Saturday, December 26, 2015

capitulo 3

El estómago de ella se revolvió. Pensó que había sido una locura contarle a Benjamin la verdad sobre su matrimonio. No se trataba de que fuese a usarlo en su contra. Le tenía verdadera confianza a Benjamin, pero se daba cuenta de que su confesión podía resultar peligrosa, si bien servía para calmar los celos de Benjamin hacia Peter. - ¡No hables así de él! – se quejó Lali. - ¿Acaso no estás cansada de él? No creo que jamás tengas la valentía de decirle que quieres ser libre nuevamente. Me parece que estoy perdiendo el tiempo contigo. - No, eso nunca – dijo ella aterrada ante la idea de perderlo. No podía imaginarse volver a los tiempos de su vida sin Benjamin. Una vida aburrida, vacía. Días interminables. Sin ninguna vida social. No tenía amigos. La observaban en todos los sitios a los que iba. La puerta de su cárcel se había cerrado el día de su boda, y ella había sido tan tonta, tan ingenua de no darse cuenta hasta que había intentado pasar las rejas. - ¿Entonces cuándo? – presionó él. - Pronto. Muy pronto. Te lo prometo. - No entiendo por qué no recoges tus cosas y te vas. No se puede decir que no tengas motivos para divorciarte de él. El adulterio no va a pasarse de moda mientras ande por ahí Peter . - Tengo que hacerlo bien, Benjamin. ¿No crees que le debo eso al menos? - No creo que le debas nada. Ni siquiera es tu esposo ante los ojos de la iglesia ni de la ley – Benjamin insistió. - ¡Me tengo que ir! – dijo Lali mirando el reloj de pulsera. Benjamin le rodeó los hombros y la besó con demostrada maestría. - Te llamaré – le prometió -. Te quiero. Lali salió corriendo. Estaba cerca de la peluquería en la que había reservado hora para una larga sesión de masaje. Era demasiado arriesgado encontrarse con Benjamin. Y su cabeza le decía que cuanto más tardase en confesarle la verdad a Peter y pedirle el divorcio, más se arriesgaba a que fuese descubierta. Pero, entonces, ¿qué importaría realmente?. A Peter no le importaba lo que hacía ella. Lo veía una vez al mes cuando él pasaba por Londres, y el año anterior ni siquiera lo había visto con esa frecuencia. A veces Peter le pedía que organizara una cena de negocios. Pero no era frecuente. Había ocurrido pocas veces, y muy espaciadas. Incluso se solía comunicar con ella a través del personal de su empresa, en caso de necesitarlo. Durante el tiempo que llevaban casados, Peter no la había invitado a salir nunca, ni siquiera la había llevado a una fiesta. Solía llevar a otras mujeres en ese caso, pero a su esposa jamás. Peter dormía en el ala de la casa que había acondicionado para sí. E incluso las pocas noches que habían dormido bajo el mismo techo, lo había oído salir tarde, y regresar al amanecer. Es decir que ni siquiera se podían contar esas noches como compartidas con él. Por un momento recordó cuánto había llorado y se había preguntado qué había hecho para que las cosas fuesen así, y que podía hacer para atraer su atención. Con rabia, quiso borrar esos recuerdos de su mente. El tiempo se había ocupado de que aquellos tiempos hubiesen quedados sepultados. La joven novia había crecido y era más sabia ahora. - Lo siento. Me olvidé de la cita – murmuró Lali en la recepción de la peluquería, y además insistió en pagarla de todos modos.

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