Tuesday, December 29, 2015

capitulo 18

- No tanto como a esas acciones – protestó en voz baja. - Depende de ti lo que este matrimonio resulte. Te estoy dando la oportunidad de casarte con el hombre que amas. Lali volvió al presente, y se retorció las manos. Su padre le había servido a Peter en bandeja de plata. Se lo había dado encadenado y esposado a cuenta de un chantaje. ¡Cómo no lo había sospechado! Se oyó un golpe en la puerta. Era una criada anunciando la cena. Lali no podía creer que fuera ya la hora de la cena. Benjamin la llamaba todas las noches a las ocho. Sabía que ella jamás salía de noche. ¿Le habría dicho Petros que se había ido a París? Levantó el auricular del teléfono de la habitación y marcó el número de su apartamento. - ¿Dónde diablos estás? – contesto Benjamin inmediatamente -. Petros me ha dicho que «el señor y la señora Lanzani no estaban». ¿Qué quiere decir eso? - Hemos volado a París... - ¿Hemos? - Mira, había un problema con la herencia de mi padre y tuve que venir. Mañana estaré en casa, querido. Te amo. - ¿Qué tipo de problema? - Nada importante – ocultó Lali. No quería contarle los detalles sórdidos del asunto a Benjamin, al menos por teléfono. - ¿Va a mostrarte las maravillas de París, entonces? – se burló Benjamin. - ¿Salir con Peter? ¡Estás bromeando¡ – forzó una risa, aliviada de que Benjamin no estuviera enfadado -. Te echo mucho de menos. He pensado en ti todo el tiempo. - No veo la hora de que llegue mañana. - Se me hará eterno... – dijo. «Pero no puedo usar nuevamente a Charlie», pensó, recordando a Boyce, y preguntándose cómo podía quitarse de encima al guardaespaldas. Pero Lali se sentía un poco culpable de sus citas con Benjamin, ya que cuando ella se había casado en la iglesia, había hecho unas promesas en las que entonces creía... «¿Por qué eres tan cobarde y no le planteas el divorcio, ya que a él le importas tan poco? » – le decía innumerables veces. Lali suspiró hondo, bajó el auricular en un gesto que quería relajar su tensión. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo después de dejar caer el auricular. Peter estaba de pie, silencioso y quieto, como una estatua. Lali se quedó paralizada ante semejante visión. Quiso decir «Peter... », pero no pudo articular una palabra. - La cena... – murmuro Peter -. Pero termina la llamada primero. Levantando el auricular como un autómata dijo: - Adiós – y colgó.

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