Monday, December 21, 2015
capitulo 52
— ¡Intenta ponerme un dedo encima y te arrepentirás de haber nacido!
— Apuesto mil libras que vas a dormir conmigo esta noche.
— Ni por un millón. Vas a perder.
Lali salió de la sala, pasando al lado de un sorprendido Paolo, que
llevaba a la mesa la bandeja con el café.
Ella nunca estuvo tan furiosa en su vida. Algunos minutos más en
compañía de Peter y comenzaría a arrojar platos contra la pared. Peter era imprevisible. Mientras subía las escaleras, encontraba una
infinidad de otros defectos en él. En el hombre que un día amó.
Peter era disimulado, tenaz y obstinado como una mula. Nunca
imaginaba que pudiese estar equivocado en lo que quiera que fuese. Tramaba y
planeaba como si la sangre de los Bórgia corriese en sus malditas venas.
Lali comenzaba a remover gaveta por gaveta de la cómoda cuando
una empleada entró en el cuarto, después de haber golpeado la puerta sin
obtener respuesta. Con mirar lleno de curiosidad, Giulia preguntó:
— ¿Precisa ayuda, signora?
— No, gracias. —irritada con la interrupción, Lali retiró la última
gaveta y enseguida empujó la pesada cómoda contra la puerta, furiosa por
haberle dado un cuarto sin llave. Creyendo que sin las gavetas el mueble no
consistía en una barrera eficiente, recolocó las gavetas y empujó también un
sofá junto con la cómoda. Ahora si, estaba satisfecha a pesar de exhausta por el
esfuerzo.
Se acostó en la cama. Después de un minuto ó dos, se levantó y se
desnudó. De aquel día en adelante, se juró a si misma, nunca más se pondría la
ropa que Peter le compró, con certeza para su placer, no el de ella. Y esperaba
avergonzarlo delante de sus amigos con los vestidos que trajo de Londres.
Había pensado que Peter se olvidó del pasado. ¡Que ilusión! Sus
esperanzas desaparecieron. Él se portaba como un tirano medieval, preso, por
fuerza de las circunstancias, a una esposa indeseada.
Al final, ¿por qué habría ella de querer el dinero de Peter? Durante
años luchó para alimentarse y vestirse. En los tres últimos años hizo lo mismo
con Alegra. No tenía cuentas que pagar, no debía nada a nadie.
En cuanto a Gaston, el pobre muchacho se alejaba desde el instante en que
supo que se iba a casar con Peter. En un momento de debilidad, Lali
preguntó a su hermana como Gaston estaba reaccionando.
— ¿Cómo crees? — Gimena respondió. — Está destruido. Pensó que
odiabas a Peter.
Al final, ¿qué hizo ella de malo? A los 20 años dijo a Gaston que no lo
amaba lo suficiente para casarse con él. Y, en años recientes, honestamente
creyó que Gaston la aceptaba como amiga, nada más. Con todo, cuando Peter
apareció, él lo tomó como el rival que un día lo suplantara. Y ella no conocía
Peter a los 20. ¡Hombres! ¿Quién los precisa?, Lali pensó, desanimada.
Pero, lo que más la lastimaba que cualquier otra cosa era el hecho de
Peter creía que sería capaz de traicionarlo, yendo a la cama con Gaston. Eso era una ironía cruel, pues nunca amó Gaston. Le gustaba, se divertía con él,
apreciaba su compañía. Mas todo no pasaba de una amistad.
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