Sunday, December 27, 2015
capitulo 6
- Un asunto relacionado con la herencia de tu padre.
Lali estaba más que sorprendida, ya que no se imaginaba que pudiera haber
algo pendiente con relación a la herencia de su padre.
A pesar de que Peter no se había molestado en ir al funeral de su padre, había
asumido con arrogancia la responsabilidad de dar instrucciones a sus abogados
para liquidar sus propiedades. Mientras Lali lloraba la muerte de su padre, sumida
en la gran pérdida que significaba para ella, e incapaz de ocuparse en ese momento
de cuestiones materiales, Peter había vendido todos los bienes que tenía su padre,
absolutamente todos.
Su hermosa casa, sus inversiones, sus exquisitos muebles y efectos
personales habían sido convertidos en dinero en efectivo siguiendo las instrucciones
de Peter. No le había dejado a Lali ni un solo recuerdo. Su padre, Max Esposito,
podría no haber existido, si sus bienes hubieran tenido que testificar sus sesenta y
tantos años de vida en la tierra.
Lali había quedado impresionada por la falta de sensibilidad de Peter, pero
cuando se había dado cuenta de ello ya era tarde para intervenir. Como siempre,
sus obedientes empleados habían cumplido sus órdenes eficientemente.
- ¿Algo que has pasado por alto?
- No. Algo que andaba buscando, finalmente lo he localizado – dijo con gravedad
en el gesto -. Por lo menos es lo que creo. Y por tu propio bien, ruega que no me
haya equivocado.
- ¿Por mi propio bien? No entiendo de qué me estabas hablando – dijo ella
aterrada.
- Espero que no – dijo él dándose la vuelta.
Lali fue hacia la escalera. Una mano fuerte la frenó.
- ¿Adónde crees que vas?
- A cambiarme– contestó ella mirando la mano que la sujetaba, algo que le
extrañaba, ya que Peter no la tocaba nunca.
- No hay tiempo para ello. El jet esta listo para despegar.
- ¿Regresaremos esta noche? No llevo nada de equipaje – exclamó ella mientras
él la llevaba hacia fuera.
- Te arreglaras sin él.
Luego, ya en la limusina, preguntó Lali:
- ¿Qué ocurre? Peter no le hizo caso y se dispuso a hablar por teléfono durante un buen rato en
griego.
Ella no entendía una palabra. A su mente acudió el recuerdo del día de la
boda, cuando ella le había dicho que intentaría aprender su lengua, y él le había
dicho:
- No pierdas el tiempo.
Ésa había sido la primera grieta que se había abierto en su mundo de fantasía.
Antes de que se hubiera terminado el día, la grieta se había hecho más profunda,
pero le había llevado algún tiempo de realidad el desvanecer por completo aquel
mundo de fantasía que ella tanto ansiaba.
La situación con Peter la había desquiciado, pero sin embargo guardaba la
compostura. Había aprendido a disimular sus emociones delante de él, y ahora
estaba sentada tranquilamente en el coche, con las manos sobre el regazo, como si
en su interior no sintiera un temporal.
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