Thursday, December 17, 2015

capitulo 24

— Soy más fuerte que tú. Más duro que tú —declaró malévolamente. — Y temible cuando me irrito. Acuérdate siempre de eso, y nos llevaremos bien. — él abrió la puerta y dijo: — A las ocho, esta noche. En ese momento estarás más calmada. Te llevaré a cenar. — ¡No me digas! —Lali murmuró. — ¿Me quieres alimentar para que tenga fuerzas en la cama? ¿Es eso? Ella estaba más furiosa consigo misma que con Peter. Perdió completamente el control en sus brazos. Y concluyó que Peter la usaría hasta cansarse, y después la dejaría. — ¿Qué te pasa? —preguntó él. — ¡Nada! — Para con esa actitud histérica, entonces. — Estoy cansada. Apenas es eso. Él ya estaba en la puerta y volvió. Con manos gentiles alejó una mecha de cabellos dorados del rostro de ella, y susurró, agachándose al lado de la cama: — Estaría mintiendo si dijese que lamento lo que pasó hace poco. Y exijo que nunca adquieras una actitud defensiva cuando estés conmigo. ¿Actitud defensiva?, pensaba Lali. ¡Que ironía! Peter destruyó todas sus defensas en un único encuentro, y parecía ignorar lo que ese encuentro significó para ella. — Duerme ahora... Dio mio... ¿Cómo puede una persona dormir en este nido? —él murmuró con repugnancia. Tomó su mano enseguida, enterándole una llave. — Puedes quedarte en mi casa de la ciudad, pero apenas por uno ó dos días. Mandaré un coche a buscarte dentro de una hora. —él se enderezó el cuerpo y fui hasta la puerta: — Vuelvo a casa a las seis más ó menos. Y, en aquel instante, Lali leyó con claridad la mente de él. Se encogió toda. Oyó la puerta cerrarse y un sollozo murió en su garganta adolorida. Nunca más permitiría que Peter volviese a hacerle lo mismo. Saldría de su apartamento para siempre, mucho antes de la hora marcada. ¿Sería eso huir como un conejito cobarde? Sí, tal vez. Pero, con la poca resistencia que tenía cuando estaba en compañía de Peter, solamente una nueva vida la salvaría de la ruina. Para Peter ella no pasaba de una prostituta que merecía todos los insultos que le eran dirigidos. No importaba el hecho de que esa mujer nunca habría tenido otro hombre... Su orgullo e inteligencia no contaban para Peter. Tampoco sus emociones. Lali se sentía perdida en un mar de dolor, cansada de luchar y de enfurecerse. No recordaba haber pasado por una experiencia semejante, tan amarga, en su vida. Pero, muy en el fondo de su mente sabía que, a pesar de todo, huir no ahogaría su dolor. El dolor continuaría con ella por mucho tiempo.

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