Tuesday, December 22, 2015

capitulo 75

Enseguida la besó. Se desnudó apresuradamente. Con un rezongo de frustración, dijo: — ¡Algún día espero hacer esto con control y fineza! — ¡Pero no hoy! — No, no hoy —concordó, empujando con impaciencia el cierre del vestido elegante de Lali. El vestido cayó al piso y Peter admiró la lencería de satín y encaje que ella usaba. — ¡Dio!... ¡Que buen gusto tengo! —exclamó. Lali se sonrojó. — ¿Hiciste las compras personalmente? — Si... No tenía otra cosa que hacer en los días que precedieron a nuestro casamiento. Peter la besó de nuevo y la condujo a la cama. Una llama abrasadora fuera de control no podría ser más peligrosa que la repentina y ardiente conexión íntima que explotó entre ellos. El cuerpo de Lali se contorneó bajo el de él, en desesperación para alcanzar la satisfacción que solamente Peter le podría dar. Le agarró el cabello, arqueó el cuerpo, y gimió cuando la penetró con vigor. — ¡Nadie te va a arrancar de mi lado! —Peter susurró con voz ronca. — ¡Nadie! Y, después de eso, no hubo nada más a no ser el intenso calor que la condujo a las alturas, para enseguida transportarla de regreso al valle de los gemidos de placer, resultado de la satisfacción completa. — Somos locos por hacer esto en medio de una crisis —Peter comentó mucho tiempo después, con Lali aún en sus brazos, saciada, deseando nunca, nunca más salir de allí. — Pero, aunque sea sólo por algunas horas, no quiero que nada ni nadie interfiera. Mirella volvió al coche como una mujer renovada. Se sentía mejor, más fuerte, liberada de sus pavores. Era una sensación maravillosa. Pero tenía menos miedo de la policía que de perder a Peter. Claro que no lo dejaría tomar su lugar, pero, sólo el hecho de constatar que su marido se preocupaba por ella, la dejaba muy feliz. Ni sería necesario que fuesen pronunciadas palabras de amor. Toda la emoción, que Peter luchara por esconder, fue expresada en el acto de amor. Esta vez no había sido sólo sexo. Las barreras desaparecieron. Peter era suyo, exactamente como siempre deseó. Y, con esa certeza, podría enfrentar cualquier cosa, se decía a si misma. Llegaron a la casa. — Preciso hacer algunas llamados —Peter dijo ni bien bajaron del coche. — Enseguida iremos a buscar a Lali. Ustedes dos volverán a Sicilia mañana de mañana y yo me presentaré ante las autoridades para... — ¡De ninguna manera! —Lali protestó.

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