Tuesday, December 22, 2015

capitulo 68

— Me gustaría mucho que usaras la alianza —le dijo cierta vez. Comenzaba a irritarse con la obstinación de Lali. Había días que ya no se enojaba con su mujer. Pero se veía que hacía un inmenso esfuerzo en mostrarse civilizado y encantador. La trataba con consideración. Con todo, parecía un león enjaulado debajo de aquella capa de dulzura. Y, a pesar del trato, Lali se sentía cada día más deprimida. Se convenció que Peter se aburría con su compañía. No se podía negar que hacía de todo para que fueran un matrimonio feliz, por el bien de Alegra. — Lali... — No quiero usar la alianza. Peter no respondió. Llamó al mozo y pidió la cuenta. Se levantó y salió del restaurante. Lali lo siguió. — ¿Algo mal? —él preguntó. — ¡Nada! — Creo que es hora de que conozcas algunos de mis amigos. Sería extraño no visitarlos cuando estamos tan cerca de su casa. Te te garantizo que tendremos una tarde agradable con Franca y su hermano. Franca es una actriz, y Roberto un director de producción. La casa de los Ecchio, también en la playa, era cinematográfica. Tenía aspecto palaciego, con muebles dorados y pilares de mármol. Apenas entraron en el enorme zaguán, una linda morena, alta, con cabellos hasta la cintura, enrulados, apareció. Usaba un minivestido imitando piel de onza. Ella fue al encuentro de ambos y cayó en los brazos de Peter, besándolo en la boca, y con pasión. — Franca... —Peter rumió. Pero no hizo mucho esfuerzo para librarse de la mujer semi desnuda, su vecina, según dijo. Franca inició una conversación en italiano, pasó el brazo alrededor de él y lo llevó al interior de la casa. Peter miró para atrás, llamando la atención de Franca hacia la presencia de Lali. — Tina precisa antes refrescarse en el vestuario, creo —Franca dijo en un inglés perfecto, la mirada fija en la vestimenta modesta de Lali, como si mirase una empleada. — Mi nombre es Lali, no Tina —Lali la corrigió, con las mejillas prendiéndose fuego. Pero Franca ya le dio la espalda, siguiendo con Peter y diciendo, en un susurro que podría ser oído a leguas de distancia: — ¡Como las inglesas se visten mal! ¿De dónde desenterraste esa? Lali temblaba de rabia y humillación cuando una empleada le indicó donde quedaba el vestuario. Casi no podía creer que Peter la dejara allí sola, sin si quiera presentarla como su esposa. Se miró al espejo. Su viejo vestido de lino estaba arrugado, parecía un trapo. Se convenció que, no usar la ropa que Peter le comprara, fue una actitud infantil. Tal vez él sintiera tanta vergüenza de ella que prefirió no presentarla como su esposa.

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