Wednesday, December 16, 2015

capitulo 20

Lali quedó perpleja. ¿Peter la desearía tanto así? ¡Fue tan cruel en la noche! Por primera vez lo veía descontrolado. Involuntariamente quedó fascinada por las emociones vibrantes de Peter, luchaba entre el deseo de matarla y el deseo de... ¡Oh! — No soy un tipo —Lali susurró, sólo para atormentarlo. — Algún día, de una forma u otra, tal vez cuando yo haya saciado este deseo obsceno de tu cuerpo, te sacaré de mi cabeza, de mi sangre —él dijo con voz solemne, como si estuviese haciendo un juramento sobre la Biblia. — Entonces, te castigaré por esta negociación inmunda que me reduce al nivel de un animal. Con la boca seca, creyendo que imprudentemente desencadenara mucho más de lo que podría manejar con aquel temperamento siciliano, Lali se quedó mirando por la ventana, no confiando en si misma, mucho menos en él, pues sentía la llama de la pasión vibrando en el aire, entre los dos. — Peter... yo no quise decir... — Y pensar que podría haberme librado de todo esto... —él murmuró. — El primer día que hablé contigo en la fatídica entrevista, ¡creí que no debería contratar una mujer que deseaba desnudar y meter en la cama más próxima! Conduje una entrevista que consideré una verdadera pesadilla... y tú aguantaste todo estoicamente. — ¿Intentabas asustarme? —Lali preguntó, pasmada. — Fui un tonto. Te di el empleo. Lali estaba cada vez más perpleja. Peter se interesó por ella desde el principio, aún que sin demostrarlo claramente. Jugaba a esperar, entreteniéndose con la perspectiva de que un día Lali se rendiría, sin restricciones. Y ella fue tan ingenua como un corderito que cayó en la boca del lobo. Y se preguntó muchas veces por qué Peter no había tomado precauciones la noche en que Alegra fue concebida. Considerándose que era un hombre mucho más experimentado que ella, quien se entregó después del primero beso, aún se sorprendía por la falta de consideración de Peter a las consecuencias que podrían presentarse. Pero sólo en aquel instante se le ocurría que, en lo referente a Alegra, no lamentaba nada de lo que pasó. No podía imaginar su vida sin su hija. — Ahora, al menos, ¡sé bien con que tipo de mujer estoy lidiando! — declaró Peter con furia. De súbito, Lali percibió que Peter estaba tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo. Ella ya se pegaba a la ventana, intentando evitarlo. Y protestó: — Tú no sabes nada de mí. — Tú me excitas, ¿qué más preciso saber? Los senos de Lali estaban rígidos, un calor le recorría los miembros. Pero ella luchaba con todas sus fuerzas contra sus emociones.

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