Thursday, December 17, 2015

capitulo 29

Alegra pronunciaba palabras de baja calaña y miraba a Peter como un boxeador pronto para la lucha. — ¡Que niña malcriada! —Peter exclamó, refregando su mano. — Y sucia también. — ¿Quién es malcriada? —Alegra protestó. Ella no sabía que su madre ya estaba cerca. Los tres hijos de Gimena también se aproximaban, pues oyeron los gritos de su prima. John, un niño de seis años, insistió con Alegra para que pidiese disculpas. — Alegra nunca pide disculpas —se quejó Lizzy. — Disculpe —dijo Cristobal, un niño calmado, más ó menos de la edad de Alegra. Por lo visto, él ya había adquirido el hábito de pedir disculpas en nombre de su prima. — No pido disculpas —berreó Alegra, encarando a Peter sin el más mínimo miedo. — ¿Qué estás haciendo ahí parada? —él le preguntó a Lali. — Entra en el coche. Pero, ¿sobre qué me mentiste? Alegra le agarró el pantalón, insistiendo: — ¡No pido disculpas! — ¡Vete! —Peter ordenó, irritado. — No me manda a mí —Alegra gritaba, pronta para la pelea. — Es un hombre muy malo. — Ser bueno contigo sería una pérdida de tiempo. — John, por favor, lleva a Alegra para dentro —pidió Lali, recuperando el coraje. Mientras el primo mayor arrastraba a Alegra, ella rompió en llanto, pidiendo ayuda a su madre. Enterrando las uñas en la palma de su mano, Lali ignoró la súplica. — ¿Sobre qué mentiste? —Peter volvió a preguntar. — Antes que nada, dime. ¿Cómo me encontraste? — Tengo mis métodos. Pero te pregunté sobre que mentiste. Cuando los sollozos de Alegra diminuyeron a la distancia, Lali respiró, aliviada. Todo lo que quería de momento era librarse de Peter. ¿Sabría él que aquella era la casa de su hermana? — Alejo no es mi amante —Lali confesó. — Y estoy aquí con amigos. — ¿Y cuál de esos amigos es tu amante? Lali quedó bordeaux de odio, y no respondió. Apenas dijo: — Quiero que te vayas, Peter. — No me voy sin ti. Los dos miraron hacia portón al oír el ruido de un coche que se aproximaba. Era Gaston. — Por favor, vete —Lali ahora suplicaba. — ¿Qué diablos está haciendo aquí, Lanzani? —indagó Gaston.

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