha y alargando la mano para alcanzar la toalla, un golpe enérgico tiró la puerta abajo. Ésta quedó pendiendo de la bisagra, y dejó la figura de Peter al descubierto. Su cuerpo vigoroso ocupando la puerta de la habitación. - ¿Para qué te has encerrado aquí? – preguntó furioso. - ¿Te has vuelto loco? – Lali se sentía intimidada por la presencia de él, pero también estaba furiosa. - ¡Me hicieron responsable de tu bienestar!
capitulo 12
Lali sabía que aún no había salido del estado de shock. No decía nada, sabía
que no estaba en condiciones de desafiarlo. Peter estaba preparado. Había estado
esperando el momento de la venganza. Del mismo modo que habría esperado la
muerte de su padre para liberarse de ella.
- Hay muchas cosas que puedo hacer por orden de otra persona, pero compartir
la cama contigo no es una de ellas. Tu padre podía obligarme a casarme contigo
pero no podía seguirme al dormitorio y forzarme a...
- ¡Cállate! – le gritó ella histérica.
- ¿Por qué no le contaste nunca la verdad de nuestro matrimonio?
Lali se tapó la cara en un intento de no oír más.
- Por favor, más no... – murmuró, y no le importó rogarlo.
Pero él le sujetó por los hombros con firmeza y le dijo:
- ¿Por qué aceptaste la triste realidad de tu cama matrimonial vacía durante
todos estos años y no dijiste nada? ¿Por qué?
En un acto de arrojo, Lali salió corriendo y atravesó el hall del inmenso
apartamento y alcanzó el dormitorio al otro extremo del corredor. Se metió en él y
echó el cerrojo. Tenía el estómago revuelto, y tuvo que quedarse quieta un
momento hasta que por fin pudo quitarse la ropa, y meterse en la ducha.
«Mi padre, lo extorsionaba», repetía sus palabras. Se sentía tan sucia. Era la
primera vez en su vida que se sentía verdaderamente sucia. Y no sabía que podía
hacer para sentirse limpia nuevamente.
Su madre. Que había muerto cuando Lali tenía cuatro años, era un recuerdo
difuso. Era la hija de un pequeño aristócrata, que se había apartado de su familia
por casarse con Max. Pero Max no le había dicho a su hija por qué. Nunca se lo
había explicado.
La infancia de Lali había sido una sucesión de niñeras e internados desde una
edad muy temprana. Max viajaba incesantemente, y siempre que le había pedido ir
a vivir con él. Había llorado mucho antes de que se diera cuenta de que para su
padre ella era exceso de equipaje, y que un hombre frío y distante. De todos modos
reconocía que su padre se había preocupado por ella más que por ninguna otra
persona.
Había estado siempre orgulloso de su belleza, de su educación, y su don para la
música. Ahora se daba cuenta de que ésas habían sido unas ventajas de gran valor
social para su padre. Max había sido ambicioso con relación a su hija. Había querido
que se casara con un hombre rico y poderoso. Él mismo había vivido en contacto
con la alta sociedad, y quería que su hija fuera miembro de todo derecho de esa
misma clase social. Pero Lali había carecido de un verdadero calor de hogar. Y esa
carencia afectiva la había llevado a hacer todo lo posible por ganarse la aprobación
y el amor de su padre.
¿Cómo iba a imaginarse que Max no era un hombre de negocios legal? ¿Cómo
podía imaginarse que su privilegiada vida había sido financiada con algo tan ruin
como el contenido de la caja fuerte? Y menos aún, ¿Cómo podría haber sospechado
que había extorsionado a Peter para que se casara con ella? Finalmente comprendía
la farsa de su matrimonio, demasiado tarde.
Los cinco años habían pasado, no podían recuperarlos ni ella ni Peter. No le
extrañaba que la despreciara. Y que estuviera seguro de que ella conocía el secreto
que no debía conocerse, «para proteger a mi familia», había dicho.
capitulo 11
¿Me elegiste en alguna revista de sociedad? ¿O me viste personalmente antes?
¿Me echaste un vistazo y saliste corriendo a decírselo a papá? «Papá: éste es el que
me gusta».
Peter hablaba en serio. Realmente hablaba en serio.
- ¡Tú tienes que estar mal de la cabeza!
- Hablaremos. Llevo cinco años esperando esta conversación. Todo lo que sé es
que el querido Max hizo el trabajo sucio por ti. Me cazasteis como a un animal...
- ¡Tú eres un animal, un auténtico insulto a la especie humana! – estalló Lali -.
¡Y encima te lo tienes creído!
- ¡Dios! Mi joven dama sabe alzar la voz – dijo cínicamente Peter -. No parece
gustarle la verdad. Hiere tu orgullo. Pero sé que he sido atrapado intencionalmente.
Yo no sabía siquiera quién era tu padre la primera vez que fui a la casa. Me hizo
una proposición de negocios una tercera persona, y fui citado allí. Y ocurrió
justamente que tu padre no se encontraba en casa cuando llegué. Pero, ¡Oh,
sorpresa! ¡Estabas tú! Llevabas algo blanco y romántico, y adornabas con flores el
recinto, es decir estabas armada hasta los dientes con tus encantos virginales. Lo
recuerdo perfectamente.
- ¡No fue así!
- Cualquier griego con sangre en las venas se hubiese rendido a tus encantos
con mirarte dos veces – le dijo Peter con resentimiento -. ¡Y tú ahí, todo sonrisas
tímidas y con rubor en las mejillas, comiéndome con esos ojos cafe como si
llevases una semana de ayuno!
- ¡Basta ya! – la voz de Lali casi se rompió.
- Entonces me invitaron a cenar y tú tocaste el piano, y cantaste como un ángel.
Todas tus virtudes puestas en juego para mí. Y no sé cómo fue, pero finalmente el
negocio pasó a un segundo plano, y se me olvidó. Para que sepas, había sólo dos
preguntas que me interesaba hacer, pero no era pertinente hacerlas esa noche.
- ¿Sí? – Lali trataba de borrar los recuerdos penosos de ese día.
- ¿Tenías suficiente edad para obtener el consentimiento de tu padre? ¿Intentaba
tu padre protegerte del mundo y de los depredadores como yo? El matrimonio no
estaba entonces en mi cabeza, y nunca había estado.
Lali sintió nauseas. Peter siguió hablando:
- ¿Y de quién fue la idea de que me quedara a cenar? Tuya. Tú le dijiste a él que
me querías y eso fue todo. Luego él escarbó y escarbó, hasta sacar a la luz cosas
que sólo dos personas vivas sabían, y que ninguna de los dos iba a contar jamás.
- ¿Qué averiguó? – preguntó ella ansiosa.
- Tú lo sabes... Max sabía perfectamente que no viviría muchos años. Y no se fue
a la tumba con el secreto – dijo Peter.
- Él no me reveló nada.
- Y si tú no lo tienes, debes saber quién lo tiene.
El chofer abrió la puerta y ella casi se cae del asiento. Miró la calle del barrio
residencial casi con pánico. Hubiese querido correr. Ella sabía dónde estaba. Era el
apartamento de Peter en París donde ella había pasado una noche de bodas
inolvidable, sola.
- Inténtalo – dijo Peter con tranquilidad -. Corre y verás qué pasa. No llegarías ni a
la esquina.
Aterrada, Lali entró en el edificio frente a ellos, y se metió en el ascensor.
- Recuerdos... – dijo Peter, como si pudiera ver lo que ella estaba pensando.
Sunday, December 27, 2015
capitulo 10
Lali recobró la conciencia en la limusina. Peter estaba inclinado sobre ella como
cuando ella se había desmayado. En un movimiento brusco del coche, Lali se
apartó hacia el lado opuesto del asiento.
- ¡Aléjate de mí! – le gritó presa del pánico.
- ¿Eres una criatura muy delicada, no te parece? De pronto te has vuelto un
manojo de nervios – Peter la miraba con satisfacción perversa; parecía haber
recuperado el control -. ¿Dónde está el certificado?
Lali se clavó las uñas. Necesitaba alguna sensación que le dijera que estaba
despierta, que no se trataba de una pesadilla.
- Te he dicho que no sé de qué hablas.
- Bueno, si antes no lo sabías, ahora ya lo sabes, y quiero que me lo digas.
- No puedo creer que mi padre te hiciera chantaje...
- ¿Un asunto sucio, no? – Peter la trataba sin la más mínima compasión -. Pero él
era un profesional, de alto vuelo. A él le interesaban los ricos y famosos. Le
gustaban los personajes a los que pudiera sacarles el jugo. Era muy bueno en su
trabajo. Nunca dejaba a sus víctimas totalmente secas, ni los llevaba al extremo de
que quisieran matarlo. Los hacía pagar durante mucho tiempo y luego los dejaba en
paz, pero siempre se quedaba con la prueba de sus delitos y trapos sucios para
protegerse. Hizo una fortuna...
- ¡No me lo creo!
- ¿Crees que guardaba esas fotos pornográficas sólo por diversión? Si se quedó
con la prueba de los trapos sucios de mi familia... -La voz de Peter se hizo más dura
aún -. También tenía el certificado original, y como he intentado recuperarlo
buscando por todas partes, es evidente que tú lo tienes.
- ¡Él no me dio nada! – gritó histéricamente.
- A mí no me vas a engañar. Inténtalo y te romperé...
- ¡Estás loco! – sollozó.
- Hasta ahora he sido paciente. He estado en la cuerda floja durante cinco años.
La única forma de mantenerme a salvo era seguir casado contigo. Pensé que ibas a
irte con papá. Pero no lo hiciste. Y hay una cosa que me ha quedado clara. Estás
enamorada de mí...
- ¿Qué? – Lali lo interrumpió.
- Estás obsesionada conmigo. ¿Crees que no los sé? – Peter la miró con desprecio
-. Cualquier mujer normal ya se hubiese desengañado y hubiera dejado de esperar
que su amor fuera correspondido... ¡Pero tú no! Te has quedado hasta el final, fiel
hasta el fin, ¡sin darme la posibilidad de que pueda quejarme del maldito trato que
hice!
- ¿Fiel? – no podía creer todo lo que oía. Era increíble, peroPeter se creía lo que
decía. Estaba convencido de que se había quedado a su lado por una cuestión de
amor. El nombre de Benjamin quería abrirse paso entre sus labios, pero era mejor que
no.
- No estoy enamorada de ti – dijo dignamente.
- ¡Escucha, estás hablando con el chico que fue tu regalo de cumpleaños cuando
cumpliste diecisiete!
- ¿Cómo?
capitulo 9
- Qué me obligase a revolver entre esta basura es el último de sus insultos. ¡Peter, ensuciándome las manos, porque no hay nadie en quien pueda
confiar como para que hurgue entre esta colección de errores humanos! ¡Sus
trofeos! ¡En lugar de tirarlos los ha conservado hasta el final, el muy cochino!
Lali casi no se sostenía de pie. No podía dar crédito al crimen que se le
imputaba a su padre. Y en su incredulidad todo se le hacía confuso.
- ¿Qué estás diciendo? – la voz de ella sonó tan débil que apenas se oyó.
- ¿Estás sorda? – la miró Peter sin piedad -. ¿Por qué crees que me casé contigo?
¿Por tu cara bonita y tu educación de convento? ¿Por tu habilidad para actuar como
una dama y saber colocar adornos florales en la casa?
- Por las acciones – alcanzó a pronunciar ella.
- ¡No había acciones! ¡Era todo mentira! ¡Ésa línea de barcos ni siquiera existió!
– gritó él con furia, sus palabras retumbando en la habitación.
- Me estás mintiendo – contestó Lali a punto de desfallecer.
La atención de Peter estaba puesta en el documento que tenía en ese momento en
sus manos. De pronto, sin aviso alguno previo, dio un puñetazo sobre la mesa.
- ¡Es sólo una copia!
- ¿Una copia de qué?
- ¡Y éste es el fin! Peter parecía un león dispuesto a comérsela.
- El original te lo dio a ti, ¿no es verdad? ¿Te lo dio a ti para dejar a salvo...?
- ¿Qué cosa me dio? – casi no podía articular palabra Lali.
- Tú sabes de qué estoy hablando. No te hagas la inocente – dijo él yendo a un
rincón de la habitación -. Si no está aquí, lo tienes que tener tú. Max no era ningún
tonto. Y sabía que me desharía de ti si caía en mis manos. Así que te lo dio a ti.
Entonces, ¿dónde está?
- ¡Basta ya! ¡Déjame en paz! – gritó a pesar del terror que sentía.
- Si no me dices dónde está el certificado, soy capaz de cualquier cosa. ¡He
vivido extorsionado durante cinco años para proteger a mi familia, y no pienso vivir
así un día más!
Peter había pronunciado por fin la palabra, «extorsionado». No podía ser cierto. Su
padre no podía haberle hecho un chantaje. Lali estaba a punto de desfallecer.
- Siempre me he preguntado por qué lo había hecho así...que tú tuvieras que ser
mi castigo de por vida – soltó Peter como pensando en voz alta -. Pero te diré una
cosa, preciosa. Prefiero ir a la cárcel por estrangularte antes que cumplir esta otra
sentencia.
Aterrada, Lali miraba la cara de Peter, y finalmente, de manera misericordiosa,
dejó de verla, al mismo tiempo que Lali se desvaneció.
capitulo 8
Tres hombres los esperaban dentro. Uno de ellos a quien Lali reconoció como el
representante de su padre, quiso hablar con ella, pero Peter se lo impidió de manera
poco caballerosa. Siempre era así. Intolerante, grosero hacia quienes él
consideraba seres inferiores a él. Como el hombre de mediana edad, cara colorada
y tensa, que los acompañaba.
Subieron al ascensor. ¿Acaso había una nueva oferta de acciones en su valiosa
línea de barcos? ¿Cómo podía ser tan codicioso un hombre con toda la fortuna y el
poderío que tenia Peter? ¿Pero acaso no se había casado con ella por codicia?
El representante de su padre puso una llave en la mano de Lali
sorpresivamente, y se dispuso a partir.
- Dámela a mí – dijoPeter tenso.
Debía de ser la llave de una caja fuerte, propiedad de su padre. Por primera vez
no hizo caso y se dirigió directamente hacia donde estaba el representante del
banco, que ponía en ese momento una caja fuerte sobre una mesa, y luego
abandonaba la habitación vacía.
- Lali – protestó Peter.
Lali no quiso mirarlo. Pero dijo:
- Si es de mi padre, es mío.
- Ten cuidado con lo que dices.
Sus palabras la hicieron estremecer. Lo miró y se sintió paralizada. En el rostro
de Peter se adivinaba la agresión y la violencia a punto de estallar.
Lali cejó en su intento, y súbitamente dejo la llave al lado de la caja.
- Si está en esta caja, puedes quedarte tranquila. Pero si no está, puedes
considerarte afortunada si llegas a ver el día de mañana.
No entendía a qué cosa se refería que pudiera estar en la caja. Un sudor frío se
apoderó de ella. Sus piernas se debilitaron. Sus ojos color chocolate lo miraron
incrédulos. Pero él no la estaba mirando. Estaba metiendo la llave en la caja,
temblándole el pulso.
Lali se lamió los labios secos en un gesto ansioso. Debía tratarse de algo más
que acciones. Nunca había visto a Peter perder el control de ese modo. Y ahora, fuese
lo que fuese lo que estaba dentro de la caja, estaba frente a él.
La caja estaba llena de papeles. Peter comenzó a revolverlos, dejando de lado las
fotos y cartas, que quedaron esparcidas por toda la mesa. Estaba pálido, y su
búsqueda se iba haciendo más desesperada a medida que avanzaba.
Lali fijó la vista en un sobre grande dirigido a una persona de la que jamás
había oído hablar. Ni siquiera reconocía la letra. Entonces vio una foto grande en la
que se veía a hombres y mujeres en actividades obscenas. Sintió disgusto. No
entendía por qué su padre las guardaba.
- ¿Qué es todo eso? – preguntó a Peter, puesto que era evidente que él sabía
bastante más que ella acerca de la caja y su contenido.
Él pasó la foto sin demostrar un ápice de asombro.
- ¿Qué es? – preguntó él repitiendo sus palabras con una mueca que simulaba
una risa cínica -. ¡Es una caja de vidas destrozadas! Los secretos de otra gente. ¡Tu
padre vivía a costa de sus víctimas y de su miedo, el muy cerdo!
Lali se puso lívida, pero lo increpó:
- ¿Cómo te atreves a hablar así de mi padre?
Peter no la estaba escuchando. Seguía buscando entre los papeles como un
poseso.
capitulo 7
- ¿De qué se trata todo esto? – preguntó Lali por segunda vez.
Hubo un silencio sepulcral.
- Creí que los asuntos de la herencia de mi padre ya estaban todos resueltos –
insistió Lali.
- ¿Estás segura? – respondióPeter con calma.
Algo en el tono de su voz le inquietó. Se volvió hacia él, y se encontró con una
mirada de hielo. Tenía la sensación de que se avecinaba un desastre, y el terror a
enfrentarlo le provocaba un cierto mareo.
- Si al menos me explicaras. ¿Qué...? – comenzó a decir Lali.
- ¿Por qué tengo que darte yo explicaciones?
El desprecio de su contestación la silenció.
- Eres tan joven...Debes ser la secreta fantasía de todo hombre – le había dicho
una vez.
¿Quién iba a pensar que esas seductoras palabras habían sido pronunciadas por
el esposo que la había ignorado durante los últimos cinco años? Sin embargo, Peter
había dicho eso la primera vez que se habían visto. ¿Por qué había mentido? ¿Por
qué? ¿Acaso había sido por sus tremendas ganas de conseguir las acciones?
Seguramente sí. Porque estaba claro que ella no había sido nunca la secreta
fantasía de Peter . Él la había usado, igual que su padre, que se había
dejado llevar por la fortuna y el status de Peter.
Apenada por sus pensamientos, Lali miraba por la ventanilla. Echaba de menos
a Benjamin. Benjamin, quien no había sabido siquiera quién era ella la primera vez que se le
había acercado. Benjamin, el primer hombre que la había tratado como un ser humano
con sentimientos y necesidades, y con opiniones propia Benjamin sólo la quería a ella.
No trataba de usarla.
En París le diría a Peter que quería divorciarse. No quería arriesgarse a perder a Benjamin. Y estaba deseosa de vivir su propia vida, hambrienta de la libertad que se
dibujaba en el horizonte. Peter le había robado su libertad, los años de adolescencia,
cuando ella tendría que haber estado saliendo con chicos, divirtiéndose y
enamorándose. ¿Por qué no iba a tener derecho a añorar lo que nunca había
tenido?
Sentada en el jet privado ojeó unas revistas, pero no dejó de notar que la
azafata se apoyaba en el hombro de Peter, como si fuera de un harén, y quisiera
ganarse los favores del sultán. La atractiva mujer trataba de seducirlo. Reconocía
todos los síntomas. ¿Quién mejor que ella para reconocerlos? Al fin y al cabo ella
también había sido una víctima de Peter. Pero ahora estaba lejos de él, y se sentía
orgullosa de la distancia que había podido poner.
Peter, era un hombre con un temperamento acorde con su origen
griego, con un aspecto de estrella de cine, no se le movía un pelo, ni física ni
emocionalmente. Era además un hombre despiadado, caprichoso, arrogante y
perverso con sus enemigos o con aquellos que se le oponían. Si ella hubiese sido
su mujer real, no se hubiera arriesgado a andar con otro hombre.
Una limusina los recogió en el aeropuerto de Charles de Gaulle, y los condujo por
una ciudad atestada de coches. Se bajó del vehículo. El orgullo le impedía
preguntar nuevamente adónde iban, simplemente observaba. Él se bajó también, y
se dirigió al edificio más cercano. En la mano llevaba un maletín de ejecutivo. Y el
edificio, por su apariencia, debía ser un banco.
capitulo 6
- Un asunto relacionado con la herencia de tu padre.
Lali estaba más que sorprendida, ya que no se imaginaba que pudiera haber
algo pendiente con relación a la herencia de su padre.
A pesar de que Peter no se había molestado en ir al funeral de su padre, había
asumido con arrogancia la responsabilidad de dar instrucciones a sus abogados
para liquidar sus propiedades. Mientras Lali lloraba la muerte de su padre, sumida
en la gran pérdida que significaba para ella, e incapaz de ocuparse en ese momento
de cuestiones materiales, Peter había vendido todos los bienes que tenía su padre,
absolutamente todos.
Su hermosa casa, sus inversiones, sus exquisitos muebles y efectos
personales habían sido convertidos en dinero en efectivo siguiendo las instrucciones
de Peter. No le había dejado a Lali ni un solo recuerdo. Su padre, Max Esposito,
podría no haber existido, si sus bienes hubieran tenido que testificar sus sesenta y
tantos años de vida en la tierra.
Lali había quedado impresionada por la falta de sensibilidad de Peter, pero
cuando se había dado cuenta de ello ya era tarde para intervenir. Como siempre,
sus obedientes empleados habían cumplido sus órdenes eficientemente.
- ¿Algo que has pasado por alto?
- No. Algo que andaba buscando, finalmente lo he localizado – dijo con gravedad
en el gesto -. Por lo menos es lo que creo. Y por tu propio bien, ruega que no me
haya equivocado.
- ¿Por mi propio bien? No entiendo de qué me estabas hablando – dijo ella
aterrada.
- Espero que no – dijo él dándose la vuelta.
Lali fue hacia la escalera. Una mano fuerte la frenó.
- ¿Adónde crees que vas?
- A cambiarme– contestó ella mirando la mano que la sujetaba, algo que le
extrañaba, ya que Peter no la tocaba nunca.
- No hay tiempo para ello. El jet esta listo para despegar.
- ¿Regresaremos esta noche? No llevo nada de equipaje – exclamó ella mientras
él la llevaba hacia fuera.
- Te arreglaras sin él.
Luego, ya en la limusina, preguntó Lali:
- ¿Qué ocurre? Peter no le hizo caso y se dispuso a hablar por teléfono durante un buen rato en
griego.
Ella no entendía una palabra. A su mente acudió el recuerdo del día de la
boda, cuando ella le había dicho que intentaría aprender su lengua, y él le había
dicho:
- No pierdas el tiempo.
Ésa había sido la primera grieta que se había abierto en su mundo de fantasía.
Antes de que se hubiera terminado el día, la grieta se había hecho más profunda,
pero le había llevado algún tiempo de realidad el desvanecer por completo aquel
mundo de fantasía que ella tanto ansiaba.
La situación con Peter la había desquiciado, pero sin embargo guardaba la
compostura. Había aprendido a disimular sus emociones delante de él, y ahora
estaba sentada tranquilamente en el coche, con las manos sobre el regazo, como si
en su interior no sintiera un temporal.
Saturday, December 26, 2015
capitulo 5
Y ahora Peter, que no había dado la más mínima señal hacia ella en cinco años,
había vuelto a casa y la estaba esperando. Era algo que la ponía nerviosa. Subió los
escalones de la enorme casa aferrada a su bolso como si buscase protección en
algo.
«La esposa infiel », pensó con tristeza.
Pero ella no era su esposa en realidad, se recordó, como lo había hecho desde
que había conocido a Benjamin. Tendría que haberle pedido su libertad mucho tiempo
atrás. Pero su padre se hubiese puesto fuera de sí, y se hubiera sentido
terriblemente decepcionado.
Lali se había pasado los primeros diecisiete años de su vida complaciendo a
su padre, Max. Y hacía cinco años, por consejo suyo, se había casado con Peter, y ése
había sido el error más grande de su vida. Peter le había quitado la libertad, y no le
había dado nada a cambio. Pero todo eso era historia pasada, se recordó a sí
misma. Hacía apenas dos meses que su padre había muerto, a causa de la
enfermedad coronaria que había dañado su salud durante años.
- El señor Lanzani la está esperando en la sala – le informó Petros, el
mayordomo.
Lali se puso más nerviosa aún. Como norma general, ella no veía a Peter hasta la
hora de cenar, por lo que sospechó que algo no iba bien.
Peter estaba de pie, cerca de la chimenea recubierta de mármol. Era un hombre
alto, que irradiaba una presencia extremadamente masculina. Alguna vez había
sentido que su corazón se estremecía al mirarlo, que se le aflojaban las piernas, y
que le costaba pronunciar cualquier palabra frente a él. Ahora en cambio, Lali lo
veía como si entre ellos hubiera una mampara de cristal. Había aprendido a
distanciarse de él, como primera medida.
Peter, el legendario magnate griego, poseedor de un gran poder y
una gran fortuna. Tenía una elegancia natural que aumentaba con el exquisito
gusto en la elección de la ropa: zapatos de piel acabados a mano, o un fabuloso
traje en tela de mohair y seda. Era un hombre por el que cualquier mujer se
moriría, había pensado Lali con la ingenuidad y excitación de los diecisiete años.
Y Peter en efecto, era un atractivo hombre, seductor por donde se lo mirase. Un
pelo grueso color ébano, la piel dorada, los ojos verdes. Y lo sabía, le gustaba que
así fuera, y se valía de ello cuando le venía bien. Una vez, aunque ella casi no lo
recordaba, ella había sido el blanco de esa energía sexual que irradiaba.
Pero luego todo había cambiado.
Lali entró en la sala. La tensión flotaba en el ambiente. Los profundos ojos
verdes de Peter la miraron detenidamente.
- Tienes corrido el carmín – y los dedos de él volaron hacia su boca. Luego
frunció el ceño y le dijo - No tenemos mucho tiempo, así que voy a ser muy breve y
directo. Nos vamos a París.
- ¿A París? – preguntó Lali como un eco, más que sorprendida.
Pero Peter ya había abierto la puerta, y le decía impaciente:
- Vamos.
- ¿Quieres que vaya contigo a París? ¿Yo? ¿Ahora mismo?
- Sí.
- ¿Pero por qué?
capitulo 4
El propietario, Charlie, le ofreció comenzar con ella una sesión inmediatamente,
pero ella se disculpó diciendo que se le hacía tarde, y se sentó a esperar a su
peluquero.
- ¡Oh! Señora Lanzani, su guardaespaldas ha dejado un mensaje para usted –
le dijo Charlie bajando la voz y la cabeza.
Lali se puso tensa y pálida.
- Tranquilícese – Charlie la miró con complicidad -. He dicho que estaba en la
sesión de masajes.
- Gracias – ahora Lali se había puesto colorada.
- Será mejor que le de el mensaje. El señor Lanzani le está esperando en casa.
¿Que Peter qué? Peter la estaba esperando... ¿Peter, que nunca la había esperado en
cinco años? ¿Peter estaba en casa cuando no lo esperaba hasta la siguiente
quincena? Involuntariamente, Lali se estremeció; se le revolvió el estómago.
Sintió terror.
Charlie se sentó a su lado, y le dijo:
- Pequeña, tu no eres el tipo de chica para jugar a esto.
- No sé lo que estás...
- Llevas viniendo a este salón desde hace cinco años. Y desde hace dos meses
no haces más que ponerte colorada – suspiró -. Y no quisiera pasar a la historia
como un estúpido capaz de facilitarle una coartada a la señora Lanzani. Me da la
impresión de que tu marido es un tipo capaz de romperle los dedos a quien haga
una falta así. Me dan temblores de sólo pensarlo.
- Lo siento – Lali se sintió avergonzada.
- Y yo siento no poder ayudarte más, porque ha sido bonito verte feliz por un
tiempo.
- ¿Señora Lanzani?
Lali miró a Boyce, su guardaespaldas, que proyectaba una sombra grande y
oscura sobre ella se puso de pie, Boyce le echó una mirada de desconfianza a
Charlie, quien se encontraba demasiado cerca de la esposa de su jefe.
Tan pronto como se acomodó en la limusina se desmoronó. Charlie sabía que
ella estaba viendo a alguien. Se sentía tan humillada. Y también se sentía
terriblemente culpable. Se peluquero además tenía miedo de verse envuelto en un
escándalo matrimonial. Aunque lo cierto era que nada de eso sería posible, ya que
Peter no tenía ni la menor idea de lo que hacía ella. Pero el dicharachero Charlie, que
tantas veces se había reído de sus depresiones, estaba sinceramente asustado.
Todo el mundo le tenía miedo a Peter. Y sin embargo ella jamás lo había oído
gritar. Durante los primeros tiempos de su matrimonio, Lali había sentido terror
hacia Peter, pero con el tiempo ese terror se había ido difuminando, y adquiriendo la
forma real de la indiferencia de Peter hacia ella. Simplemente parecía que Lali no
existía en la escala de seres humanos importantes para Peter. Él se había casado con
Lali para obtener las acciones que su padre le había cedido a ella. Su esposa era
parte de un acuerdo de negocios, nada más.
Y sin embargo, ella hubiera jurado que había habido momentos, al principio
de la relación, en quePeter la había mirado con odio; un tiempo en que cada palabra
de él sonaba como una amenaza hacia ella, cuando la sola presencia de Peter la hacía
sentir en peligro. Entonces había aprendido a evitarlo siempre que podía. Había
aceptado casarse con ella por las acciones. Pero no obstante el divorcio no parecía ser una idea que lo convenciera. Y esto era algo que Lali no alcanzaba a
comprender.
capitulo 3
El estómago de ella se revolvió. Pensó que había sido una locura contarle a Benjamin
la verdad sobre su matrimonio. No se trataba de que fuese a usarlo en su contra.
Le tenía verdadera confianza a Benjamin, pero se daba cuenta de que su confesión podía
resultar peligrosa, si bien servía para calmar los celos de Benjamin hacia Peter.
- ¡No hables así de él! – se quejó Lali.
- ¿Acaso no estás cansada de él? No creo que jamás tengas la valentía de decirle
que quieres ser libre nuevamente. Me parece que estoy perdiendo el tiempo
contigo.
- No, eso nunca – dijo ella aterrada ante la idea de perderlo.
No podía imaginarse volver a los tiempos de su vida sin Benjamin. Una vida aburrida,
vacía. Días interminables. Sin ninguna vida social. No tenía amigos. La observaban
en todos los sitios a los que iba. La puerta de su cárcel se había cerrado el día de su
boda, y ella había sido tan tonta, tan ingenua de no darse cuenta hasta que había
intentado pasar las rejas.
- ¿Entonces cuándo? – presionó él.
- Pronto. Muy pronto. Te lo prometo.
- No entiendo por qué no recoges tus cosas y te vas. No se puede decir que no
tengas motivos para divorciarte de él. El adulterio no va a pasarse de moda
mientras ande por ahí Peter .
- Tengo que hacerlo bien, Benjamin. ¿No crees que le debo eso al menos?
- No creo que le debas nada. Ni siquiera es tu esposo ante los ojos de la iglesia
ni de la ley – Benjamin insistió.
- ¡Me tengo que ir! – dijo Lali mirando el reloj de pulsera.
Benjamin le rodeó los hombros y la besó con demostrada maestría.
- Te llamaré – le prometió -. Te quiero.
Lali salió corriendo. Estaba cerca de la peluquería en la que había reservado
hora para una larga sesión de masaje. Era demasiado arriesgado encontrarse con
Benjamin. Y su cabeza le decía que cuanto más tardase en confesarle la verdad a Peter y
pedirle el divorcio, más se arriesgaba a que fuese descubierta. Pero, entonces, ¿qué
importaría realmente?.
A Peter no le importaba lo que hacía ella. Lo veía una vez al mes cuando él pasaba
por Londres, y el año anterior ni siquiera lo había visto con esa frecuencia. A veces
Peter le pedía que organizara una cena de negocios. Pero no era frecuente. Había
ocurrido pocas veces, y muy espaciadas. Incluso se solía comunicar con ella a
través del personal de su empresa, en caso de necesitarlo.
Durante el tiempo que llevaban casados, Peter no la había invitado a salir nunca,
ni siquiera la había llevado a una fiesta. Solía llevar a otras mujeres en ese caso,
pero a su esposa jamás. Peter dormía en el ala de la casa que había acondicionado
para sí. E incluso las pocas noches que habían dormido bajo el mismo techo, lo
había oído salir tarde, y regresar al amanecer. Es decir que ni siquiera se podían
contar esas noches como compartidas con él.
Por un momento recordó cuánto había llorado y se había preguntado qué había
hecho para que las cosas fuesen así, y que podía hacer para atraer su atención.
Con rabia, quiso borrar esos recuerdos de su mente. El tiempo se había ocupado de
que aquellos tiempos hubiesen quedados sepultados. La joven novia había crecido y
era más sabia ahora.
- Lo siento. Me olvidé de la cita – murmuró Lali en la recepción de la
peluquería, y además insistió en pagarla de todos modos.
capitulo 1 y 2
Lali bajó deprisa los escalones que daban al bar y entró. Estaba oscuro y lleno
de bebedores que aprovechaban la hora del almuerzo para tomar un trago. No veía
a Benjamin; no era lo suficientemente alta como para divisarlo entre las cabezas de
hombres de negocios trajeados que tenía a su alrededor. Mientras se abría camino
entre los clientes, sintió un estremecimiento. La idea de que la vieran allí, de que la
reconocieran la aterraba. Por ello fue un alivio distinguir entre la multitud en el
extremo opuesto del local la cabellera rubia de Benjamin. Benjamin, alto, sofisticado y
atractivo, se puso de pie al verla aproximarse a él. Lali se sintió orgullosa.
- Llegas tarde – se quejó él.
- Lo siento, no pude escaparme antes –explicó ella jadeando, mientras se dejaba
caer en el asiento y echaba otra ojeada al lugar, temerosa de encontrar alguna cara
conocida.
- No sigas. Estás en otra parte de la ciudad.
Lali bajó la cabeza, escondiendo la cara ruborizada detrás de la melena rubia
ceniza.
- ¡Ese hombre de allí me está mirando!
- La mayoría de los hombres miran a las mujeres bonitas... y tú eres
exquisitamente bonita, mi amor – murmuroBenjamin en voz baja, adoptando un tono
íntimo mientras le tomaba la mano-. Me fastidia ver que te miran todos cuando
pasas.
- ¿De verdad? – preguntó ella asombrada por sus cumplidos.
- ¿Por qué no vamos a mi apartamento? – sonrió Benjamin dibujando el labio inferior
con el dedo.
Lali se puso rígida.
- No puedo. Todavía no. Ya sabes cómo me siento – musitó. El miedo se había
apoderado de ella.
Él cambió su expresión por un gesto frío y duro.
- Benjamin, por favor...
- Por lo que se ve, estás jugando conmigo mientras tu esposo está de viaje.
- Te amo – los ojos de ella se llenaron de tristeza y ansiedad.
- ¿Entonces cuándo vas a decirle que quieres divorciarte? – le exigió.
- Pronto. Estoy buscando el momento apropiado – Lali se había puesto pálida, y
en los rasgos bonitos de su cara expresaba cierta tensión.
- Teniendo en cuenta que él solo duerme contigo una noche al mes, puedo
esperar sentado aquí hasta el año que viene, según tú. Tal vez lo ames al
desgraciado...
- ¿Y crees que es posible? Tú sabes bien que nuestro matrimonio no es como
otros.
- ¿Y no quieren los periódicos aprovecharse de esa situación? – se rió Benjamin
burlón.
- No me hace ninguna gracia, Benjamin.
- Bueno. Lo único que me tranquiliza es saber que si yo no soy tu amante, él
tampoco lo es. Un verdadero misterio. Mírate. La esposa virgen después de cinco
años. Y sin embargo a él rara vez no se le ve con una jovencita colgada del brazo.
Quizás sea un homosexual no declarado.
Un matrimonio diferente
Ahora Lali entendía por qué durante los cinco años que llevaba casada, su marido la había ignorado completamente: su padre había chantajeado aPeter para que se casara con ella. Pero cuando Lali decidió olvidar el doloroso pasado y construirse una nueva vida junto al hombre que realmente la amaba, Peter apareció diciendo que ya estaba preparado para el matrimonio y que a partir de ese momento, ella iba a dormir en su cama...
Wednesday, December 23, 2015
capitulo 82
— No me estoy riendo, Peter —Lali susurró, enojada porque
malinterpretara el sentido de sus palabras. No quería de forma alguna
lastimarlo.
— Siempre te amé, querida. Pero, creyendo que fuiste deshonesta, sólo
querías mi dinero, y sabiendo que te interesabas por mí sexualmente, resolví
quedarme con lo que podía. Pero me sentía inseguro muchas veces. Y, cuando
eso pasaba, me desesperaba y hacía locuras.
— ¿Como escenas de celos?
— Si.
— No había necesidad de eso, pues tampoco dejé de amarte.
— Pero...
— ¿Pero qué?
— Gaston... Pensé...
— Ya te dije semanas atrás que nunca amé a Gaston.
— Creí que no hablabas con sinceridad.
— ¿Quieres que escriba mi juramento con sangre y lo mande encuadrar?
— ¿Cómo puedes amarme después de todo lo que te hice? Pensé que
Gaston...
— ¿Quieres, por favor, dejar de hablar de Gaston? —Lali lo
interrumpió, irritada. — Nunca amé a Gaston. Rompimos nuestra relación antes
incluso de conocerte.
— Gaston es hombre muy atractivo. ¿Estás segura que no te gusta? Creí
que me había colocado entre los dos. Por eso insistí en que te casaras conmigo,
y volver el mismo día para saber tu respuesta; ¡no pude aguantar el suspenso!
Pero después concluí que habías dicho “sólo por causa de Alegra”.
— ¿No fue esa la misma disculpa que me diste al pedirme casamiento?
— Creí que me habías aceptado porque era rico.
— De ninguna manera. Te acepté porque te amaba.
Peter la abrazó con tanta fuerza que llegó a dolerle.
— Yo también te amo, querida —confesó. —No podía aceptar la idea de
perderte de nuevo.
— No me voy a separar más de ti, Cesare.
— Pero elegiste un cuarto separado y bien lejos del mío...
— Pero cerca de Alegra, por si ella despierta durante la noche. Alegra no
conoce la casa. Voy a dejar la puerta entreabierta y la luz del corredor
encendida.
— ¿Y qué hace ella cuando despierta?
— Va a mi cama. Un de las misiones de una madre... Tienes mucho que
aprender sobre los hijos. Alegra frecuentemente despierta de madrugada, va a
mi cama y habla sin parar. Cuando finjo que estoy durmiendo, se sube arriba
mío y me hace cosquillas.
— Precisamos una niñera.
— ¡Calma, no te precipites, Peter!
Él la besó con ternura y susurró:
— Te amo... te amo. Horas más tarde, aún en los brazos de Peter, ella dijo, sonriendo:
— Creo que Freddy precisa una novia...
— ¿Una qué?
— Podemos bautizar a su compañera Florence y colocarlos lado a lado —
Lali sugirió.
— Así, podrán procrear...
De repente Peter palideció, horrorizado.
— ¿Qué pasó? —Lali indagó.
— Me olvidé de tomar precauciones esta tarde.
— ¿Entonces? —ella no sabía a qué se refería.
— Dio... ¿y si estuvieras...
— ¿Embarazada? Bueno, te quedarás en la sala de espera del hospital.
Es más seguro.
— ¡No! Me quedaré contigo.
Y sí lo hizo. Un poco nervioso, pero controlado. Lali se sintió aliviada
cuando su hijo vino al mundo rápidamente, y a través de parto natural. Peter
parecía aún más aliviado que ella.
¿Y... Freddy?
Freddy tenía una enorme familia para cuidar, en su acuario en un rincón
de la sala.
FIN
capitulo 81
Lali deshizo el nudo de su corbata, desabotonó su saco. Reía y lloraba
al mismo tiempo. Concluyó que Peter no hubiera sido de mucha ayuda si
estuviese presente en el nacimiento de Alegra.
Él se recuperó pronto.
— Vamos a la cama, Peter —dijo Lali.
— Estoy bien.
— Pero no lo parece.
— Ya te dije, querida, estoy bien, y aún tenemos mucho que conversar.
— Mañana.
— No puedo esperar tanto —declaró. — ¿Dónde pusiste a Alegra?
Lali lo llevó al cuarto de su hija. En puntas de pie, Peter fue junto a
la cama y murmuró:
— ¿Preguntó por mí?
— Claro.
— Alegra me da mucha alegría.
— Pero no será así, Peter, si la despiertas. Se pone de mal humor
cuando la despiertan.
Salieron del cuarto y Peter comentó:
— Transformé nuestro matrimonio en una verdadera confusión...
— Lo intentaste... Y llegaste al ridículo máximo con Freddy.
— ¿Freddy? —él repitió.
— La cereza de la torta fue el pez. Quería ver hasta donde llegaba tu
propósito de ser amable conmigo.
— ¿Tú...?
— Si. Creo que el día que pescaron a Freddy deberían haberlo arrojado
de vuelta al mar, ó comerlo. ¿Cómo osaste pensar que yo tenía tan mal gusto?
Otra locura fue llevarme a casa de Franca.
— Estaba poniéndome desesperado...
— Pero nunca te vi tan desesperado como cuando leíste en el periódico
que Felix Severn había sido apresado. Ahí, en mi opinión, fue cuando perdiste
todo el control.
Lali se dirigió al cuarto que eligió y preguntó:
— Bueno, ¿vienes ó no?
Peter titubeaba. No entendía porqué cuartos separados, ahora que ya
se habían entendido. Pero resolvió ignorarlo y explicó:
— Si, quedé un tanto descontrolado cuando vi la noticia en el periódico.
— ¿Descontrolado? Peter, cuando aterrizamos en Londres, estabas
aterrado, a punto de querer entregarte a la policía en mi lugar.
— Dio mio, no podría aceptar que fueras presa.
— ¡Fue una actitud tan maravillosa! ¡Tan cariñosa!
— ¿Cariñosa?
— Quedé emocionada. —Lali sonrió. — Solamente un hombre...
— ¡Solamente un hombre enamorado haría un papel tan idiota! Tienes
motivo para reír.
capitulo 80
— Eso de no querer al hermano pasa en muchas familias —susurró
Lali.
— Pablo fue un bebé enfermo, mimado por mi madre. Siempre lo
protegí cuando éramos niños. Pero, cuando creció, sólo dio problemas a
Industrias Lanzani. Y sé que Pablo me odiaba y me envidiaba.
— Espero que ahora no sea más parte de la directiva de las Industrias.
— Lo saqué seis meses después de despedirte. Le creé una firma para
que me dejase en paz. En cuanto a tu, cuando te encontré de nuevo, me porté
como un animal. Tenía tanto miedo que me hicieras pasar por idiota una vez
más, que perdí los estribos. Mi comportamiento fue tan condenable como el de
Pablo, y...
— Por favor, no digas eso. Nada de lo que hagas puede ser comparado al
comportamiento del irresponsable de tu hermano.
— Actué como un maníaco. Te quería de regreso a cualquier precio.
¡Como siento haber destrozado tu vida!
— Fue Pablo quién destrozó mi vida, no tú. Entiendo que las evidencias
que tuviste en tus manos contra mí eran bastante convincentes...
— Eso no es disculpa. Todo lo que hice estuvo mal. ¡Imagino como debes
haberte sentido al ser echada de Industrias Lanzani inmediatamente después
de la noche que pasamos juntos!
— Más ó menos de la misma manera que te sentiste cuando Pablo te
mostró los documentos. Me sentí destrozada.
— ¿Y cuándo descubriste que estabas embarazada? ¿Cómo te sentiste?
— Multiplica eso por diez.
— ¿Cómo puedes bromear con un asunto tan serio, querida?
— ¡Ya hace tanto tiempo! Y ahora sé que intentaste encontrarme, aún
creyendo que te había traicionado.
— Pero cuéntame, querida, ¿cómo manejaste lo del embarazo?
Ella le contó los detalles, pero sin involucrarse mucho emocionalmente.
Preferiría que Peter no le hubiese preguntado sobre eso, pues él ya estaba
sufriendo mucho. Cuando Lali terminó, Peter susurró:
— La cicatriz... ¿fue... en el parto de Alegra?
— Si.
— Cuéntame como pasó todo.
— ¿Por qué, Peter?
— Yo debía estar a tu lado. Podrías haber muerto.
— Que tontería. Es un procedimiento muy común. Ni siquiera precisé
anestesia general.
— ¿Cómo?
— Estaba conciente cuando Alegra nació.
— ¿Conciente? Dio... pero eso es medieval.
Perturbado, Peter se desmayó, cayendo sobre la alfombra persa.
capitulo 79
— Mejor así —Peter sacudió los hombros. — No voy a hacer milagros
en favor de Pablo. Tendrá que enfrentar una situación muy difícil, y dudo que
se libre de la cárcel.
— ¿Lo viste?
— No. Con todo, Pablo confesó a mi abogado lo que hizo años atrás y le
pidió que me pasara la noticia. Al saber que nos habíamos casado, entró en
pánico, creyendo que yo ya sabía de la falsificación de la evidencia. Confesó,
creo, con la esperanza que sintiera pena de su problema.
Lali sonrió, una sonrisa nerviosa.
— En espacio de 48 horas —Peter prosiguió — él pagó a un especialista
en falsificaciones para recrear tu firma, y contrató otro para montar la cinta. El
diálogo entre tú y Severn fue perfecto. Era tu voz. No es difícil hacer eso, hay
imitadores de primera calidad. Después de haber conseguido todo, voló a Hong
Kong para presentarme las pruebas.
— Yo no tenía idea que...
— Me pregunté muchas veces si yo había actuado de la manera correcta.
Pablo me informó que habías salido de vacaciones y yo no sabía como
comunicarme.
— No tenía teléfono en casa, entiendo el problema. Pero estaba en la
oficina... No salí de vacaciones ni nada parecido.
— Sé eso ahora, pero no lo sabía en aquel momento.
— ¿Por eso no me llamaste? —dijo Lali, como si estuviese hablando
consigo misma, afirmando más que preguntando.
Ela recordó como sufría a la espera de aquel llamado. El silencio de
Peter la atormentó, haciéndola sospechar que él lamentaba la breve intimidad
compartida.
— Pablo se arriesgó mucho. Si hubieras entrado en contacto conmigo, y
contado...
— Jamás acusaría a tu hermano, sin...
— En Hong Kong, Pablo me dijo que oyó una conversación telefónica
tuya algunos días atrás, y concluyó que habías pasado información confidencial.
Y me presentó las pruebas, como te dije. Te tenía en un pedestal, querida, te
creía perfecta. Eras inteligente, sexy, en fin, poseías todas las cualidades que
siempre deseé encontrar en una mujer. Quedé terriblemente enamorado. Era
escéptico acerca de amor y el matrimonio. Mi madre se casó con mi padre por
dinero. Él trabajó como un esclavo toda su vida para darle una existencia
lujosa. De cuando en cuando ella tenía un amante. Por eso, cuando Pablo me
presentó los documentos, creí que yo era tan idiota y ciego como mi padre fue.
— Peter, yo no...
— Hey, lo primero que hice, fui volver a Londres y buscarte. No te
encontré.
— Lo que me hizo, a tus ojos, aún más culpable, ¿no?
— Me sentí culpable por haber odiado a Pablo. Él y yo nunca nos
llevamos muy buen, no teníamos nada en común, a pesar de la pequeña diferencia de edad. Pero, en aquellas circunstancias, creí que me estaba
ayudando.
capitulo 78
— Yo iré a buscarla y la traeré, pero después de conversar un poco con tu
madre. No puedo dejarla en este estado.
— Pero...
Lali lo empujó suavemente en dirección a la puerta, y dijo:
— Ve antes a ver lo que está pasando en la jefatura de policía.
— Tú no hiciste nada, querida. Y pensar que todo el tiempo yo... —
murmuró, inconsolable.
— Ahora haz lo que tu madre te pidió —Lali insistía.
— Si...
— Tan sin emoción, tan rigurosamente dentro de la ley... —Emilia se
quejó, ahora dirigiéndose a Lali. — ¿Cómo pude poner en el mundo un hijo
así? ¡Pablo es tan diferente!
Inconforme con la preferencia de la madre por un hijo como Pablo,
Lali fue a buscar un café.
La tarde se arrastró hasta que Emilia se quejó de dolor de cabeza,
decidiendo acostarse. Lali resolvió ir a buscar a Alegra.
El trayecto hasta la casa de Alejo fue la primera oportunidad que tuvo
para asimilar el devastador cambio de su matrimonio. Sonrió. Era como si un
enorme peso cayese de su espalda. Peter sabía la verdad ahora, finalmente
sabía la verdad.
Pero ella no lo culpaba por haberle creído a Pablo. Familia era familia,
en especial en el caso de Peter. Protegió a su hermano durante toda su vida.
¿Qué motivos tendría para no confiar en Pablo?
Cuando Lali llegó a casa de Alejo, Alegra se tiró a sus brazos y
preguntó:
— ¿Dónde está papá?
— Vas a verlo luego. Iremos a Londres dentro de poco.
— ¡Genial! —Gimena exclamó. Ella leía ávidamente en el periódico los
detalles sobre el encarcelamiento de Pablo. — Espero que todos reconozcan tu
inocencia, Lali. ¿Qué piensa Peter de todo esto?
— Está en estado de shock.
— Apuesto que si. —Gimena suspiró. — La verdad siempre sale a la luz.
Peter debe estarse sintiendo como si el techo se hubiese caído sobre su cabeza.
Lali y Alegra llegaron muy tarde a Londres. Alegra durmió en el coche y
Lali la cargó hacia el cuarto. Descendió y se encontró a Emilia hablando por
teléfono, enojada. Al ver a su nuera, dijo, colgando el aparato.
— No me quedaré aquí ni un segundo más. Voy al apartamento de
Pablo.
— ¿Por qué? —indagó Lali.
— Peter no está haciendo nada para ayudar a su hermano. —Emilia
declaró, bastante irritada.
Lali intentó hacerla razonar, pero sin éxito.
Eran más de las once cuando Peter llegó. Estaba exhausto.
— Tu madre se fue —Lali le informó enseguida.
capitulo 77
— Yo lo saqué de la directiva hace tres años... ¡Gracias a Dios! Pero,
¿cómo pudo Pablo hacer eso?
— Tú lo humillaste —Emilia condenaba a su hijo mayor, como si la culpa
fuese de él.
— Pablo ya estaba involucrado hasta el cuello en negocios ilícitos, ¿no?
— Si. Pero eso no importa ahora, Peter. Mejor que llegaste a Londres.
Tu abogado está en la policía con Pablo, me encargaré del encuentro. Trata de
poner a tu hermano en libertad bajo fianza...
— El sistema legal es muy diferente aquí, mamma. Y, si la policía lo
encontró en el aeropuerto, estará bajo custodia. Pablo huiría si tuviese la
oportunidad...
— Peter... ¿qué te pasa? Estamos hablando de tu hermano. Él precisa
ayuda.
Lali sentía las piernas debilitarse. En estado de shock, se sentó y se
quedó mirando la alfombra. Sólo podía haber sido Pablo el causante de todo,
años atrás. Pero, ¿por qué? ¿Por qué le haría? ¿Para esconder sus faltas? ¿Por
miedo de que Peter sospechase algo?
Ó tal vez el motivo fuese más personal. Repetidas veces rechazó
cualquier aproximación. Ella cubrió su rostro con sus manos.
— Pablo jamás desobedeció las leyes del país —Emilia dijo, intentando
defender a su hijo.
— Pero mintió toda su vida.
— ¡Precisa tu ayuda y comprensión! No puedes darle la espalda, ¡es tu
hermano!
— Mea culpa...
— Vamos, no comiences con el italiano otra vez, Peter.
— Es latín...
— Lo que sea, ¡te comportas siempre como extranjero en este país!
Pareces tu padre. Tú y yo nunca nos entendimos bien... y ahora, mi querido
Pablo... —Emilia cayó en llanto.
Lali resolvió intervenir, y dijo a su marido:
— Peter, creo que deberías ir a la jefatura de policía.
— ¿Cómo me puedo disculpar contigo ahora, querida? ¿Por todo lo que
pasó años atrás?
Lali percibió que Peter, como ella, encontró al fin una explicación al
drama del pasado.
— La evidencia existente en los documentos que Pablo me presentó
para incriminarte, no tiene ya valor alguno para mí —agregó. — Tu firma, tu
voz a través de conversaciones telefónicas, todo fue armado. Y las cintas con
certeza montadas por profesionales en el asunto. Y los extractos bancarios...
¡Dio!
— Basta, Peter, ahora no, más tarde. Eso no es importante.
— ¿No es importante? —repitió, furioso.
— Haz antes lo que tu madre te pidió.
— Alegra nos espera.
capitulo 76
— Es importante que yo vaya antes que ellos vengan por ti. Seguro que
Severn está siendo investigado hace meses.
— No voy a volver a Sicilia —Lali declaró. — Iré a la policía. No
quiero verte involucrado...
La protesta de Lali fue interrumpida cuando el chofer abrió la puerta
del coche.
Cuando entraron al hall se toparon con una señora de cierta edad, de
cabello rubio ceniza, elegantemente vestida.
— ¿Dónde estuviste hasta ahora? —ella le preguntó a Peter, pareciendo
muy irritada. — Sé que llegaste a Londres hace cinco horas ya.
— ¿Qué pasa? — Peter preguntó.
— Tu hermano está preso —la mujer respondió, sollozando.
— ¿Di che cosa parli? —Peter indagó.
— Inglés,Peter —la mujer lo reprendió, hablando un inglés perfecto.
— Sì mamma... inglés —respondió. — Pero dime, ¿qué hizo Pablo
ahora? ¿Otro accidente de coche? Espero que no haya heridos...
— La cosa es mucho más grave.
— Lali... permíteme que te presente a mi madre, Emilia Lanzani —
dijo Peter.
— ¿Oíste lo que dije? —Emilia le gritó a su hijo, sin interés alguno por la
nueva nuera.
Lali no sabía qué hacer, si dejar a madre e hijo solos, ó continuar
presente. Pero se preguntó porqué motivo Peter nunca mencionó que su
madre era inglesa y no italiana.
— Pablo está preso por fraude.
— ¿Fraude? —Peter repitió, no pudiendo creer lo que oía.
— Él tenía un socio que está preso desde anoche por fraude. Pablo fue
apresado esta mañana bien temprano, en el aeropuerto.
Lali quedó paralizada como una estatua. Su mente trabajó a una
velocidad supersónica.
— ¿Quieres decir que Pablo está involucrado con Felix Severn,
mamma?
— Terriblemente involucrado. —Emilia se sentó en un sillón, exhausta.
— Me fue a ver antes de ir al aeropuerto. Estaba aterrado. Me contó todo.
— ¿Y todo incluye... negocios internos? —Peter interrogó prontamente.
Lali lo miró, pero no consiguió leer nada en su expresión.
— Eso sería lo de menos —Emilia continuó, con voz llorosa. —Tuvo que
ver en varias transacciones deshonestas en lo referente a compañías de seguro.
Severn era el principal agente de negocios, y Pablo actuaba en segundo plano,
encargándose de las finanzas, haciendo contactos... Pero no precisas
preocuparte...
— ¿Cómo no me preocupo? ¡Mamma, si supieras...!
— ¡Pablo no involucró a Industrias Lanzani! —Emilia se apresuró en
aclarar.
Tuesday, December 22, 2015
capitulo 75
Enseguida la besó. Se desnudó apresuradamente. Con un rezongo de
frustración, dijo:
— ¡Algún día espero hacer esto con control y fineza!
— ¡Pero no hoy!
— No, no hoy —concordó, empujando con impaciencia el cierre del
vestido elegante de Lali.
El vestido cayó al piso y Peter admiró la lencería de satín y encaje que
ella usaba.
— ¡Dio!... ¡Que buen gusto tengo! —exclamó.
Lali se sonrojó.
— ¿Hiciste las compras personalmente?
— Si... No tenía otra cosa que hacer en los días que precedieron a nuestro
casamiento.
Peter la besó de nuevo y la condujo a la cama. Una llama abrasadora
fuera de control no podría ser más peligrosa que la repentina y ardiente
conexión íntima que explotó entre ellos.
El cuerpo de Lali se contorneó bajo el de él, en desesperación para
alcanzar la satisfacción que solamente Peter le podría dar. Le agarró el
cabello, arqueó el cuerpo, y gimió cuando la penetró con vigor.
— ¡Nadie te va a arrancar de mi lado! —Peter susurró con voz ronca. —
¡Nadie!
Y, después de eso, no hubo nada más a no ser el intenso calor que la
condujo a las alturas, para enseguida transportarla de regreso al valle de los
gemidos de placer, resultado de la satisfacción completa.
— Somos locos por hacer esto en medio de una crisis —Peter comentó
mucho tiempo después, con Lali aún en sus brazos, saciada, deseando
nunca, nunca más salir de allí. — Pero, aunque sea sólo por algunas horas, no
quiero que nada ni nadie interfiera.
Mirella volvió al coche como una mujer renovada. Se sentía mejor, más
fuerte, liberada de sus pavores. Era una sensación maravillosa. Pero tenía
menos miedo de la policía que de perder a Peter.
Claro que no lo dejaría tomar su lugar, pero, sólo el hecho de constatar
que su marido se preocupaba por ella, la dejaba muy feliz. Ni sería necesario
que fuesen pronunciadas palabras de amor. Toda la emoción, que Peter
luchara por esconder, fue expresada en el acto de amor. Esta vez no había sido
sólo sexo. Las barreras desaparecieron. Peter era suyo, exactamente como
siempre deseó. Y, con esa certeza, podría enfrentar cualquier cosa, se decía a si
misma.
Llegaron a la casa.
— Preciso hacer algunas llamados —Peter dijo ni bien bajaron del
coche. — Enseguida iremos a buscar a Lali. Ustedes dos volverán a Sicilia
mañana de mañana y yo me presentaré ante las autoridades para...
— ¡De ninguna manera! —Lali protestó.
capitulo 74
Lali no sabía qué hacer. Justamente ahora que su vida comenzaba a
mejorar, estallaba esa bomba: su supuesto fraude. Pero, si Peter, ni por un
segundo, creía en su inocencia, ¿cómo lo haría la policía?
Pero, ¿quién la acusó? ¿Y por qué?
Lali estaba tan cansada que, al entrar en el coche, recostó la cabeza y
cerró sus ojos.
— No voy a dejar que pases por todo esto —dijo Peter, sosteniéndole la
mano.
— ¿Y qué vas...?
— No podemos vivir con una espada sobre la cabeza. Prefiero encarar el
peligro de frente que quedarme con esa expectativa terrible. Diré a las
autoridades que yo planeé el fraude y que tú actuaste bajo mis instrucciones.
— ¡Nadie va... a creer eso!
— ¿Por qué no? Ser rico no quiere decir que no se sea ambicioso. Y, una
empleada enamorada de su patrón, haría lo que él le mandase. Más aún, tú
declararías que no sabías que estabas haciendo algo equivocado. No puedes, por
lo tanto, ser forzada a deponer en mi contra.
— No es justo que asumas la culpa de algo que no hiciste —Lali
protestó enérgicamente.
Ella sintió un nudo en la garganta. Peter no era del tipo de hacer
sacrificios; jamás sería el mártir de causas ajenas. Y, la mayor ironía de todo,
era que él nunca cometería un crimen de aquella naturaleza. Lali quedó
conmovida por el modo como su marido quería actuar en su favor. Y eso sin
creer que ella era inocente.
— Alegra puede vivir sin mí durante algún tiempo, pero no sin su madre
—agregó. — En ese medio tiempo... hasta el juicio, puedes quedar
embarazada...
— ¿Embarazada? — Lali repitió, incrédula. — Pero, embarazada ó no,
no permitiré que hagas eso.
— Eres mi mujer y...
— ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
— ¡Todo! —Peter la encaró con mirada enamorada.
¿Sería aquello amor?, Lali se preguntaba. ¿Ó quería protegerla por
causa de Alegra?
— No, definitivamente no puede hacer eso —Lali insistió.
— Bella... bella mia, reflexiona un poco. —con el pulgar Peter contorneó
sus labios.
Sin prevenirla, dijo algo al chofer.
— ¿Qué estás tramando ahora? —ella preguntó.
— Nos llevará más de una hora llegar a mi casa... Entonces...
Minutos después estacionaban en la puerta de un lujoso y conocido hotel.
Diez minutos más tarde entraban en un cuarto ricamente amueblado.
— ¡Pero esto es una locura! —Lali protestó.
— ¡Todo lo que hago contigo es una locura! —susurró, abrazándola.
capitulo 73
Rozó su boca muy suavemente en los labios entreabiertos de ella. Lali
dejó de respirar y su corazón palpitó con violencia. Acarició la espalda de
músculos duros de su marido. Con los movimientos de ambos, el periódico que
estaba sobre la cama cayó al piso. Peter lo recogió y se puso tenso de repente.
— ¿Qué pasó? —Lali indagó.
Con el periódico aún en las manos, dijo:
— Madre de Dio...
— ¿Qué pasó? —Lali insistió.
— ¿Viste esto? —preguntó, apuntando una noticia.
— ¿Si vi qué?
— Mira la foto de Severn.
— ¿Pero quién es Severn? —Lali no entendía nada.
— Es el corredor que usaste años atrás. ¡Está preso por fraude!
— ¿Severn es el corredor que yo... qué? —Lali intentaba juntar las
palabras.
— ¿Qué te pasa? —Peter la miró, aterrado. — ¿No te das cuenta de lo
que eso significa? ¡Severn está siendo investigado! La policía investigará todos
los documentos que él tenga y lo procesará, ¡como también procesará a las
personas con quien Severn hizo negocios ilícitos!
— Pero... pero... yo no... —ella tartamudeó.
— Lali, —Peter le apretó la mano — precisas enfrentar la realidad
tarde ó temprano. Sugiero que lo hagas ahora.... Aunque, por primera vez en mi
vida, no estoy seguro si la honestidad es la mejor salida.
— Espero no arrepentirme después de lo que estamos haciendo ahora —
dijo Peter, cuando el avión aterrizó. — Pienso que no es una buena idea que
vengas a Londres justamente ahora.
Lali no emitió opinión. No durmió un minuto anoche, pues Peter la
redujo a un estado de mudo terror. Estar convencida de su propia inocencia era
una cosa, pero con un marido totalmente convencido de su culpabilidad, era
algo bien diferente. Después de varias opiniones contradictorias, Peter llegara
a la conclusión que ella nunca más debería poner los pies en Inglaterra.
No dejaba de ser un consuelo, aunque pequeño, el hecho que ese marido
estuviera preparado para pasar el resto de su vida ayudándola a escapar de las
garras de la policía. Antes Peter encontró interesante que ella confesara
detalladamente todo, pero después decidió que no había probabilidad de
conseguir un juicio justo, estando ella casada con un millonario. ¿Que jurado
sería condescendiente con una mujer rica?
capitulo 72
— Y sentí recelos de tocarte desde entonces. Dejaste bastante claro que
no me querías.
Lali tuvo deseos de llorar. La verdad era que ambos estaban tan
preocupados en esconderse detrás del orgullo, que rechazaban ceder un sólo
milímetro. Pero, Peter últimamente cedió tanto... ella reconoció por primera
vez. Entonces, ¿amar significaba dejar el orgullo de lado...?
— Durante diez largos y frustrados días fuiste indiferente a mis intentos
de hacerte feliz —Peter se quejó.
Y era verdad, Lali reconocía. Como una criatura terca, levantó una
barrera entre los dos, rehusando aceptar toda y cualquier aproximación.
— No sé más que hacer para agradarte —agregó.
Los ojos de Lali se llenaron de lágrimas.
— Siempre te amé —susurró. — Pero no sabía como acabar con mi
obstinación y...
— Dilo de nuevo —Peter pidió.
— Fue lo que oíste. Siempre te amé.
Él se inclinó y le tomó las manos. Lali mantuvo los ojos cerrados,
controlando las lágrimas. ¡Era tan bueno tener las manos de Peter entre las
suyas! Ella tragó en seco. Sólo ahora reconocía que no se escondió exactamente
detrás del orgullo. Se escondió detrás del pavor de ser lastimada de nuevo. Y,
cuando se tiene miedo, no es posible ser generosa.
— Pero tú no crees nada de lo que te digo —le recordó ella.
— Estoy aprendiendo a creer, cara.
— ¿Crees que Roberto te va a perdonar?
—Si, él tiene espíritu deportivo. Pero le debo un biquini Armani.
— Él estaba apenas... bromeando conmigo —Lali intentaba disculpar
la actitud de Roberto.
— Sí, lo sé. Pero, después de estos últimos días... de la tensión por la que
pasé... —Peter suspiró. — Exploté.
Lali miró las manos que la sostenían, y una intensa ola de amor la
invadió. Creyó que no importaba que Peter no la amase. No importaba que lo
único que los unía era el sexo y la hija de ambos. Había muchas tonalidades
entre el blanco y el negro; ella podría aceptar el gris, y sacar el mejor provecho
de eso. Sin Peter, su vida sería vacía.
— Déjame contarte sobre Gaston —Lali sugirió, intentando alejar los
fantasmas para siempre.
— No, no quiero hablar del pasado.
— Pero...
Peter colocó un dedo en sus labios.
— ¡No! —repitió con firmeza. — Quédate esta noche conmigo.
— Pero son sólo las cuatro de la tarde.
— Estoy haciendo mi reserva con anticipación. —él rió.
— Tenemos que telefonear a Alegra, Peter.
— Estaremos con ella mañana —declaró, levantándola parcialmente de
la cama y abrazándola con fuerza.
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