Monday, December 21, 2015

capitulo 55

— ¿No sabías qué? ¿No sabías que desear así era muy raro? ¿Que la mayoría de las personas pasa la vida sin tener un sentimiento de esos? Es un hambre tan grande que precisa ser saciada... No hay control. Un profundo estupor recorrió los miembros de Lali. El silencio que siguió fue absoluto. Sin saber ni como eso pasó, sintió el placer de la anticipación, tal cual una corriente eléctrica. Sus senos crecieron y los pezones se pusieron duros como piedras. Dedos ágiles removieron la barrera de la colcha, desnudándola. Con las manos bajo los brazos de Lali, Peter la levantó, y la hizo acostarse sobre su cuerpo. Casi simultáneamente le besó el caliente pezón. Lali gimió. Sin reflexionar en lo que hacía, apretó con sus dedos los hombros de él y, subiendo, le acarició los cabellos negros. De súbito recordó que no debía estar actuando de aquella manera. Pero, por increíble que pudiese parecer, nunca en su vida deseó tanto cualquier cosa como lo deseaba ahora. Tocándolo libremente expresó, sin palabras, la necesidad y el amor que jamás osaría expresar en palabras. Peter la hizo levantar la cabeza y declaró: — Hace cuatro años me dije a mí mismo que todo no pasaba de una combinación química, de una explosión accidental. Pero ahora confieso que ninguna otra mujer hizo que me sintiese así. — Pero tú no... —lo que Lali quiso decir, no lo consiguió. Quiso decir que no la amaba, que no la respetaba. Y que eso la torturaba. — Hay más, mucho más entre un hombre y una mujer, mucho más que apenas sexo. Con manos hábiles él le tomó uno de los senos, haciéndola gemir de placer. Y dijo: — Tienes que contentarte con lo que puedo darte. Olvida el resto. — Pero yo quiero... — Esto... Esto es lo que tú quieres. —la besó con voracidad. Lali abrió los labios y con la lengua Peter exploró el interior caliente de su boca. La agarró firmemente y, forzándola a abrir los muslos, la hizo montarse sobre él. Asustada con la intimidad de la posición, Lali intentó alejarse, pero Peter se lo impidió, agarrándola de las caderas, y besándola con una intensidad que destruyó lo que restaba de su control. El beso la quemaba como antorcha ardiente. El calor la consumía. Lali sentía que cada centímetro de su cuerpo estaba siendo calentado por el calor del cuerpo de Peter. Y, cuando él se movió, dejándola sentir que estaba pronto para completar el acto de amor, Lali gimió de placer, absolutamente sin control ahora, siendo Peter el único ser estable en el cual ella podía se agarrar. — Eso es lo que tendremos siempre —Peter informó, forzándola a mirarlo. — No me digas que no es suficiente. Dio, ¡tres semanas sin tocarte! Castigándote, me castigué. ¿Estás contenta? — No...

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